Benjamín Anguiano observaba a sus sobrinas, Roberta y Rebeca, mientras jugaban en el enorme jardín de la casa de su socio comercial, una casa que no soñó poder pisar luego de que dicho socio lo amenazara con hacerlo pedazos si es que seguía haciendo sufrir a su hija, y que era vigilado por dos hombres que le miraban con más odio que recelo.
Por su parte, las dos mujeres en ese lugar parecían ignorar su presencia, ellas estaban concentradas en disfrutar de la compañía de sus amadas sobrinas, cuyas risas resonaban como una melodía armoniosa, llenando el aire de una alegría contagiosa. Benjamín, todavía adaptándose a su nuevo rol, sentía una mezcla de nerviosismo y emoción, y también la incomodidad de estar en un lugar donde no parecía bien recibido y dónde la estrella del lugar, Estrella Miller, lo trataba como si fuera nada.
—¿Cómo se encuentra hoy, Benjamín? —preguntó Rebecca Morelli, madre de la mujer que más lo odiaba en la vida, quien, tras caminar a él sin que él se diera cuenta, terminó sentándose a su lado en la banca.
Benjamín suspiró, con la mirada fija en las gemelas que jugaban a unos metros de distancia al lado de una mujer que parecía la verdadera madre de ese par.
—Creo que… demasiado agobiado —respondió el hombre, sincerándose al fin con alguien—, ahora siento que apresuré las cosas, y por correr no me di tiempo de ver ni pensar en nada.
—¿Te arrepientes? —preguntó la mayor, interpretando así sus palabras y su lacónica expresión.
—Creo que sí —declaró Benjamín Anguiano, enfrentando a lo que parecía una mujer buena y sensata—, creo que hice mucho daño innecesario, y que todo se va a poner peor porque, aunque sé que me apresuré, sigo pensando que lo mejor para ella es estar conmigo, porque soy su tío.
—Y aun así se sienten y se ven mejor con ella, ¿verdad? —preguntó Rebecca y al otro no le quedó más que asentir luego de sonreír un poco avergonzado, pues lo que esa mujer mencionaba era algo que no se había podido sacar de la cabeza en ningún momento desde que Estrella fue a su casa a cuidar del par de niñas enfermas.
» Sabes —continuó hablando la mujer tras no recibir ninguna respuesta verbal de parte de él—. No es fácil convertirse en padre de un día para otro, a Estrella le costó mucho, también, sobre todo porque las debió sacar de una terrible depresión; sin embargo, si de verdad quieres lo mejor para ellas, te puedo recomendar dos cosas: estar presente y dar lo mejor para ellas.
El que escuchaba, sentía que su consejo no era malo, lo malo era que no sabía cómo lo llevaría a cabo, porque a veces no tenía ni tiempo para sí mismo, mucho menos lo tendría para ese par.
Y, al pensar en eso, recordó haber recriminado a la que una vez quiso ser madre de sus sobrinas por llevarlas a la guardería en lugar de cuidarlas ella misma.
» Y, sobre la primera cosa, permíteme aclararte algo, no se trata solo de estar ahí físicamente, si no emocionalmente —recalcó Rebecca Miller—, porque lo que sigue, luego de una separación, será una tristeza tan profunda que podría terminar en depresión. El trabajo duro nos toca a nosotros, a mí con mi bebé, y a ti con las tuyas. Mucha suerte con eso.
Benjamín sintió, con esas palabras, como si la sensata mujer que conoció un par de minutos atrás se hubiera convertido en algo cruel, pues le estaba augurando algo muy malo, y sonaba a que se lo merecía por haber hecho sufrir a la que llamó su bebé.
Las risas de Roberta y Rebeca lo devolvieron al presente, y las vio correr con sus caritas iluminadas por la felicidad hasta los dos hombres que lo seguían mirando mal de vez en cuando, y a quienes se añadían Rebecca y Estrella.
—¡Tío Chase, abuelo Aless, miden lo que contamos! —exclamó Roberta, mostrándoles una colección de piedras brillantes—. Son como un tesodo, ¿vedad?
Y, mirándose entre ellos, los miembros de una bella familia intercambiaron una mirada cómplice antes de dirigir su atención a las niñas.
En ese momento, Benjamín confirmó lo que había estado sospechando: ser padre de ese par no iba a ser nada fácil porque, tal como Rebecca lo dijo, Estrella lo había tenido difícil también al inicio, pero lo superó, seguramente gracias a su amada familia; sin embargo, él estaba solo, y darse cuenta de eso lo llenó de terror.
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—Cuando dijiste que querías verlas no pensé que te limitarías a solo verlas —declaró Estrella cuando, tras que todos volvieran a casa para comer, se acercó al hombre que las observó un montón de rato en el jardín de su casa.
—No vi oportunidad de inmiscuirme entre ustedes —declaró el hombre, que, en realidad, justo así se había sentido todo el tiempo: como si no pudiera formar parte de eso.
—Pues, si no las ves, te recomiendo fabricarlas, porque, si te digo la verdad, te culpan tanto como yo de que nos separamos antes y nos vamos a separar después, así que no te van a querer solo con verte, tienes que ganártelas —explicó Estrella, en el mismo tono frío y casi cruel que había usado la madre de esa joven minutos atrás.
—Es difícil cuando no hay nada a mi favor —declaró el hombre en una amarga sonrisa—, aquí no soy bienvenido, y no solo ellas son renuentes a mí, tú me odias, a tu madre no le agrado y tu padre y hermano tienen cara de que me van a morder si me acerco a ti.
Estrella no pudo evitar reír, esa comparación que él hacía era una que había pensado también cuando los hombres de su casa se encontraron con el tío de unas que ya no podían llamar su familia, y todo por causa de Benjamín Anguiano.
» Yo creo que por hoy ya incomodé demasiado —declaró Benjamín, poniéndose en pie, tranquilo por haber recibido más que malas caras de parte de esa joven—, veámonos luego en un lugar más neutral, para sentir que somos uno contra uno, y no todos contra mí.
—De acuerdo —dijo Estrella, que no podía dejar de sentirse un poco culpable por la incomodidad de ese hombre que, tal vez, no era del todo malo, aunque en su cuento fuera el cruel villano—. Que te vaya bien y te atropelle un tren.
Y, tras unas horribles palabras, parte de un juego de palabras infantil popular, uno abrió los ojos enormes y la otra se rio a carcajadas, más por la expresión del hombre que porque ese juego sin chiste pudiera ser divertido.