Capítulo II

1296 Words
Levina trató de no darle tanta importancia, quizás solo estaba siendo paranoica. Sin embargo no se permitió aminorar el paso, dando largas zancadas se dedicó a mirar el camino a casa y de vez en cuando miraba de refilón hacia atrás. Las sombras de la noche comenzaban a abrumar su alma intranquila a la vez que sus piernas comenzaban a doler por la rapidez con la que iba, repentinamente tomó aire en un costado ocasionando que le doliese, se obligó a ser fuerte y a seguir con su camino para finalmente respirar en paz al llegar a casa. —Vamos Levina, ya casi llegas —Se susurró a sí misma—. Estaba tratando de no enceguecerse de terror mientras más trotaba más sentía las pisadas detrás de ella sin embargo no había nadie por más que voltease una y otra vez. Su mente ruin se divertía con ella. Ni la luna misma calmaba su angustia casi injustificada, a continuación su teléfono sonó ocasionando un fuerte sobresalto de su parte, sacó el móvil y contestó sin detenerse como la vez anterior, si había algo tras de ella no le daría la oportunidad de tomarla o por lo menos sería escurridiza, no se la pondría fácil. — ¿Aló? —Respondió jadeante sin mirar su pantalla—. — ¡¿Dónde demonios estás, Levina Marie?! —Ella entornó los ojos ante la mención de su nombre completo—, ¡No sabes en qué estado está tu padre, solo hace preguntar por ti! —Chilló furiosa desde la otra línea la mujer—. Ella se mordió la lengua para no responderle de mala manera reduciendo la velocidad de sus pasos. Resopló tratando de que ella no la escuchara. — ¿Tía Ágata, qué pasa con papá? —Preguntó—. No dejó de mirar hacia los lados divisando las diferentes sombras que pasaban a su alrededor distinguiendo los diferentes aromas que llegaban, el olor del pan recién horneado, el café o simplemente del alcohol que destilaban alguno que otro hombre que pasaba por su lado, lo que logró tranquilizarla un poco fue verse en un lugar poblado de gente. —Ha bebido mucho, demasiado ¿Sabes porque lo hizo esta vez? Levina suspiro una vez más angustiada y agitada. ¡Claro que lo sabía! ¡¿Y cómo no saberlo?! Todo era culpa de ella, de Laura, de su madre sin sentimientos, chasqueó su lengua para no soltar una retahíla de maldiciones. —Ya llego tía, dame cinco minutos. Trancó el celular volviéndolo a su bolsillo y si poder evitarlo susurró: — ¿Qué has hecho papá? Con la preocupación se le había olvidado hasta la fija mirada en su espalda, no paraba de pensar en su padre y en lo egoísta que era su madre. ¿Estaría siendo injusta crucificando las acciones de su madre? Aunque ¿Quién era el que la esperaba en casa afligido? ¿Dónde estaba su madre a esas horas? Nuevamente su móvil empezó a vibrar sacándola de su estupor y con fastidio lo saco llevándoselo a la oreja. —Ya llego tía no desesperes —Masculló con los dientes apretados—. Pero cuando pensaba que quien hablaría era una insistente Ágata simplemente en respuesta se escucho una risa seca que la heló por completo. Nunca en su vida se había estremecido de semejante manera, como si estuviese en un peligro invisible ante sus ojos claros. Tembló como una niña para después aclarar su garganta y hablar, aún así volteaba a cada rincón del barrio que estaba atravesando, no se sentía segura en absoluto. — ¿Tía? —Nuevamente aquella risa apareció—, —Si supieras como realmente es esa mujer no le llamarías así, te daría vergüenza si quiera tener un parentesco con ella. Ella frunció el ceño aún más, aquella voz hizo que el vello de sus brazos se erizara por completo, le daba mala espina pero por un desconocido motivo le sonó vagamente familiar, era como si conociera muy bien al dueño de esa voz masculina aún así no lo recordaba de nada. Se sintió asustada y acosada, casi corrió esta vez se fijó que no había nadie sospechoso a su alrededor ni mucho menos hablando por teléfono. — ¿De qué hablas, quien eres? —Preguntó alerta—. —La peor pesadilla de las niñas como tú —respondió con diversión marcada—. Entonces Levina rió dejando por un momento de lado el miedo que la había recorrido con anterioridad, no una risa seca como la que había soltado él. ¿Estaba de broma ese estúpido? Su padre estaba alcoholizado y este imbécil le llamaba para bromas tontas, muy bien, ahora estaba enojada, casi furiosa tratando de contener su lengua para no decirle los improperios más vulgar del mundo. — ¿De qué vas? tonto —dijo a la defensiva casi sintiéndose desfallecer del cansancio por la continua caminata—. —Ya lo verás guapa, ahora te dejaré una pregunta y luego cuando vuelva a llamarte la responderás...solo medítala bien, sin presiones. Levina con curiosidad esperó la pregunta de aquel lunático, no sabía cómo no le había trancado el teléfono, normalmente lo hubiese hecho. — ¿Conoces bien a tu familia? No es fácil aunque lo creas... ¿Era en serio? Ambas cejas se encontraron fruncidas al igual que sus labios. ¿Qué era lo que le quería decir? ¡Claro que conocía a su familia! — ¿Crees que eres muy listo, que lo sabes todo? ¡No me jodas! —gritó—. Algunas de las personas que se encontraban cerca de ella la miraron con el ceño fruncido otros con burla. —Se unos cuantos secretos tuyos, de tu familia, incluso de tu mejor amiga Hyo Hee. Atónita miró la pantalla del móvil, el número no tenía identificador dos segundos después estaba molesta con ella misma por no a ver trancado antes que ese sujeto que al parecer se había fumado algo. Gruñó fastidiada y se esforzó por llegar lo antes posible a su casa. — ¿Qué puede saber de mi o de Hyo Hee? —Se preguntó en un susurro-—. Era una tontería después de todo ella no tenía secretos... o a lo mejor sí. Finalmente había llegado a casa, Levina abrió la puerta y soltó la respiración antes de entrar, su mirada se dirigió hasta dónde estaba su padre tirado a un lado del sillón con una botella de alcohol tapándose la cara con los antebrazos mientras lloraba desconsoladamente, Levina se estaba cansando de aquello, la tía Ágata se sentó a su lado pasando su mano por su hombro parecía preocupada. Su cabello n***o estaba recogido perfectamente a un lado de su cabeza y vestía elegante como siempre cosa totalmente opuesta a su única hija que era toda extravagancia. —No ha parado de balbucear o gritar el nombre de Laura y el tuyo, ¿Por qué está así Levina? ¿Sabes algo? Ella solo negó con la cabeza sin apartar su vista de su padre, estaba sufriendo, no iba a decirle a Ágata el porqué estaba así, si su padre quería contarle sobre el divorcio que lo hiciera él, esa era su vida y ella no tenía derecho a comentar nada sobre los problemas internos de su familia. —Se que sabes algo y no lo quieres decir —Dijo con rencor—. Si supieras como realmente es esa mujer no le llamarías así, te daría vergüenza. De repente esas palabras vinieron a ella, no entendía el porqué solo miró a Ágata tratando de descifrar algo en ella pero esta volvió los ojos a su hermano ¿Nerviosa? ¿Fastidiada? Levina no lo supo sin embargo le pareció sospechosa su actitud.
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