Capítulo 15: Me ha perdonado

706 Words
Ethan “¿Vas a empezar con esto? ¿Después qué? ¿Intentarás matarla de nuevo?” Mi mente repitió las preguntas de Alexander Bellini una y otra vez, mientras me dedicaba a llevar a Marcela a espaldas de la iglesia, en donde nadie vería como intentaba tranquilizarla. ¿Por qué le preguntó lo que se sentía caer de un acantilado? Si Jordan Praga había tenido la mala fortuna de caer de alguno, dudaba que fuera una pregunta que le causara placer o contestara con facilidad. –¡Suéltame! ¡Tengo que volver con Jordan! ¡Jordan! Exigía la loca castaña, inmersa en algún tipo de ataque raro de euforia. –¡Cálmate Marcela! ¡Basta! El señor Bellini no quiere que te acerques a ella y francamente yo tampoco creo que sea lo mejor. –¡No lo entiendes! Nadie más que ella puede darme la respuesta, ella cayó de un precipicio, sabe lo que se siente. Necesito entenderlo para librarme de… Se quedó callada de sopetón, mi curiosidad aumentó aún más. –¿De qué? Hizo silencio, se rehusaba a contármelo. –Tu…. ¿Trataste de matar a tu hermana? –incluso me asustó preguntarlo, pero si su cuñado la acusaba de ello debía ser por algo– –Yo… no, no… –tartamudeó vendiendo la verdad con su propio nerviosismo– –¿Qué es lo que sucede Marcela?¿Qué rayos pasa contigo? Hasta ahora has hablado de tu hermana Jennifer como si fuese tu peor enemiga, por un momento creo que te llevas bien con Jordan y luego me entero de que intentaste asesinarla. ¿Qué te traes? Al ver que solo obtuve más mutismo de su parte le di la espalda, tratando de serenar mis pensamientos. No quería dejar que aquella inculpación en su contra me hiciera verla de diferente forma a como la bonita chica que me impactó desde la primera vez en casa de los Bellini. –No puedo… No puedo contarte nada –confesó para mi sorpresa– quisiera, pero no es un secreto que tan solo me pertenezca a mi. Es de toda mi familia y les prometí no decir nada jamás, perdona Ethan… –Solo necesito saber si lo que Alexander dijo es cierto. –ella negó– –Nunca intenté matarla, al menos no conscientemente. –eso no suponía un alivio– Yo estuve muy molesta con ella, me dejé llevar por mis impulsos, la lastime algunas veces y la arrojé a la piscina sin querer, pero, no fue mi intención, desconocía que no podía nadar, pensé que saldría en cualquier momento de la alberca pero no lo hizo… Algo sumamente fuerte debió existir entre las tres hermanas para que llegaran hasta tal punto. De pronto, Marcela se encontraba excusándose con desesperación, como si con ello pudiese borrar el pasado o conseguir el perdón que parecía necesitar. Al parecer estaba haciendo lo que no podía con nadie más, desahogarse. –Cuando le tiré ese jarrón, nunca imaginé que le caería en el brazo –la exasperación con la que se comunicaba se convirtió en lágrimas asfixiantes– nunca quise lastimarla, es decir sí, estaba muy enfadada con ella, en ese momento quería desaparecerla, aunque no era tan literal ¿Sabes? Cuando uno está molesto quiere que a la otra persona le pasen cosas horribles y yo no pretendía hacerla sangrar. No quería cortarla, lo juro Ethan, jamás lo intentaría de nuevo… –Por todos los cielos Marcela, basta. La cantidad de cosas que declaraba me hacían incluso dudar de que su estado mental fuera positivo. –Ese corte en el brazo, siempre me recuerda que jamás debí lastimarla, que debo protegerla y no causarle más daños. Soy una pésima hermana pero estoy haciendo lo posible por cuidar de ella. –Marcela, por mucho que quiera, no te entiendo bien… –Creo que ella me ha perdonado, tiene que hacerlo. Es mi hermana menor, se supone que yo debo protegerla. –¿Le has pedido perdón? –pregunté por propia inercia y su rostro pareció desencajar aún más– –No… –¿Entonces cómo pretendes que deje todo atrás? He ahí el problema, Marcela no se había disculpado y vivía con el remordimiento constante.
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