Recién me puse a llorar cuando le di la noticia a Bertha. Nos abrazamos junto a los baños y soltamos cataratas de lágrimas, sin contenernos, afligidas, perturbadas y sintiéndonos inútiles ante el drama de Matías. -Yo sé que eran muy amigos, me dijo Melgarejo, pero son cosas que pasan, debes tener resignación- Tenía las mejillas llenas de surcos por mi llanto. -Es injusto capitán, Matías es un buen policía-, volví a llorar. -Trabajará en oficinas, tendrá menos carga de trabajo, no es el fin del mundo-, intentó consolarme. -Pero capitán, las calles son la vida de Matías. Él disfrutaba mucho de la acción, la adrenalina, estar allí, en medio de balaceras o peleas. Será como condenarlo a una prisión-, reclamé. -No podemos hacer nada Sub oficial superior-, sentenció y volvió la mirada a la

