- Levántate, haragana - siento cómo el agua congelada se extiende por todo mi cuerpo y abro los ojos.
Me siento muy débil, tanto que abrir los ojos es un trabajo que requiere el doble de esfuerzo.
Dos hermosas hadas, pero malvadas, me levantan una de cada brazo. Es increíble como la belleza, no puede reemplazar la amabilidad.
Me llevan a un tipo de cueva más pequeña de donde estaba, es como una habitación, más bien como una cárcel, no tiene barrotes, pero tampoco puedo salir de aquí. No, si el gran señor de las hadas no me lo permite. Es una cueva encantada.
- Hueles, espantosamente horrible, chica - me dice otra hada. Esta es más pequeña con un cuerpo demasiado atlético.
Me quedé mirando sus grandes y redondos ojos, sus orejas puntiagudas y el gran cabello plateado que las caracteriza.
- ¿Eres muda? - pregunta al no encontrar respuesta de mi parte y niego con la cabeza. Con la poca fuerza que me queda artículo, unas pocas palabras que salen más bien como un susurro.
- A...gua - la veo moverse a una cuenca en el suelo y extender un recipiente para recoger un poco de agua.
No me importa de dónde sale, lo único que quiero es saciar esta sed que me está quemando. Tomo el cuenco con mis dos manos y lo llevo a mi boca, bebo tan rápido el agua que me ahogo cuando se riega en mi rostro y entra por mis narices. Soy una estúpida sedienta, y tengo que verme fatal. Pero no me importa, igual voy a morir en esta pocilga.
- Eres una humana muy bella. Tu cabello es precioso - esta pequeña hada, pasa sus manos huesudas con una perfecta manicura por mi cabello y me estremezco al sentir ese tacto.
Me aterra que de mi boca salga alguna palabra que pueda ofenderla y me golpee. Si lo hace, no creo resistir otro día más en este hueco fosilizado.
- Llévala al palacio, no puedo permitir que siga en este hueco de muerte - unas hadas de sexo masculino salen de las sombras. Estoy en un estado tan deplorable que ni siquiera me di cuenta de que no estábamos solas.
Un guarda, con cabello platado y armadura, pasa sus manos gentilmente debajo de mis piernas y me levanta para llevarme a donde sea que la preciosa hada le dijo.
Mi vida no la defino yo, así que no me resisto. Además, mi debilidad es tanta que hasta respirar me agota. Estoy tan agradecida de que no tenga que caminar a donde sea que me llevan.
Veo caminar al hada detrás del guarda que me lleva y detrás de ella vienen muchos otros con unas armaduras doradas.
"Será oro"
Es lo primero que pienso al verlo. En mi aldea es tan escaso y tan difícil de ver que es tan impresionante a mis ojos. Que si me dieran cualquier metal y me dicen que es oro, voy a creerles sin dudarlo.
Veo el camino que recorremos y al fondo puedo ver una rendija de luz.
"En serio estaba tan al fondo, o porque el camino me ha parecido tan largo"
Al ser cargada y meneada en cada paso de este fuerte guarda, mi corazón se calma, tanto que por primera vez en todo el tiempo que he estado aquí, quiero dormir y descansar. Es extraño que me sienta tan en calma o quizá estoy muriendo, quizá el aliento está tan calmado que está abandonando mi cuerpo huesudo y lleno de moretones.
Llegamos a la entrada y abro los ojos. Si voy a morir, quiero ver por última vez el cielo. Quiero verlo por última vez, no importa que me quede ciega por todo el tiempo que no he visto la luz solar. No me importa quedar ciega si la recompensa es ver la magnitud azulada sobre nosotros.
Mis lágrimas ruedan, no sé si es por la alegría, o por el cambio de iluminación. Jamás creí poder salir de esa cueva. No con vida, pero al parecer el destino tiene algo diferente para mí, que morir al lado de las ratas que me acompañaban cada día y amenazaban con comerme si dormía más del tiempo necesario, o de esa pequeña gota que caía cada segundo anunciándome el tiempo y cantando cuando caía al piso haciendo un hueco para beber agua de allí y tratar de no morir.
El destino está sellado, solo quiero saber qué tiene para mi vida, qué tiene para esta humana que se atrevió a matar a un príncipe del mundo de las hadas y que no puede salir de su mundo, porque debe su vida al servicio de algo que no conoce, algo mucho más grande que yo.
Con cada paso que da el guarda, mis ojos se cierran, se cierran en un vacío oscuro.
"Será mi muerte"