Capítulo 18: Lo que pueda

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Ethan Sentir la ausencia de Marcela, en medio de las revisiones de la pequeña Luciana, no fue nada placentero. Seguramente el señor Bellini le tenía prohibido el ingreso luego de lo que pasó en la boda de los Castelli.  Una vez terminé con el control de rutina de la bebé y me aseguré de que todo estuviera en orden, le di unas cuantas indicaciones para su próximo cuidado a la señora Bellini.  Traté de actuar normal, sin embargo, me inquietaba el cierto parecido que tenía con su hermana y la diferencia de carácter a la vez entre ambas.   Mi silencio reflexivo pareció delatarme.  –¿Ethan? ¿Te encuentras bien? –Reaccioné al sentir su mirada atenta sobre mi–  –Eh… Sí, sí señora Bellini. Lo siento, hoy me encuentro algo distraído.  –Llámame simplemente Jordan, no soy tan vieja. Además, veo que estás saliendo con Marcela ¿No? Creo que de alguna forma ya dejamos de ser solo tus pacientes.  Después de la pelea con Helena y su rara despedida, dudaba que siguiéramos saliendo.   –Ay no, tu silencio no es nada bueno ¿Verdad? Pensé que tú y Marcela se llevaban bien. No me digas que es por lo que pasó en la iglesia, estoy segura de que ella no lo hizo a propósito.  Era increíble que la defendiera incluso cuando yo mismo había sido testigo del estado de shock que la mencionada le había provocado aquel día.  –No fue por eso, –confesé, aunque tuvo algo que ver– en realidad apenas nos estamos conociendo, tratamos de ser amigos. Aunque no podía mentir, todavía soñaba con aquel beso en la suite del hotel Praga. Incluso con alcohol encima había logrado dejar huella en mi.  –Marcela es una persona con un carácter bastante difícil, lo sé. Yo misma tuve que lidiar con sus arrebatos o furia varias veces, así que puedo entender lo cansado que es tratar de ganar su confianza, sin embargo, sé muy bien que en el fondo está luchando contra sí misma y necesita ser amada. Se siente fuera de lugar cada vez que nota a la familia unida o parejas amándose, porque te aseguro que ella solo quiere sentir a alguien a su lado.  –Seño… Jordan –corregí a tiempo– no hizo falta estar mucho tiempo a su lado para darme cuenta de lo impulsiva que es. Trato de entenderla y me parece algo muy interesante, pero es ella quien se aleja de mí.  Sin contar con lo posesiva que demostraba ser.  –Ella todavía se siente mal por la muerte de Jennifer y es probable que siga así por un tiempo hasta que decida desahogarse. ¿Por qué no intentas algo normal con ella? Es decir, sé que nunca podrá serlo por la familia a la que pertenece, pero quizá eso sea lo que le haga falta.  Ella tenía razón.  Sus problemas y furtivos encuentros en estado etílico habían impedido que supiera quién era en realidad Marcela. La chica tras el apellido Praga.  –Ella te hizo daño, pero tu pareces querer su felicidad. Si las cosas entre ustedes mejoraron ¿Por qué ella se siente tan lejana de ti?  –Porque para ser sincera, creo que ni ella misma se perdona por lo que hizo. Yo ya la perdoné y creo que Jennifer también lo hizo, en donde sea que se encuentre.  Algo en el interior me decía que había algo más, algo que la obligaba a justificar aquel comportamiento loco.  –Marcela no ha vuelto a casa desde lo que sucedió en la boda, se queda en la suite del hotel desde ese día y creo que es por miedo a enfrentar al abuelo, Alexander le contó lo que pasó. Mi mamá está muy preocupada. ¿Puedes ayudarme con eso? –Haré lo que pueda. –confesé, sintiendo un inexplicable vacío, urgente por la presencia de aquella castaña–  La vi sonreír antes de sacar a su bebé de la carriola.  Alexander Bellini tenía justas razones para ser tan celoso con ella y es que, al igual que su hermana, había heredado una belleza increíble.  Por dentro y por fuera.
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