Capítulo 12: Solo para verla llorar

1305 Words
Ethan Un caballero no debía llevar a una dama a una habitación de hotel, mucho menos en estado etílico.  Sin embargo, con Marcela Praga parecían no existir más opciones que acatar su voluntad. Luego de pelear por sacarla del club, le ayudé a quitarse los zapatos y caminar descalza hasta recepción, en donde mostró una tarjeta de membresía dorada y obtuvo de inmediato el acceso a una de las habitaciones que pidió. –¿No se supone que deberías llevarme en brazos hasta la habitación? Preguntó con picardía luego de que nos metiéramos en el ascensor.  –¿En brazos? Estás loca, no voy a hacer eso. Su gesto cambió inmediatamente, lo que inicialmente era un rostro burlesco y jocoso, pasó a ser uno duro y serio. –Te he dicho que me lleves en brazos hasta la habitación. No voy a moverme de aquí hasta que lo hagas. "Esta chica si que es exigente" Pensé conteniéndome y tragándome la calentura que sentí al tenerla cerca. Accedí cuando se negó a salir del elevador, la tomé en brazos y ella volvió a sonreír. Al menos eso agilizó el paso y me permitió meterla a aquella suite para dejarla a salvo. –Bien, ya estás aquí, será mejor que te recuestes e intentes dormir un poco. Es hora de que me… Su boca sobre la mía frenó todo intento por librarme de la situación. Nunca imaginé sentir un beso suyo por su propia iniciativa. Mi cuerpo estaba dividido entre hacer lo correcto o sucumbir ante sus encantos y dejarme llevar por la pasión del momento. Lo segundo era lo más tentador, por muy cuidadoso y respetuoso que fuera yo era un hombre al que aquella mujer le atraía mucho. Sentí sus manos subir sobre mi cuello para tomarme del rostro y asegurarse de que no me separara. Hice uso de toda mi fuerza interior apartándome de ella, pese a que me sentía en el cielo. –Marcela –susurré con dificultad– por todos los cielos, detente.  –Cállate y bésame, –insistió– he soñado con hacer esto desde que te vi en la galería.  Los borrachos siempre decían la verdad, esperaba que fuera cierto. –Basta, detente. Estás ebria, no me aprovecharé de ti en este momento, vamos, será mejor que te recuestes. –¿Contigo? –¡Marcela basta! ¿Por qué estás haciéndome esto? ¿Por qué te embriagas de esta forma? ¿Es que no te preocupa ni un poco tu seguridad? Pareció pensarlo. –Cuando Chiara confesó que estaba embarazada, Samuel saltó de la emoción y la besó. Ella va a tener una familia, una como la que yo debería tener ya… –Por Dios, hablas como si la vida se te hubiese acabado. Ni siquiera pareces pasar los treinta. Ya estuviste casada alguna vez ¿No? Podrás encontrar a alguien y casarte de nuevo… –Estuve casada porque obligué a Alexander a quedarse conmigo –río como una demente, confesando algo que seguramente sobria no habría dicho jamás– supe que mi hermana Jennifer estaba enamorada de él y ¡Zas! Se lo quité solo para verla llorar. –¿Qué? –Alex siempre me odió por eso, pero no me importaba porque yo hice llorar a Jennifer frente a todos cuando anuncié que nos íbamos  a casar. Debiste ver su cara… le preguntó a Alexander si lo de la boda era real y cuando dijo que sí, se fue a llorar a su habitación por días. –¿Y te complace contarme eso? Negó y sentí sincero alivió  –Porque llegó Jordan y me lo quitó. El Karma me está haciendo pagar todo, incluyendo la posibilidad de ser feliz.  –¿Por qué odias tanto a Jennifer? ¿No se supone que te criaste con tus hermanas? –¿Criarme con ellas? ¿De qué hablas? Yo no sabía que Jordan existía hasta hace unos años, nadie lo sabía –río aferrándose a mi cuello y dejándome aún más dudas– Quise refutar, pero una llamada entrante interrumpió. Era Helena, seguramente debía estar buscándome. –Anda, quédate conmigo… –pidió la castaña, empezando a bajarse el vestido para prepararse para dormir–  –No hagas eso, si quieres que me quede tienes que comportarte. Ve a la habitación –advertí– recuéstate e intenta dormir, iré en un momento. Quise hacerle más preguntas ya que la curiosidad sobre ella me mataba, sin embargo, obedeció emocionada al saber que permanecería a su lado.  Texteé un breve mensaje para Helena cuando Marcela desapareció tras la puerta de la habitación. –Tuve una emergencia, no pude quedarme. Lo siento, luego te explico– Otro mensaje llegó de inmediato.  –¿Una emergencia? ¿Es por algo de tu familia? ¿Dónde estás? Iré a verte– Maldije, la insistencia de aquella muchacha por seguirme a donde fuera a veces me asustaba.  –Lo siento, no es por mi familia. Regresa  a casa con cuidado, no vemos luego– Finalmente tiré el celular en el sofá cercano de la pequeña sala. Caminé hasta la habitación y vi a Marcela todavía despierta, revoloteando las sábanas y almohadas, luchando por bajarse el cierre trasero en la espalda. –¡Oye! ¡Oye! ¿Qué crees que haces? Para, deja de desvestirte.  –Ethan… –susurró seductora, activando todos mis niveles de excitación. Luché contra el impulso por poseerla– Ven aquí, hazme todas esas cosas que me haces en mis sueños. Entonces ¿Ella soñaba conmigo haciéndole el amor? El saberlo me puso como loco. Me aproximé hasta la cama, ella se enredó entre mi cuello y hombros, besándome una vez más. Sucumbí por un momento. No era precisamente un casanova, tampoco tuve muchas mujeres dentro de mi lista de amantes en el pasado, sin embargo, podría afirmar que Marcela Praga supo desarmarme con un simple beso. Afirmó el agarre, pegándome a su cuerpo y se dejó caer en el colchón, llevándome consigo.  Una de mis manos viajó hasta su pierna derecha, subiendo por su pantorrilla, muslo y se detuvo antes de llegar al trasero.  "Demonios Ethan. ¿Qué rayos estás haciendo?" Advirtió la voz de mi conciencia y me aparté de inmediato, antes de que me resultara más complicado. –Marcela, por favor, cálmate. Calma… No me pongas esto más difícil.  Vi como sus ojos empezaban a aguarse, sus expresión cambió a una enfadada, ofendida y herida. –No me deseas ¿Verdad? ¡No me deseas porque soy la ex loca de Alexander! ¡Tú tampoco me quieres! –Marcela, basta… –¡Maldito karma! ¡Maldita Jennifer! ¡Esto es patético!   –Oye, oye… –la sujeté del rostro, intentando hacer que se concentrara en mi voz– No es por eso Marcela, es porque estás ebria y jamás me aprovecharía de ti, estoy seguro de que sobria, no permitirías esto. –la vi sollozar– Escucha, eres una mujer preciosa, cualquier hombre daría lo que fuera por estar en mi posición y pasar una noche contigo, créeme, yo también lo haría si se me diera la posibilidad, pero estando en tus cinco sentidos.  –Mientes, tú tampoco me quieres. Al menos Alexander me lo decía en la cara, en cambio tú, me estás poniendo excusas… –Bien haremos algo, si para mañana recuerdas todo esto, te invitaré a salir, nos conoceremos y te demostraré las ganas que tengo de saber más de ti. Eres alguien realmente interesante, no subestimes el poder de tu belleza…   Aquello pareció ser el aletargante efectivo para su imparable carácter. Se abrazó a mí y asintió como una niña buena. Quedamos mudos por varios minutos, al inicio creí que estaba pensando en silencio, pero cuando me fijé la vi profundamente dormida.  –Solo buscas alguien que te ame ¿Verdad? Susurré muy bajo, acariciando su mejilla.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD