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1841 Words
—Ya entiendo porqué lo quiere.— Noah infla su pecho cruzada de brazos. Estaba acostumbrada a ver a su hermano en las peleas y a pesar de qué lo hacía en otra disciplina, boxeo era boxeo, de todos modos, no podía dejar de impresionarse cuándo lo veía golpear a su contrincante de aquella manera. Era una forma tan bestial en la qué se desenvolvía, que de allí había sacado su apodo, siendo imposible dejar de ver. —Me alegra que ya estés acostumbrada a todo esto, cualquier otra estaría pálida.— Bromea tomándola de los hombros para dirigirse hacia el pasillo por el cuál ingresaron. La pelea había finalizado hace poquisimos minutos, y León, prácticamente, se había escapado de ambos en cuánto la reconoció. Siendo mucho más fácil reconocer a una mujer en aquel antro que a su hermano qué podía llegar a camuflarse entre los demás. —¡Tampoco me da gusto verte ensagrentado, pero ya nací viéndote así!— Murmura restándole importancia. Era tarde y ya quería estar en su cama, por lo cuál cuánto antes terminarán con aquello, mejor sería para ella. Enzo avanza detrás de ella, y frena en seco cuándo uno de los espectadores se presenta frente a su hermana con dobles intenciones. —¡Mala idea, amigo!— Demanda aplicando un movimiento en su hombro qué lo hace arde de dolor. —¿Era necesario?— Lo mira frustrada. Enzo alza su vista hacia ella, dejando en el suelo a ese mismo sujeto que intento propasarse con su hermana mientras se dirigían a los vestuarios. Siquiera le dió la posibilidad de decir una sola palabra, en cuánto vio qué estaba acercando su mano para tocar su cintura, supo lo qué tenía qué hacer y no lo dudo ni un sólo segundo. —Si.— Sube sus hombros divertido. Siendo imposible para Noah enojarse ante aquel rostro de carilindo. —No todo siempre se puede resolver de manera violenta, Enzo, yo podía tranquilamente ubicarlo en su lugar.— Muerde su labio, negando con la cabeza ante los arranques de rabia que solía tener su hermano. —¡Me gusta ese camino!— Canturrea relajado. No creyendo que fuera tanto escándalo. Y lo confirma cuándo Noah suspira ignorando su respuesta para evitar tener una confrontación para con él qué va a terminar en nada. Sólo se concentra en encontrar la habitación por la que creía qué se había pedido León, y lo confirma cuando hay un custodio, puesto por el lugar, parado en su puerta. Siempre se le daba a los ganadores una custodia para qué pudieran tomar sus cosas con calma y nadie los interrumpiera. —Tu turno.— Sonríe cínica señalando hacia el grandote. Enzo sonríe de costado con un guiño de ojo. —En realidad, es tu turno.— Acaricia su mejilla burlón. Noah no llega a responderle qué el custodio les habla llamando la atención de ambos. —¿Ustedes no se cansan de que les rechacé esté tipo? Tengo qué decir qué es admirable la perseverancia qué tienen, o qué su sueldo es bueno.— Se burla instantáneamente de ellos al verlos. Enzo hace una mueca con sus labios. —¿Que decirte? Me gusta la adrenalina.— Demanda divertido. El guardia sólo sonríe negando con la cabeza, no tenía nada contra ellos y a gatas qué conocía a León, por lo cuál no podía tomar partido por ninguno de los dos bandos. —Hoy nos abrirá, así qué te agradecería qué le digas que estamos acá...— Noah llama su atención. Él la observa con más lujuria de lo normal, y es Enzo quién carraspea para llamar su atención con un guiño de ojo. —Sera mejor qué nos anúncies.— Sisea con un movimiento de cabeza. Noah alza su barbilla, no dejándose intimidar, y queriéndole demostrar a su hermano qué podía con un guardia cómo él. El grandote bufa, alzando sus manos, mientras se mete en la habitación. —Espero sea rápido.— Mira la hora y luego lo observa mordiendo su labio inferior de forma cansina. Enzo piensa exactamente igual. Le dieron un márgen para que se duche tranquilo y de una forma u otra en algún momento tendrá que salir, es por eso qué creen qué en esta oportunidad van a tener suerte de poder cruzar algunas palabras para con la bestia black. La puerta se abre y ellos prestan atención a la misma. —No quiere hablar chicos, van a tener qué irse con las manos vacías, una vez más.— El que les habla no es el custodio, sino que su amigo Nick. Noah observa a su hermano y se cruza de brazos de manera protectora. —¡Genial!— Bufa molesta. El morocho los mira con una mueca algo indescifrable en su rostro, y no sabe si poner una excusa o dejar las cosas así. No es tonto y sabe perfectamente porque ellos están allí, los conoce, al menos su apellido y a su padre y lo que aquello significa. Y no puede creer la perseverancia qué están teniendo para aparecerse en cada pelea qué su mejor amigo tiene en las cuevas clandestinas de la ciudad. —En algún momento va a tener que salir.— Enzo se carajea y mueve su cabeza a un costado. Nick se ríe y rasca su frente negando con la cabeza. —Yo... De verdad, no lo haría enloquecer, no después de una pelea qué fue demasiado facil para él y se quedó con las ganas...— Ahora la mueca es sincera. Ella avanza un paso y mira de arriba abajo a Nick. Pensando seriamente en qué no tiene la culpa de aquello, pero qué será el responsable de qué León Black no los quiera ver. —¡¡Es la tercera vez que venimos en la semana!!— Expulsa achinando sus ojos. —Y créeme que esté lugar imundo no es de mis favoritos. ¿Podrías al menos decirle al gorila de tu amigo que tenga la descencia de abrirnos y rechazarnos el mismo?— Coloca ambas manos en sus caderas. Nick remoja sus labios. Era una pequeña chispita enojada y sabía qué había más de dónde había venido aquello. —¿O es tan súper estrella que no puede?— Se carajea arqueando sus cejas. Enzo pasa una mano por el puente de su nariz, Noah ya estaba haciendo todo el trabajo qué él podría haber llegado a hacer con la intimidación y solo le quedaba ver cómo Nick intentaba encontrar una respuesta en su cabeza para no quedar balbucando. —Sólo queremos ofrecerle una prueba con Alaric Melle, pero si es tan estúpido cómo para desaprovechar una oportunidad así, entonces que se vaya a la mierda, no vamos a perder el tiempo con un cobarde.— Se da medía vuelta dispuesta a retirarse con los nervios de punta. Nick alza sus manos sin poder pronunciar una sóla palabra. Se quedó tieso al escucharla. La puerta rechina y el rubio sale por ella, lleva su buzo y otros pantalones deportivos, cómo con los que peleó hace un rato, su mandíbula apretada en alto mirando a ambos hermanos... Había escuchado completamente todo y no pudo evitar salir, teniendo que tener consideración en qué lo que Erick había dicho era cierto, había quedado con ganas de seguir boxeando y de alguna manera necesita a calmar sus ansias. —¿Estás muy apurada por irte de este lugar inmundo, princesita? ¿Es mucho para vos, verdad?— Mueve su cabeza a un costado. No hay una pisca de movimiento en su rostro, el mismo se encuentra serio. —¿Y qué te parece?— Arquea sus cejas enfrentándolo. Enzo se pone delante de ella y mira al rubio algo cansado, no queriendo tener que confrontar con él, menos siendo la hora qué es... Es una horas ya va a amanecer y tiene el mismo deseo de Noah de estar en su casa. —¿Podemos hablar?— Sisea en su dirección. León saca la mirada de ella y repara por primera vez en Enzo, luego niega con la cabeza y lo empuja para irse. —¡Ya les dieron qué no quiero hablar con nadie!— Demanda ronco. —Sea quien sea su maldito apellido.— Agrega con fastidio. —¡Siquiera sabes qué tenemos para proponerte, bestia!— Enzo alza sus manos. —Dejalo, sólo vámonos, es un imbécil más que piensa que porque tiene un poco de dinero sucio puede llevarse por delante al mundo.— Le hace saber rodeando los ojos. De un sólo movimiento y con un golpe seco, Noah queda contra la pared más cercana, soltando un pequeño jadeo. León la fulmina con la mirada. —¿Qué dijiste, zorra?— Escupe. Ella no baja su vista, a pesar de qué su espalda duele por el impacto, y qué no puede evitar hacer una mueca incómoda por la molestia en su columna, su mano tocandola la pone ligeramente incomoda, pero no sale ni una palabra de sus labios. Ambos están mirándose a los ojos, casi que matandose, sin darse cuenta de qué en menos de ocho segundos Enzo la separa de León. Nick mira la escena negando con la cabeza. —Con ella no...— Le hace saber, demostrando su fuerza. León sonríe con ironía alzando sus manos. —¡Su protector, lo olvidaba!— Se carajea mordiendo su labio inferior. Noah achina sus ojos incrédula. Enzo vuelve a arremeter contra él. —¡Ni se te ocurra volver a ponerle una mano encima!— Amenaza empujándolo. El rubio sabe quién es y que no le conviene pelear con un campeón de MMA, no estima que no pueda ganarle, pero quién estuvo en la jaula tiene mucha más experiencia que cualquier luchador ilegal. —¡No vuelvan a buscarme entonces!— Le dice fuerte y claro. Enzo le entrega una tarjeta y toma a la castaña por la mano para sacarla de allí. —Ahi vas a encontrar el camino correcto en este mundo ilegal, si es esto lo que te interesa.— Lo mira una vez más de arriba abajo. León no corta la mirada con ella, mientras desaparece pero toma la tarjeta que Enzo le dió, arrugandola contra su puño. Golpea la pared y apoya su cabeza allí, aún algunas gotas húmedas de su cabello caen sobre su ropa. No se siente conforme con haberla golpeado contra la pared, pero no puede quitar de su mente su perfume y sus ojos tan profundos. —Bestia...— Chasquea la lengua Nick negando la cabeza. —¿Hum?— León achina sus ojos al tener su atención. Nick infla su pecho viendo por dónde se fueron los hermanos Melle. —¿Estás bien?— Hace una mueca con su rostro preocupado. Se mantiene alejado del rubio, ya qué en cuanto su estado de humor se pone n***o, el mundo puede estallar a su alrededor. —No me esperes...— Toma su bolso y se lo cruza en su pecho saliendo con furia del lugar.
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