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Isabela pensó que lo había confundido con otra persona. Se froto los ojos, pero Damián seguía allí, con el mismo aspecto que el hombre que apareció en su certificado de matrimonio.
Empujó apenas el hombre de Naomia y miró a Damián con incredulidad.
— ¡Hija, creo que estoy viendo a tu padre! ¿Estoy alucinando?
Naomia levantó la cabeza y miró al hombre que había atravesado la noche y el día. Hizo un mochín con los labios y no pareció sorprenderse en absoluto; pensando que su apellido también era Martínez, no había nada raro en que su padre se presentara en el cuartel.
Para evitar ver sus demostraciones de afecto Antes, Naomia se dio la vuelta y salió corriendo.
De repente, sólo quedaron Damián y Isabela.
Damián sonreía mientras daba dos pasos hacia delante y abrazaba a Isabela.
