Del otro lado del pasillo, Patricia notó una silueta conocida, una de un hombre de baja estatura y piel morena. Ella lo reconoció al instante y hasta estuvo tentada a pronunciar su nombre en voz alta, pero la mano de la joven que llevaba a su lado, rozándole el rostro, la detuvo como detener un vehículo a alta velocidad. El impacto de la escena sería catastrófico para su amiga.
Sin embargo, por más que intentó salvarla del fatídico encuentro, Sara logró coincidir sus ojos con la escena que Patricia suplicaba ignorar. Enzo estaba un par de metros de donde ellas se encontraban, a su lado, una jovencita al parecer de una edad muy inferior a la de ellas, le tocaba el rostro y sonreía con malicia. El hombre le mantenía el contacto visual a la joven y sonreía un poco, nada exagerado, pero con
