06 El intruso

1612 Words
Ethan Si me hubiese hecho caso desde el principio no estaríamos en esta situación, estaría disfrutando de nuestra mutua compañía, tú haciendo tus cosas de humana, yo haciendo mi deber de guardián, yo estaría tranquilo y no estaría aquí pensando en que hacer para alejar a ese Imán de problema de tu vida, para que no pase algo realmente malo para ti, pero no, como la señorita le encanta hacerse la del odio sordo aquí estamos, aquí estamos. -Repetí con evidente molestia, como me frustraba esta situación, era realmente agotador ser un ángel, si un ser sin autoridad de poderle dar un pecoso a su asignada, para que le hiciera caso. Me senté en la cama, mientras la observaba, había muchas cosas que no conseguía entender de los humanos, pero de algo estaba claro, mi padre le había regalado los sentimientos a ellos, y a los ángeles no, supongo que son esos mismos sentimientos los que los impulsan a actuar de manera tan irracional, a los humanos le encantaba meterse en problemas y luego esperar o rogar para que milagrosamente desaparezca, al parecer seguían sin darse cuenta de que las cosas no eran así de fácil y que por más que quisiéramos a veces ayudar, estos asuntos se nos salían de las manos, después de todo el 99% de las veces las personas solían proporcionárselas cosas y luego le echaban la culpa a los seres oscuros, sino que Dios le había abandonado, debió haber pensado mejor antes de tomar esa decisión, pero nadie se preguntaba, cuál será la voluntad de mi padre, si no seguro es voluntad de Dios, cuando claramente estás eligiendo tú, lo que quieres y deseas en ese momento, jamás nadie estuvo más equivocado que aquella persona que dijo, la respuesta está en el corazón, cuando evidentemente ese corazón no está siendo dirigido por la razón, olvido aclarar que si el corazón está impulsado por sentimientos puros, estarás en el camino correcto, un alma que busca hacer el bien y servir, se encamina sin duda hacia mi padre, pero un corazón sucio y dirigido por los placeres del mundo, no conduce hacia los caminos de mi padre, mi padre cuida a los justos y buenos de corazón. Ella se había quedado dormida, yo seguía ensimismado en mis pensamientos, justo en este momento había recordado esa historia que me contó mi padre, aquella tarde que le había cuestionado, sobre la humanidad y el porqué le perdonaba siempre. Hace muchos años existió un árbol de manzanas donde un pequeño niño solía jugar. Él le tenía un gran amor, pues podía treparlo, le daba sombra y alimento. Pero con el paso del tiempo, el pequeño creció y nunca volvió a jugar alrededor del enorme árbol. Un día, el muchacho regresó y escuchó que el árbol le dijo: – Estoy muy triste, juega conmigo. Pero el muchacho le respondió: – Ya no soy el mismo niño que solía jugar en el árbol. Ahora quiero juguetes y necesito dinero para comprarlos. – Lo siento -dijo el árbol-. No tengo dinero, pero puedes tomar mis manzanas y venderlas. De esta manera tendrás dinero para tus juguetes. El muchacho se sintió muy feliz y procedió a cortar las manzanas, las vendió y obtuvo el dinero. Entonces, el árbol fue feliz de nuevo. Pero el muchacho no volvió después de la venta de las frutas, por lo que el árbol volvió a estar triste. Tiempo después, el muchacho -ahora todo un hombre- regresó y el árbol se alegró de verlo. Le dijo: -¿Vienes a jugar conmigo? -No tengo tiempo para jugar -le contestó -Debo trabajar para mi familia, pues necesito una casa para mi esposa e hijos. ¿Podrías ayudarme? El árbol respondió: -No tengo una casa para ti, pero puedes cortar mis ramas y construir una con mi madera. El hombre cortó todas las ramas del árbol y, a pesar del sacrificio, esto hizo feliz al árbol. Sin embargo, después de haber construido su casa, el hombre no volvió y el árbol volvió a sentirse triste y solitario. Un cálido día de verano el hombre regresó y el árbol preguntó con alegría: -¿Jugarás conmigo? -No. Estoy triste pues me estoy volviendo viejo. Quiero un bote para navegar y descansar. ¿Podrías darme uno? El árbol contestó: -No tengo un bote, pero puedes usar mi tronco para que construyas uno y así puedas navegar y ser feliz. El hombre cortó el tronco y construyó su bote donde navegó por un largo tiempo. Después de muchos años, finalmente regresó con el árbol, pero este, preocupado, le dijo: -Lo siento, ya no tengo nada que darte. No puedo darte sombra, manzanas ni madera. El hombre respondió: -Yo no tengo dientes para morder ni fuerza para escalar. También estoy viejo. -Realmente no puedo darte nada -dijo el árbol con tristeza en sus palabras-. Lo único que me queda son mis raíces. -Yo no necesito mucho en este momento, solo un lugar para descansar -contestó el hombre-. Las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse después de tantos años. El hombre se sentó junto a las raíces del árbol, y el árbol volvió a ser feliz. La final de la historia me había dicho, que él era, El árbol, nuestros padres. Cuando somos jóvenes, amamos a papá y mamá, y jugamos con ellos. Cuando crecemos, solemos olvidarlos y solo regresamos a ellos cuando necesitamos algo o estamos en problemas. Pero no importa lo que nos agobie, ellos siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Quizás hayas pensado que el muchacho de la historia fue cruel contra el árbol, pero así somos muchos de nosotros. Valoremos a nuestros padres mientras los tenemos a nuestro lado, y si ya no están en este mundo, haz que la calidez de su amor viva siempre en tu corazón. Malia No sé cuanto tiempo paso, solo que me había quedado dormida y que ahora llevaba rato dando vuelta en la cama y sin poder dormir, decido pararme y adelantar algunas de mis tareas pendientes, eran eso de las 2:00 pm, me dirijo al baño a lavarme la cara, una vez termino tomo mis cuadernos, la PC y algunas de mis cosas para salir a la sala de estudio. Aidan Despierto eran eso de las 6 de las mañana, me dispongo a salir de la habitación y hacer un poco de ejercicio, me gustaba ejercitarme en la mañana, tremendo susto me llevo a ver a la humana dormida sobre el escritorio, le observo con detenimiento, al parecer llevaba mucho tiempo alli, continuo mi paso y continuo hacia la salida. - Debe ser muy difícil. -dije antes de salir, él sabía que me refería a él, cada humano tiene asignado un guardián, y era sumamente difícil, cuidar y vigilar a alguien que no puedes tocar o hablarle, más que por señales, estaba penado intervenir en los designios que elija el humano, ¿Qué hacen entonces, los ángeles? Todos los ángeles están en la presencia de la visión beatífica, adorando a Dios. En el Evangelio de San Mateo, Jesús expresa: “Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos”. De una manera más precisa, los ángeles guardianes los ayudan durante toda su vida. Desde su comienzo hasta la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión. "Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducir su vida" (San Basilio Magno). Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios. En entonces, ¿Cómo es la ayuda que prestan los ángeles a las personas? Los ángeles ayudan de varias maneras, como por ejemplo, protegiéndonos del peligro físico. Pero más importante es su ayuda respecto del pecado. San Juan Bosco dijo: “Cuando os veáis tentados, invocad a su ángel. Él está más ansioso en ayudaros que vosotros en ser ayudados. Ignorad al demonio, no le temáis: él tiembla y huye cuando ve a vuestro ángel de la guarda”. ----------- Dos horas después regreso a la casa, aún continuaba dormida, continua mi camino a la cocina a prepararme algo para desayunar, me puse a preparar unos huevos, una vez término me dispongo a comérmelo, no pude evitar devolverme y girar los ojos en el proceso, ante lo que estaba a punto de hacer, me acerque con cuidado y la cargue suavemente, para llevarla a su recámara, - Esto sí, es interesante. -dije sonriendo y parando en seco, curioso ante lo que acababa de percibir, el aura de su ángel no era el de uno cualquiera, no un guardián normal, puede que me esté equivocando, pero pude sentir una presencia extraña. -No, me la voy a comer, al menos no por ahora. - Aléjate de ella. -le escuché decir, mientras se azotaban la puerta. -Sabes, esto lo acaba de hacer más interesante, alado. -dije con desprecio, y si aunque una vez fui uno, ya no poseía su gracia para verlo y mucho menos sus hermosas alas blancas, como la nieve, pero eso no me dolió tanto como me dolió la traición de mis hermanos, como me despreciaron, mirándome por encima del hombro, cuando me echaron de la casa. -Debes de saber, en particular, que no tengo una fascinación por los ángeles. -Ni, yo por los de tu especie impuro, aléjate de ella. -le escuché decir para sentir como me hervía la sangre, de rabia.
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