1. Una mañana de café.

2248 Words
Y de nuevo con lo mismo de todos los días, aunque ya ha empezado a acostumbrarse desde que se mudó de California a Nueva York hace algunos años para estudiar Ingeniería Química, pero ¿Quién imaginaria que terminaría dando clases en esa misma universidad? Ni ella misma tiene idea, pero el que no trabaja no come y Lucy tiene que pagar la renta de su apartamento, y muchas otras cosas, pero lo peor de todo es tener que verles la cara a los mocosos de la universidad. ¡Por Dios! Hoy en día ya nadie tiene aspiraciones de vida, lo único que saben hacer es "Fumar hierba, ir a fiestas y maldecir todo el tiempo" sin mencionar el tener las hormonas alteradas, la mayoría de los chicos solamente quieren cogerse a sus compañeras y lo peor es que algunas cobran, ¡Se prostituyen! Y les gusta. Muy pocos de verdad quieren formar un futuro estudiando, pero la gran mayoría solo quiere vivir una vida loca como si el mundo se fuese a acabar, así como les acaban a las chicas dejándolas embarazadas y huyendo como cobardes, que triste… lo peor es que ella nunca tuvo tiempo para hacer ninguna de esas cosas en sus años de estudio. Solamente ha tenido sexo una vez en su vida y fue horroroso, le dolió más que tropezarse el dedo pequeño del pie con la silla de metal que tiene en casa de sus padres, además ni siquiera era un chico guapo, era feo, pero gustaba de ella y las cosas se dieron. Resultó ser un idiota traicionero y solo quiso aprovecharse así que la usó como juguete s****l. Después de eso ha tenido que calmar sus ansias de satisfacción viendo novelas y metiéndose los dedos llenos de lubricante, ¿Patético no? Pero ¿Qué le puede hacer? Tiene sus necesidades, y aún más cuando está en sus días, suele ponerse muy melosa con sus ositos de peluche porque no hay nadie más en casa. Ahora que lo piensa se dice que es una fracasada total, ya pronto en algunos años llegará a los cincuenta y no tendrá nietos si sigue de esa manera, ni siquiera podrá casarse o comenzar peleas innecesarias con su pareja, no alcanzará la felicidad. Tendrá que comprarse un gato y criarlo hasta que muera ella o el animal primero, es lo único que le queda. —Profesora Méndez, noto que está perdida de nuevo en sus pensamientos —voltea la mirada y su pequeña sonrisa de vergüenza lo deja todo a descubierto. —De verdad lo siento director Orlando, solo me estaba tomando un descanso —un descanso de su asquerosa realidad y existencia. Solo puede usar su imaginación al menos para fantasear un poco y no sentirse tan desolada. —La hora del descanso terminó hace unos seis minutos, debería ir a dar clases —y se lo dice como si fuese tan urgente, aun así, ella observa el reloj y se da cuenta de que ha pasado varios minutos pensando. Le preocupa caer en algún tipo de depresión o trauma de tanto atraer esos pensamientos negativos a su vida. —Lo lamento mucho, ahora mismo voy al aula —le responde. Como siempre pierde la noción del tiempo cuando piensa en cómo sería su vida ideal o cuando piensa boberías. Se dirigió al aula número dieciocho que se encuentra en el segundo piso de la facultad de ingeniería a impartir clases a los jóvenes deseosos de adquirir aprendizaje, así como también adquirir herpes genital de tanto coger en los baños de la universidad con cualquiera, ¿No pueden ir a sus putas casas?, es una de las cosas que Lucy suele pensar al escuchar gemidos dentro de los baños de los chicos cuando se dirige al baño de damas. Es asqueroso entrar al lavado y verlos montando a sus... hembras con complejo de niña fresa. Ya ni siquiera puede uno cagar en paz sin tener que escuchar sus gritos de zorritas se dice ella misma, pero bueno la vida está llena de decepciones para unos y aventuras para otros, lastimosamente le tocó la primera, pero se está acostumbrando… o eso cree. Como de costumbre al salir de la universidad suele ir con los colegas de trabajo a un bar al que van a dejar su dinero y sus angustias, así como las bragas si se descuidan un momento de los pervertidos sádicos que suelen emborracharse ahí. Aunque es un bar de clase suelen ir todo tipo de personas, pero eso es lo divertido, nunca sabes a quién podrás conocer. —¿Ya vieron a ese macho que está por allá? —señala uno de los colegas. Ella voltea a verle, pero realmente deja mucho que desear como partido tomando en cuenta sus elegantes estándares. —¿Cuál dices? ¿Aquél? —le dice su colega Sonia. —Vaya que tienes malos gustos Sajir. Sajir es el amigo hindú de Lucy y es gay. Ni siquiera ella sabía que de un país como india podía provenir alguien como él, sobre todo porque su cultura es bastante extraña pero así le aprecia y le quiere un montón. —Tiene pinta de tener grande el pene eso es lo que me importa, quiero sentir un gran pene en mi ano —dice con deseo. “Vaya deseos los de mi amigo —piensa Lucy—, pero incluso él tiene derecho a fantasear con quien se le pegue la gana, no soy quien para juzgarle cuando mis osos de peluche han visto cosas que no deberían”. —Qué asco Sajir —Lucy y Sonia se ríen de él. —Eres una amargada Sonia. Sonia es otra colega con quien ella suele salir bastante y también es su mejor amiga, tiene solo tres años más que Lucy, pero hacen toda clase de locuras juntas como si fuesen niñas pequeñas. —Va, mejor hablemos de Lucy —propone Sonia y le hace pensar en lo mucho que le gustaría decir si tuviese una vida interesante. Pero, aunque Lucy quisiera poder hablar de ella no tendría nada interesante para contar puesto que su única vida social es en la universidad. —¿De mí? —dice mientras se tomaba su cerveza con esperanza de que solo con dos ya se le olvidara hasta el nombre. —Sí, quiero saber si estás dispuesta a conocer a un amigo que… —ella sabía que de seguro era uno de sus raros amigos que tiran para los dos lados con extrañas fantasías sexuales, no es que le desagraden esas personas, pero no quiere tener nada que ver con sexo entre personas extrañas. —Olvídalo —le interrumpe y no lo deja continuar, seguro insistiría demasiado y luego ella terminaría cediendo como estúpida. —Tus amigos son un fastidio, jamás me has presentado a nadie que valga la pena Sajir. —Lucy tiene razón Sajir, en cambio a mí se me ocurrió una mejor idea —dijo Sonia y Lucy se empieza a preocupar por esa carita de emoción que lleva, no sé sabe si está borracha o si actúa como adolescente por capricho. —A ver ilumínanos con tus grandiosos conocimientos —a Sonia no se le suelen ocurrir muy buenas ideas, pero considerando que no piensa cosas tan descabelladas como Sajir Lucy accede a escuchar. —Iremos a una fiesta nudista —en ese momento Lucy cree que está escuchando mal seguramente por haber bebido demasiado. Ella se observa y se da cuenta de que apenas va por su segunda ronda y se encuentra en perfecto estado. —¿Cuánto has bebido? —pregunta Sajir después de soltar una pequeña risa que no escondía nada más que emoción y satisfacción. Era obvio que le gustaba la idea. —No me parece una buena idea —les dice a ambos ya que los ve con intenciones de arrastrarla con ellos. —Además no tengo tiempo para estar mostrando mi cuerpo en público, y se supone que tú a penas y te divorciaste hace dos meses —le dice a Sonia. —¡Exacto! ¿No lo ves? Soy libre de hacer lo que quiera —eso a Lucy le sonaba como buscar sexo por despecho o algo así. No estaba convencida del todo de ir a un lugar con gente desnuda caminando por todos lados. —Pero no intentes arrastras a los demás a tus locuras —responde Lucy y voltea la mirada nuevamente al frente para contar las botellas de la estantería y ver si el alcohol no está haciendo efectos todavía. —Yo me apunto —dice Sajir. —Era de esperarse tonto —le dice Lucy y se ríe. —Pero yo por otro lado no quiero arriesgar mi integridad. —Lucy es hora de que te sueltes un poco y vivas la vida cariño, tu v****a no será deseada por siempre, muy pronto solo podrás usarla para ir a orinar y te vas a lamentar. —Tú y tus conclusiones —se inclina la cerveza y termina de beberla. —Mira, escuché de una chica en la universidad que darían una fiesta nudista en un hotel, es como una especie de evento hecho para mujeres que quieren conocer hombres ricos y guapos o simplemente tener una aventura con alguno, puedes ser una Sugar Baby y tener un Sugar Daddy —al escuchar eso Lucy sintió un extraño sentimiento dentro de ella. —Además usan antifaces nadie sabría que eres tú, se permite ir en ropa interior o sin nada esas son las reglas. —No lo sé Sonia no me siento segura con eso —el cuerpo de Lucy no había sido mandado a hacer a la medida y le apenaba tener que desnudarse en un lugar donde hay salchichas al aire. —Hazlo Lucy, ha llegado el momento de que enseñes ese cuerpo que escondes debajo de esos vaqueros y le hagas saber a esos hombres de lo que se han perdido desde que te llegó el periodo y te hiciste toda una mujer. Sajir estaba bastante poético, quizá sea por haberse bebido cinco margaritas seguidas, pero Lucy creía que tenía razón. En Nueva York es muy común esta clase de eventos donde puedes ir a conocer personas y tener una aventura. Además, solo iría a dar un vistazo tampoco le abriría las piernas a cualquiera. —¿Sabes qué? Tienes razón —por primera vez ella piensa que, aunque tomará una decisión estúpida no se arrepentirá de ello. —Es hora de mostrar que puedo conquistar y seducir a cualquier hombre sin ayuda de manuales o seminarios online, vamos a ir a esa fiesta y vamos a volvernos locas de una vez por todas. —¡Así se habla Lucy! —chocaron sus botellas para brindar. —Ahora si eres toda una guerrera. —¡Vayamos a esa mierda a mostrar las tetas! —extrañamente Lucy sintió la necesidad de gritar eso. —Lucy creo que no deberías gritar eso en un lugar como este —le dice Sajir en voz baja, al mirar a los lados se da cuenta de que ha captado la atención de muchos hombres y algunas chicas. —Mierda... Era hora de ponerse bonita así que fueron a casa de Lucy a cambiarse y a escoger su mejor ropa interior, menos mal tenía un par de bragas bien seductoras guardadas, aunque nunca las había usado, esperaba mostrarlas a un novio o algo así. Siguieron bebiendo un poco antes de irse, así entraría en calor y no le daría vergüenza al llegar y tener que quitarse la ropa. Las bragas eran color n***o y rojo igual que el brasier, se colocó maquillaje y pintó sus labios, se sentía hermosa y toda una perra, se sentía empoderada y con ganas de comerse el mundo y una polla también. Al llegar al sitio los encargados del hotel se hacen cargo de la ropa que te quitas, tú decides cuántas piezas dejar, Sonia y Sajir estaban en pelotas, pero Lucy por otro lado se sentía más segura de ella misma en ropa interior. No más entrar y ya se notaba la cantidad de personas que habían asistido al evento, mujeres y hombres jóvenes, así como ancianos, de hecho, eso era lo más asqueroso y perturbador, verle el pene a una persona de más de cincuenta años, ¿Quién coño querría ver un pene arrugado y muerto? Ya ni se les debe parar, creía ella. —¿Lo ves? Nada mal Lucy —Sonia y Sajir se deleitan del paisaje mientras que ella solo puede pensar “¿Oh Dios mío que estoy haciendo aquí?” —Sí... ya veo que ustedes dos se divierten —el efecto del alcohol no le hacía ver lindo a nadie. —¿Bromeas? Por fin siento que puedo ser libre —dice Sajir. —No sé ustedes dos, pero yo voy a ir por ahí a buscar hombres, no se vayan muy lejos. —Suerte, aquí estaremos esperando —respondió Lucy. —Parece que solo seremos nosotras dos Sonia —y como si la vida la quisiera castigar un hombre se acercó a Sonia para invitarla a tomar un trago. Se alejó y dejó sola a Lucy en medio de una multitud de personas desnudas. —No jodas, que hija de puta —dijo en un tono bajito. Estaba sola, semidesnuda y se le estaba pasando el efecto del alcohol, gracias a Dios que las bebidas eran gratis como si los incitaran a beber y hacer de las suyas. En ese momento donde bebió sin medirse Lucy no recordó mucho de lo que pasó después, solo que se despertó al día siguiente en un lugar que no era su casa y ahí estaba él... observándola con sus ojos controladores, esos ojos color verde, los labios gruesos y esa piel morena, así como su entrenado y muy firme cuerpo y sobre todo su egocéntrica forma de hablar que le volvía loca. —Buenos días princesa ¿Dormiste bien?
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