Capituló 1

1554 Words
— Sr. castillo, su hija está muy mala y flaca. Incluso abortó en el instituto,¡ y todo el colegio lo sabía! Causa tanto revuelo que los padres firmaron una petición para expulsaran del colegio. Con su terrible historia... —¡esas son información falsas! ¡Son sólo rumores! Maestro Eduardo, por favor eche un vistazo a la declaración jurada! Acaba de cumplir 18 años, así que sin duda vale un buen precio. — así que Sr Castillo pensó vender a su hija ¿cuál será su precio?. — ¡200.000! —¡ al menos 100.000! — bien 100.000, si insiste. Le transferirá la cantidad a su cuenta. Con eso, el padre biológico de Isabela Castillo , Juan Castillo la vendió a Eduardo veras por 100.000 dólares. A pesar de no haber conocido a su padre biológico desde nació, Eduardo calculó que el negocio de José estaba al borde de la quiebra porque Isabela tenía una carta astral desafiante que dominaba el destino de la familia Castillo. Dio que la casualidad de que Eduardo conoce a un viejo soltero que muy probablemente podría superar la mala suerte de la joven, por lo que decidió hacer de casamentero. Eduardo tenía el aspecto de un joven caballero, pero entró la alta sociedad de la cuidad Haití, tenía un estatus y un prestigio sobresalientes. De hecho, era conocido como el gran director instituto De la cuidad Haití por lo tanto, nadie lo cuestionará, aunque hiciera una afirmación absurda. Isabela se aferraba a un vieja maleta y llevaba un vestido viejo y raído mientras permanecía en un rincón con la cabeza inclinada. La expresión de abandono en su rostro bronceado y demacrado parecía estar aturdida. Sus ojos parecían vacíos; reflejaban desolación en ellos. Entre todos la declaración jurada de su probaba pérdida de su virginidad, pero en ese momento, ella era solo un recipiente vacío y entumecido. >>. Juan se marchó a toda prisa, ni siquiera dedicar una mirada a Isabela. La trato como a la peste , queriendo distancia lo más posible de ella para evitar que le causara más daño a su patrimonio. — cuando se marchó ella todavía se agachada mientras cargada con su viejo bolso y arrastraba su maleta para seguir a Eduardo fuera de las puertas de cristal oscuro. Justo cuando era tan pobre que apenas podía alimentarse y vivía en la calle, su padre llegó como un ángel bajado de los cielos. La llevo al hospital para que la examinaran y le hicieran una declaración jurada sobre qué era su verdadero padre. Después, la envío a un hotel para se lavará y se cambiará de ropa antes de enviarla a su destinado. No había comido nada en todo lo día , por lo que su estómago empezó a rugir de hambre. Era una tarde finales de mayo y el sol era muy caliente. Isabela estaba de pie bajo el sol abrasador con la cabeza inclinada, y su piel muy bronceada por el sol. Eduardo con su traje y zapatos de cuero, formado un marcado contraste en comparación con el aspecto de Sofía. Abrió un paraguas n***o para cubrirse mientras hacía una llamada telefónica. —¿hola? Anciano, ¿ aún estás en camino? Tengo a su señora conmigo le doy otros diez minutos antes de enviar a su futuro mujer a otra familia si no llega a tiempo. Isabela, que no había pronunciado ni una palabra hasta el momento, aguzó las orejas al oír lo que digo Eduardo. > por lo que oír que mi futuro esposo tiene una carta astral difícil, y que por eso ha causado la muerte de sus familiares y cualquier que se involucre con el terminaría con mala fortuna. Resulta que me complementa, ya que cuando nació murió mi madre después; a los 10 años mi abuela murió, e incluso cause que mi padre biológico casi en la arruina. A pesar que no lo conocido muy bien. Isabela está en su pensamiento tratar de averiguar el aspecto de su futuro marido ósea que era impotente.>. Isabela levantó la cabeza se fijaron en Eduardo con inocencia tenía un mal presentimiento. > No pudo evitar sentirme aterrada al mirar a su marido que era casi perfecto.> ni está calvo. En ese caso debe tener algún razón para no está con una mujer ósea debe ser un psicópata, o está loco por muy guapo que sea. - por lo pensamiento loca de Isabela se se le doblaron las rodillas. Sintió que debía ser más obediente y proa tica para no sufrir en casa de su marido. Por lo tanto me armó de valor y dio un par de pasos hacia adelante mientras tomaba la iniciativa para romper el silencio. — Mari.... Antes de que pudiera terminar mi saludo > se dio la vuelta con frialdad mientras abrió con respeto la puerta trasera del Maybach. Una pierna, que era incluso más larga y delgada que él hombres de antes, salió del coche con un pantalón de traje... Un hombre con una camisa n***o, el fino material de la camisa no podría ocultar su cuerpo perfectamente proporcionado y esculpido. Estaba de pie, como si diera la bienvenida a la brisa, y tenía un figura de modelo. Su pelo corto parecía desordenado, pero era muy elegante. Tenía varios mechones de pelo suelto en la frente, que refleja la luz del sol. Sus apuestas y prominentes rasgos pareció especialmente guapo ni siquiera su gafas pude ocultar su aspecto. Estaba de espalda a la luz del sol, por lo que pareció el dios griego con su halo. Isabela se quedó tan asombrada que se olvido de su salud de antes; en su lugar , se limitó a mirar él al hombre delante de él sin pestañear. El hombre se quitó las gafas de sol poco a poco y sus profundos ojos se clavaron en los de Isabela. los ojos del hombre comenzó estudió la mujer que está delante del el de forma minuciosa mientras la observaban varias veces. La primera vez que la miró de arriba a abajo parecía estar un poco disgustado porque frunció el ceño. Cuando la miró por segunda vez , pareció estar tratando de convencerse a sí mismo mientras reprimió su asco con fuerza. Después de eso, relajó su ceño cuando la miró por tercera vez, y un rastro de cariño apareció en sus ojos. Se acercó a Isabela y provocó una ráfaga de viento helado. Su mirada estaba fija en ella , pero su mano se alzó de repente para tomar el paraguas n***o de Eduardo. El hombre sostuvo el paraguas sobre la cabeza de Isabela para protegerla del sol, y ella se sintió fresca bajo la sombra. El hombre lo miró con frialdad a Eduardo y por fin rompió el silencio. —¡ estás exponiendo a Mi Mujer bajo esta ardiente sol!
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