Capítulo 2

3619 Words
Te daría mis bragas sin dudarlo. A pesar de mi arranque de locura y que lo abofeteara, ahora con mi mente más clara puedo ver lo guapo que es este hombre. Mierda, las putas como Patricia no deberían tener tanta suerte en tener un hombre como este a su lado y camino al altar. Mis ojos deben lucir abiertos debido a la sorpresa. Sorpresa por su aparición, sorpresa por verme en ropa interior sexy y sin duda, sorpresa por golpearlo cuando el solo estaba buscando respuestas de la chica en ropa interior que encontró en su habitación. Sí, soy una tonta. Pero mientras él grita el nombre de Patricia con furia yo me doy la oportunidad a detallarlo con descaro, lo hago porque él no está pendiente a que mis ojos lo recorren de pies a cabeza, él está pendiente a que Patricia aparezca y le diga de dónde salí y por qué me encontró muy sensual. Ni que fuera la gran cosa encontrar a una chica semidesnuda en tu habitación, pero el hombre frente a mí solo sabe gritar, puedo jurar que mis oídos duelen de solo escucharlo. Sus ojos se tornan furiosos ya que a medida que grita el nombre de su prometida esta no aparece. Esto es encantador, espero que noten mi sarcasmo. Estoy cruzada de brazos y no sé si porque estoy incómoda, molesta o solo porque quiero parecer una chica muy molesta con él por su manera de tratarme. Sus ojos grises tan profundos que por un momento me pierdo en ellos. Unos ojos dignos de un poseedor como él. Cuerpo fuerte, mierda, juro que por un momento me veo entre esos fuertes brazos mientras él hace conmigo lo que quiere. Alejo esos pensamientos tan rápido como llegaron, no soy igual a la baja novios y por supuesto que no voy hacer lo de; un clavo saca otro clavo. Una mierda es lo que hace, no me voy a rebajar a su nivel. Su cabello n***o, el cual al principio estaba perfectamente peinado, ahora esta alborotado debido a todas las veces que él lo ha restregado y agarrado con fuerza. Patricia aparece un poco sorprendida por la puerta mientras lo mira con temor, luego su vista pasa a mí y veo la molestia. No es como si le conté que ella fuera una puta baja novios, solo que su prometido me vio en una facha interesante. Muerdo mi labio inferior mientras las otras chicas miran al prometido de Patricia con lujuria y sorpresa. Él es un hombre que intimida con su belleza y puede fácilmente y sin proponérselo hacerte la mujer más insegura solo por parecer una andrajosa a su lado. —Chicas, bajamos en un momento—dice patricia y todas asienten. Alice me hace señas de que debo explicarle luego, solo muevo mi cabeza en forma de aprobación—¿Qué sucede, cariño?—pregunta y retengo las ganas de poner los ojos en blanco. De esa manera llamaba al primer novio que me quitó. —¿Se puede saber quién demonios es esta mujer?—pregunta con esa voz moja bragas que tiene, su voz tiene un acento que identifico como alemán que me hace babear, dejo mi momento de lucidez por su voz para fruncir el ceño. —Soy Breanna—digo de mala manera. —Espero tu respuesta Patricia—ella sonríe. —Ella es una amiga cariño, mojó su ropa y le regalé algo—él me da una mirada de pies a cabeza y luego hace una pequeña mueca. Hijo de la gran… —Para la próxima que se cambie en otro lugar, odio llegar a mi casa y que una desconocida este en mi habitación—me da una mirada—ahora que lo recuerdo usted llevaba en mano una cadena de mi prometida ¿no estará robando?—abro mis labios con suma indignación. Este tipo está haciendo que toda su belleza se vaya por el culo con sus palabras y su actitud de mierda. —No soy ninguna ladrona—le excepto furiosa—es mi collar, al parecer Patricia se le olvidó devolvérmelo—ella está sorprendida. —¿Ese collar es tuyo?—pregunta y asiento—estaba en mi cartera y se me olvido devolverlo—dice y pueden darle un premio por mentirosa. —Si—sé que ella lo tomó porque ese collar siempre lo llevo puesto, solo me lo quito en pocas ocasiones y es extraño que haya desaparecido en una ocasión donde estaba ella. La detesto—creo que es mejor irme, es claro que tu prometido me ha llamado ladrona, lo cual no soy —digo encarándolo. La barba le queda fantástico y hace que sus labios se vean más llamativos. —No lo dije, solo dije que llevaba algo de mi prometida en manos—nos miramos fijamente marcando territorio al desagrado que ambos tenemos por el otro. Ya veo porque se casa con Patricia, con ese genio ninguna mujer le haría caso y quedaría solo de por vida. —Me largo—le digo mirándola. Ella aun observa a su prometido con sorpresa. ¿Por qué tan sorprendida? —Es lo mejor que puede hacer—me detengo mirándolo. —Ahora me da un poco de lastima Patricia, tener que pasar el resto de su vida con un hombre tan amargado como usted debe ser un martirio—digo y salgo, escucho sus pasos seguirme y con ellos los tacones de Patricia. —¿Quién demonios se cree para decirme eso?—pregunta—no sabe quién soy, cuidado con su actitud—lo encaro en algunos escalones más abajo. —Usted se puede ir al infierno con todo y su actitud de mierda—camino furiosa para buscar mi bolso y largarme de aquí. Tropiezo con una chica de servicio quien me mira asustada, hasta yo temo de mi misma en este momento, pero creo que su temor es que le diga a Patricia que me he tropezado con ella. —Lo siento señorita—me dice y le regalo una sonrisa. —Tranquila, la que debe disculparse soy yo—me levanto y la ayudo—adiós—salgo afuera donde Alice me espera. —Tienes muchas cosas que contarme—murmura y yo asiento, ella me pasa el bolso. —Tengan lindo día, ya me tengo que ir—Alice me sigue en silencio mientras entramos ambas a mi auto.   …… —Así sucedieron las cosas—digo en un gruñido mientras Alice sigue riéndose de mi momento. —Ese hombre es súper guapo, pero con lo que dices arruina su belleza—suspira con fuerza pareciendo tonta, o solo imita a esas protagonistas de películas que hacen su ridícula escena de suspiro bobo—yo estaba pensando en violarlo, aunque si ambos estamos de acuerdo no es violación—adentra en sus labios un poco de nutella que es mía. —¡No te la comas perra!—le grito arrebatándole el pote y protegiéndolo—es mi bebé, busca el tuyo—ella hace un puchero y luego rueda los ojos y camina hasta a nevera y toma el pote de ella. Aún estoy ideando un plan de venganza hacia la puta. Las mujeres seriamos algo muy por encima de los hombres gracias a nuestra inteligencia, pero como no podemos estar juntas ya que la envidia y en algunas las ganas de follar novios de las amigas, lo arruinan todo. Ayer fue el día más desastroso que he tenido, bueno eso no es verdad, ese título se lo lleva mi perdida de virginidad la cual sigue siendo un asco y algo lamentable de recordar. ¿Quién vomita mientras le quita la virginidad a alguien? Bueno, déjenme decirles que mi segundo novio lo hizo, él entro en mi mientras me vomitaba. ¿Asqueroso no? Voy a culpar a todo el alcohol que había ingerido ese día y no voy a pensar que le daba asco o algo así, creo que si lo pienso de esa manera terminaría cortándole la polla y mandándosela a Patricia para que se atragante con ella. Amo a Patricia. —Voy a tener una cita—me dice—y tú tienes que trabajar ahora, lo cual es bueno ya que no me harás preguntas—besa mi mejilla—te amo, nos vemos luego— sale de la casa antes de que pueda hablar. Ya en el trabajo ayudo al señor Joseph en la cocina. Soy chef en unos los restaurantes más reconocidos de todo el país. Me encanta mi trabajo ya que amo cocinar y mi jefe, el señor Joseph, no es una persona odiosa, él es una persona encantadora y bastante comprensible y amable. Creo que todos estamos de acuerdo en que amamos a nuestro jefe, no es gruñón y su esposa a veces nos trae galletas, las mejores galletas del mundo, llenas de amor y dulzura como ella. El nuevo socio del señor Joseph vendrá hoy, por lo cual él está nervioso. Me dijo que la persona es su sobrino quién no es muy encantador ya que tiene un carácter fuerte. Espero que no sea un bastardo que quiera hacernos la vida imposible, o yo misma lo enveneno mientras él come. —Chicos, mi sobrino y nuevo socio ha llegado, paren todo que los voy a presentar—Joseph me asiente en señal de que los organice a todos. —Chicos, en orden—todos me hacen caso. Es extraño, pero yo soy la más joven aquí y por alguna razón el señor Joseph parece confiar más en mí que en cualquiera de los que están aquí y llevan años trabajado con él. Por esa razón hay algunos tres o cuatros compañeros que me odian y me quieren fuera del restaurante, no les voy a dar el gusto ya que amo mi trabajo. Todos me obedecen mientras el señor Joseph hace un además y entra; juro que nunca en mi vida me he sentido tan desanimada. La persona que se adentra lo conozco, o bueno, solo nos gritamos y él me vio a medio vestir. Su traje va impecable al igual que su peinado, no hay nada parecido al cabello alborotado que llevaba ayer mientras gritaba el nombre de Patricia para que apareciera. Su rostro va serio y creo que me gusta como se ve ese hombre, claro, mientras no abra la boca para arruinar mis fantasías. Sus ojos grises pasan por cada uno de nosotros y me quiero esconder cuando su mirada cae en mí y por pequeños segundos puedo vislumbrar la sorpresa en ellos. Quiero salir de aquí. A mi lado alguna hormonal chica suspira y de reojo veo como se muerde los labios, no la juzgo, el hombre es todo un manjar para la vista. —Buenos días, mi nombre es Dominick Vlad—su voz hace que lama mis labios sin despegar mi vista de sus labios al momento de pronunciar palabras—seré su jefe junto a mi tío Joseph, espero que todos sean cooperativos y hagan su trabajo, no voy a cambiar nada, pero no tolero las groserías y los escándalos—me mira directamente a mí al decir eso, será idiota—nadie me llama por mi nombre, para todos soy su jefe o señor Vlad. Eso es todo—dice y sale, el señor Joseph tiene dibujada en su cara la incredulidad, pero ese es su sobrino, un total idiota. —¿Lo conoces?—pregunta un compañero. —No, ¿Por qué preguntas?—me sale tan natural que me aplaudo mentalmente. —Por la manera en la que te miró—me encojo de hombros—o creo que solo fue mi imaginación—me sonríe coqueto. —Ese hombre es un dios, como quisiera que haga lo que quiera conmigo—dice Anne muy emocionada, la cabecilla de las chicas que me odian. Son tres chicas en total y hay un chico que fue rechazado por mí y de ahí radica su odio. Como si fuese obligatorio salir con él. —Todos a trabajar—digo y me voy a mi lugar. A ese hombre le grité ayer, a ese hombre lo mande al infierno y para ese hombre no soy la persona más encantadora, siempre tengo que hacer algo para que las cosas me salgan de esta manera. Muerdo mis labios nerviosa y me dispongo a trabajar. No es fácil hacerlo cuando a mi lado estas chicas llenas de hormonas, por Dios, parecen adolecentes, están alabando al dios griego que será su jefe. Escucho cada estupidez y me sorprende ver que el ser humano cada vez se supera más en las idioteces que salen de su cerebro y boca. —Breanna—al escuchar mi nombre dejo lo que estoy haciendo y camino hacia la secretaria del señor Joseph—el señor te mando a llamar, ve de inmediato—se retira y yo suspiro y camino hacia su oficina. Como está abierta entro y quiero salir corriendo al ver que no es el señor Joseph. Es Dominick quien se encuentra de pie junto al escritorio con una mirada demandante que me congela en mi lugar. ¿Por qué demonios ese hombre debe estar tan bueno? Su seriedad me inquieta ya que solo se dedica a mirarme. —Cierre la puerta—no soy de acatar órdenes si no me dicen por favor, pero como él es el jefe ahora, lo menos que quiero es perder el empleo que tanto amo y que tanto me costó conseguir. —¿Que desea, señor?—pregunto y la burla se puede escuchar con claridad en el tono de mi voz. —¿Ahora no me envías al infierno?—dice caminando hacia mí, me rodea y me siento nerviosa porque él no dice nada, solo sigue dando vueltas a mi alrededor como si yo fuera su presa y el fuese el cazador—ayer tenías una lengua muy afilada—lamo mis labios con los nervios a flor de piel. —¿Qué quiere, señor?—pregunto una vez más y él sonríe, él es sexy. Me atrae este hombre y eso está mal ya que no soy Patricia quien se fija en las parejas ajenas, pero este hombre tiene algo que me atrae, no sé si es su físico o la manera en la que nos hemos tratado apenas conocernos, o quizás solo es la falta de sexo haciendo que mi cerebro no funcione correctamente. Me encanta sus ojos, pero odio como mira. Mira a los demás como si él fuese superior a todos, que se vaya a la mierda porque él es igual a todos, cuando muera será comido por gusanos a menos que queme su cuerpo. —Solo dejarle en claro que la estaré vigilando—me dice acercándose a mí. Su colonia varonil se filtra en mis fosas nasales las cuales agradecen absolver tan exquisita fragancia. Su cercanía me pone nerviosa, de cerca esos ojos lucen más llamativos y esos labios más deseables. No me considero una chica fea, soy tez clara, delgada, ojos cafés, cabello castaño. Una chica normal, me gustan mis labios y tengo mi cuerpo bien moldeado. Esa es la razón por la cual me siento muy segura de mi misma. —¿Ahora me vigilará hasta el culo?—pregunto incrédula—tengo años trabajando aquí, soy excelente en mi trabajo y si lo que quiere es vigilarme, adelante—lo reto sin bajar la cabeza—hágalo si eso quiere, no le voy a dar razones justificables nunca para perder el empleo—me cruzo de brazos y él se aleja. —No me interesa para nada vigilar su culo, de hecho, ni me agradas—me dice—creo que eres la primera mujer que me cae tan mal—sonríe de lado—y la estaré vigilando porque no me agrada y la quiero lejos. Tres quejas de usted y quedará fuera del restaurante—muerdo mi lengua con fuerza para no mandarlo a la mierda. —Bien, ¿me puedo retirar?—pregunto y él asiente—con permiso, señor —salgo disparada y mis mejillas están calientes debido a la furia que traigo. Nadie me pregunta nada y solo me observan de lejos mientras las horas pasan y con ello mi jornada laboral. Quito mi uniforme y quedo en mi ropa. Mi pantalón ajustado n***o con la blusa lila pegada a mi cuerpo. Salgo del restaurante y ruedo mis ojos al ver a Thomas en su auto con pose de modelo mal pagado. ¿Es que nunca se rinde? Al parecer no, él me ve y corre hasta a mí. Respiro fuerte para no meterle una patada en las bolas que lo dejen sin descendientes. —Breanna—murmura con una sonrisa—te traje esto —saca unas flores de su espalda y las tomo. Las veo y son girasoles, soy una chica bastante extraña ya que no tengo unas rosas o flores favoritas, me gustan cualquiera. —Creo que ayer no me entendiste Thomas—digo despacio, no quiero explotar con la persona equivocada, pero esto me está cansando todo este teatro de volver conmigo—no voy a volver contigo así que déjame en paz. Sus labios se convierten en una fina línea mientras sus venas se marcan, está enfadado. A mí no me interesa que este molesto, ahora voy a ser vigilada por un idiota prometido de mi peor enemiga, no sé si tenerle lastima o sentirme bien que pasara el resto de su vida con alguien tan amargado como él. Estoy teniendo un mal día para ahora añadirle que mi ex quiera que regrese con él. Que vaya con Patricia a recordar los buenos tiempos y que a mí me deje tranquila. Aún recuerdo ir a su apartamento y gracias a la llave que él mismo me entregó, entrar, escuchar sonidos que sabía no podía estar confundiendo y entonces abrir la puerta de su habitación para encontrarlo follando como un salvaje con ella. No podía negarlo, yo los vi y tuve la decencia de esperar al final y ver su rostro contraerse de placer mientras se corría. A ver si de esa manera me iba a mentir. ¿Qué paso? La maldita respuesta de todos los bastardos traidores como él puede dar; no es lo que parece. Es algo estúpido porque lo vi entrar y salir de su cuerpo mientras gemía y ella igual, una película porno que causó repulsión, no pensé que él iba a caer en los encantos de Patricia, si se le puede llamar así a invitar a los novios ajenos a follar gratis. Ella de verdad ha ganado malos sentimientos conmigo. El caso es que dejé que Thomas se explique antes de salir por la puerta. ¿Su argumento? No es lo que parece. Entonces como no dijo nada más salí con toda mi dignidad mientras terminaba con él, al parecer él no estaba entendiendo el punto de no ser novios. —Tienes que volver conmigo, o por lo menos ayudarme—me dice sujetando mi brazo derecho, donde no llevo las rosas. Suspiro con fuerza calmando mis instintos asesinos que parecen querer salir a la luz. —Déjame en paz, Thomas—digo con suavidad, pero su agarre se vuelve más fuerte. —Debes volver conmigo. Mi padre cerró mi cuenta porque tú me terminaste, ¿Qué le hiciste para que lo haga?—pregunta y luego sonríe como si la respuesta hiciera gracia—¿se la chupaste? —entonces mi autocontrol desaparece. El ramo de rosas cae al suelo al momento de mi mano convertirse en puño y estampar de manera rápida y fuerte en el rostro de Thomas quien no parece muy feliz por mi acción. Mi respiración es rápida por sentir toda la furia y la adrenalina combinadas. Estoy tentada a decirle cuanta grosería se me escape de mi boca, pero me contengo para mantener la compostura. Thomas está agarrando su nariz. —Tal vez se la chupé a tu padre, algo que jamás hice contigo—gruño mientras él me observa. —Me criticaste cuando tú eres la mayor zorra del planeta —sonríe como si esto fuera un chiste—una zorra barata, Patricia es mejor que tú en todo —le regalo una hipócrita sonrisa. Thomas por fin está dejando salir a la persona que es realidad y no dejándome ver al encantador chico que conocí en una cafetería y que me ayudo luego de tener un mal día con sus bromas y carisma. El Thomas real es alguien despreciable que no merece que me sienta como lo estoy haciendo ahora; triste. —Tú nunca sabrás lo que es buena calidad porque nunca te di el honor de probarme—él de manera rápida me sujeta ambas manos. —Vas a regresar conmigo y luego de tener mi dinero te largas—me dice desafiante e intimidante. Su fuerza supera la mía. —¿Qué sucede aquí?—la voz masculina e intimidante de Dominick se escucha y yo quiero maldecir. ¿Por qué justamente él nos tenía que encontrar? —Solo una discusión de parejas—dice Thomas agarrándome con más fuerza. —Ninguna discusión, no somos nada, ahora suéltame Thomas o me veras enojada—mascullo entre dientes viendo de reojo al maldito prometido de Patricia. —Vamos a hablar—con fuerza mi pierna golpea en su entrepierna haciendo que se doble del dolor. —Dije que no—miro a Dominik—buenas noches—corro lejos de la escena y ya sé que tendré problemas.              
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