Capítulo 19: Carente de emociones

1162 Words
Marcela –Marcela, tú eres en general una artista muy buena en lo que haces. Tus trabajos han sido impecables desde la universidad, sin embargo, he sentido tus últimos dos cuadros carentes de emoción y ya sabes… sensibilidad. No lo sé, tus pinturas ya no me expresan nada.  Escuchar aquel comentario no hizo más que empeorar mi situación. El director de arte del museo, ex-profesor mío de la universidad, estaba desconcertado por los últimos resultados y ese fue el punto cumbre de un pésimo día.  Ofendida, frustrada y con una crisis de inspiración encima, tomé mis cosas para salir de la galería e ir de regreso al hotel a esconderme del abuelo o mi padre. No esperé encontrar a Ethan en la puerta, esperando por mi salida. Lucía tan fresco y casual, enfundado en unos jeans simples junto a una camiseta negra sin mucho diseño, que sentí la urgencia de lanzarme sobre él y comerlo a besos, sin embargo, mantuve la compostura. –Buenas noches Marcela, ya era hora de que salieras. –saludó como si nunca hubiese existido un adiós entre nosotros– –Se supone que nos habíamos despedido para siempre. ¿Qué sucedió contigo? ¿Le diste explicaciones a esa psicóloga barata antes de venir aquí?  Rodó los ojos por el comentario, encendiéndome aún más. –No tengo que rendirle explicaciones a nadie –aclaró con seguridad– si estoy aquí es porque quise verte y tener una cena tranquila contigo.  ¿Podemos hacer algo tan simple como eso? –Olvídalo. –negué–  –Si no lo haces no dejaré de molestarte, te lo prometo. ¡No podía ser cierto! ¡Estaba amenazando con el acoso! –Solo será una cena, luego de eso te dejaré en el hotel de nuevo. Es un trato. –agregó– Suspiré. Para ser sincera tenía bastante hambre ya que no había almorzado más que un sandwich durante el día, además, si seguía frente a mí no dudaría en abalanzarme hacía él para hacerle todo ese tipo de pensamientos que rodeaban mi mente.  –Bien, pero solo una cena rápida… Una sonrisa desvergonzada y atractiva cruzó su cara.  –No te arrepentirás… Me dijo haciéndose a un lado para dejarme ver una gran y peligrosa motocicleta como las que se veían en televisión. Al parecer no solo había llegado en ella, pretendía transportarme ahí mismo. –Estás loco si crees que me subiré a esa cosa. –¿Qué pasa señorita Praga? ¿Le teme a una simple motocicleta?  –No, simplemente no me gustan. –Entonces nunca te has montado en una, por eso te da miedo.  Su sonrisa jocosa me invitó a desafiarla. Me acerqué al transporte en un impulso rápido y sin dudarlo, dejé de lado el miedo evidente. –Al menos me darás un casco ¿Verdad? Las piernas me temblaron de miedo cuando me pasó lo solicitado. Ya no había marcha atrás, así que subí y procuré sujetarme con todas mis fuerzas de su cintura.  –Abre bien los ojos y no te pierdas la vista. Sugirió antes de ponernos en marcha y dejarme sentir el aire de las calles de Roma acariciando mi rostro.  Lo que parecía ser un viaje tedioso o peligroso me provocó todas las emociones contrarias. Me aferré a su cuerpo, abrazándome a su cintura para asegurar mi permanencia en el asiento.  Una sensación de adrenalina mezclada con emoción recorrió todo mi ser y por primera vez en toda mi vida, sentí que podía flotar. Todo gracias a él. Mi cabello voló bajo el casco mientras evadimos con agilidad el tráfico de las autopistas, nadie me reconocía, nadie nos miraba raro o prestaba atención.  Por única vez era una persona como cualquiera, una chica ordinaria.  Cerré los ojos para disfrutar del inigualable momento.  –¿Te agrada la Pizza Marinara? –preguntó Ethan sacándome de aquel trance de felicidad. Solo hasta ese momento me di cuenta que nos habíamos detenido frente a un puesto de comida rápida–  –Sí.  Admití sin saber bien lo que sucedía, para volver emprender marcha minutos más tarde.  No tenía ni la más mínima idea de lo que planeaba, pero empecé a sentir curiosidad cuando dejamos atrás el paisaje de cemento, adentrándonos en una colina ascendiente llena de árboles.  –¿Ethan? ¿No se supone que iríamos a cenar?  –Claro… –respondió con suma calma– pero lo haremos viendo toda Roma, al aire libre.  No pregunté más ya que no hizo falta.  Cuando se detuvo en la cima de todo el sitio, observé un pasto verde precioso rodeando todo el suelo, elevé la mirada y capté toda la belleza de la ciudad atardeciendo frente a mi.  –Estamos en… ¿El palatino? ¿No se supone que no deberíamos estar aquí? ¿Cómo lo hiciste?  –Vengo aquí desde que tengo quince años, –confesó dejando el transporte seguro a un lado para sacar la comida y bebidas improvisadas– antes de esta moto tenía una bicicleta, recorrí muchos lugares con ella buscando el perfecto para estar a solas o disfrutar de un tiempo de paz. Finalmente encontré este.  –La vista es preciosa, me agrada. –declaré– Probablemente no sea la primera chica que traes aquí, pero gracias de igual forma.  Ahí estaba mi maldita lengua filosa nuevamente, tomando vida propia para arruinar los mejores momentos. Creí ver venir un reproche o enfado evidente, pero me sorprendí al escuchar una risa contagiosa de su parte.  –No he traído a nadie más aquí, mucho menos a Helena, si es lo que estás pensando. Tenía planeado llevarte a un restaurante pero eso es algo muy común ¿No? Veo que lo que necesitas en tu vida es algo de calma y pensé que quizá este lugar pueda lograrlo. Solo, por favor, no vayas a querer lanzarte para saber lo que se siente caer…  Fue un chiste demasiado n***o, teniendo en cuenta mi situación y pesadillas constantes, sin embargo, no pude evitar carcajear con todas mis fuerzas. Ese era el tipo de humor que me daba gracia.  –Esa es la sonrisa que soñé ver en tu cara desde que te vi por primera vez.  Confesó en voz alta, sin dejar de observarme fijamente.  –¿Qué dices? –pregunté empezando a ponerme nerviosa– –Lo mejor es que la causé yo.  –Ethan…  –Sonríe más a menudo Marcela, se te ve preciosa.  Y no pude contenerme, corrí hasta él en una urgencia inexplicable para robarle el segundo beso.   No me importó que aquel acto provocara que tirara la caja de pizza al suelo o que casi perdiera el equilibrio.  Por unos breves segundos recobré el sentido y quise alejarme, él pareció notarlo y correspondió el beso con pasión luego de que el momento de sorpresa hubiese pasado.  Esta vez estaba sobria y muy segura del impulso que llegó hasta mí. Quería besar a Ethan y él estaba de acuerdo con eso. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD