La pierna me duele, y el ardor es un pulso constante en mi pierna, pero gracias a Maxon y la crema que me colocó, ahora se siente mucho mejor. Ni siquiera es necesario que me siga cargando hasta el bote, pero él no quiere que camine así que lo dejo. Me deja sobre el sofá de mi habitación y nota la cama aun hecha, con toda la ropa que saqué puesta a un lado. No pregunta en donde dormí, tampoco el motivo de porque no quise dormir en ella, en cambio toma su teléfono y dice:― Lleven las cosas de la señorita Miller a mi habitación.― a quien quiera que esté en el otro lado de la línea. Intenta tomarme de nuevo en sus brazos pero esta vez sí objeto. ―Ey, ey, ey, párate ahí campeón. Estoy bien, puedo caminar.― Maxon me observa como si no entendiera lo que digo― Estoy bien. No necesito robarte

