No sé cómo siguen funcionando mis piernas después de eso, pero Trace paga la cuenta y nos apresura hacia la puerta. Está claro, tiene un destino en mente, pero cuando saca su teléfono para pedir el coche, hace una pausa.
—Mierda—
—¿Qué pasa? —
—Trabajo— Aprieta los dientes. —Tengo que firmar unos papeles importantes. Tenemos que desviarnos a la oficina—
—Ah, bien—
No estoy en condiciones de discutir. De hecho, el viaje transcurre aturdido. Estoy mareada y atontada, pero solo he tomado media copa de vino.
Trace se detiene en la oficina y entramos. El lugar se ve diferente fuera del horario laboral, con oficinas vacías y solo unas pocas luces de seguridad tenues encendidas. Me lleva a su oficina y me dice que tome asiento. —Necesito poner mi firma en algunos papeles en el departamento legal. No tardaré nada—
Sale y voy a sentarme en el sofá, mi cuerpo temblando de anticipación. Me digo a mí misma que me relaje, aunque estoy tan tensa que prácticamente estoy vibrando.
¿Qué harás ahora?
Ya he tenido una pista de las “cosas obscenas” de las que es capaz Trace, y ahora se me hace agua la boca imaginando que más me depara esta noche. ¿Me tomará aquí mismo en el sofá? ¿En el escritorio? Entonces…Me detengo. Su teléfono esta sobre el escritorio de cristal, la pantalla aún brilla desde donde lo acaba de revisar. Sigue desbloqueado.
Salgo disparada del sofá y me acerco corriendo, haciendo clic en su registro de llamadas antes de que se active el bloqueo de tiempo. Me desplazo hacia abajo hasta anoche, más o menos a la hora en que estuvo en mi departamento, buscando algo de lo que llamó o recibió. Pero no hay nada.
Frunzo el ceño y vuelvo a comprobarlo. Eran alrededor de las nueve y media cuando se fue. Pero no hay llamadas registradas aquí entre las nueve y las diez de esa noche. ¿Qué significa eso? O borro el registro, o… Tiene otro teléfono.
Antes de que pueda procesar lo que esto podría significar, oigo pasos acercándose por el pasillo. Rápidamente cierro el teléfono y lo vuelvo a colocar donde lo encontré, luego doy unos pasos hacia la ventana, fingiendo admirar la vista.
—¿Todo listo? — pregunto, mirando a Trace mientras entra en la habitación.
Asiente. —Oficialmente estoy fuera del horario otra vez—
Se une a mí en la ventana, contemplando las luces de la ciudad. La vista desde aquí arriba es impresionante. Nueva York desplegada en una vista brillante, el edificio Empire State hasta el East River y el puente de Brooklyn mas allá. —No creo que me canse de esta vista— suspiro felizmente—
—Yo tampoco—
La voz de Trace es baja y llena de lujuria, y cuando me giro para mirarlo, me está mirando fijamente.
Me sonrojo, el deseo vuelve a rugir a la vida, salvaje en mis venas.
—¿Sabes que me gusta de este lugar después del horario laboral? — continúa. —No hay nadie alrededor. Tenemos el lugar para nosotros solos— Su sonrisa maliciosa regresa. —Eso significa que puedes hacer todo el ruido que quieras, Jessa—
La forma en que dice mi nombre es mi perdición. Es tan delicioso, como unos labios alrededor de una fresa madura. Mi corazón late con fuerza cuando se inclina y me besa la nuca, sus labios recorriendo mi piel desnuda.
Tiemblo y me giro para mirarlo, pero el me detiene. —No. No te muevas. Quédate ahí—
Toma mis manos y las coloca con las palmas hacia abajo contra el cristal frío, levantadas por mi cabeza. Ahora está de pie detrás de mí, con las manos libres para recorrer mi cuerpo, las yemas de los dedos rozando el vestido. Tiemblo bajo sus manos. Estoy expuesta aquí, justo contra la ventana, iluminada por el resplandor de la lampara de su escritorio.
—Alguien podría ver— susurro, sintiendo una emoción. Cualquiera en los edificios cercanos podría vernos juntos. verlo tocándome como su fuera mi dueño.
—¿Y? — Trace me provoca, sus manos rozando mis pechos, jugando con mis pezones a través de la tela. Me estremezco contra él. —Que miren—
Oh, Dios.
Sus manos rozan mi cintura, alcanzando ese único lazo. Un tirón, y mi vestido se abre, revelando mis bragas y sujetador de encaje n***o.
Oigo una inhalación siseante de Trace y siento una oleada de orgullo y poder. Yo provoqué eso.
Sus manos se vuelven posesivas ahora, acariciando mi piel desnuda. Es más áspero, y me encanta, presionando sin vergüenza sus palmas. La ciudad brilla debajo de nosotros, pero siento que estoy volando a mil millas de altura. Aprieta mis pechos, metiendo una mano en mis bragas y probando mi humedad, haciéndome apretar. Luego cae de rodillas.
Mis ojos medio cerrados se abren de golpe mientras baja mis bragas alrededor de mis tobillos y levanta mis pies a su vez para liberarlos.
—¿Qué estas…? —
Mi pregunta muere en mis labios mientras el levanta la vista, ojos gris oscuros y lujuriosos a la luz de la luna.
—Sabes exactamente lo que estoy haciendo— responde, pasando perezosamente una mano por el interior de mis muslos desnudos. Se mueve entre ellos, de rodillas de espaldas a la ventana. Debajo de mí, pero con el control en todo lo que importa.
—Voy a saborearte, Jessa. Voy a follarte con mi lengua hasta que grites mi nombre para que todos lo oigan—
Mi cerebro se queda en blanco. Es como mirar al sol, la fuerza de mi deseo. Lo borra todo, todo sentido y razón.
Y cuando se inclina y lame, caliente contra mí, casi pierdo la cabeza. su lengua es firme e indagadora, lamiendo mi clítoris, girando y dando vueltas en un ritmo vertiginoso. Un suave gemido resuena en la habitación. Mi gemido.
—Bien— murmura Trace, vibrando contra mí.
—Ahora, más fuerte—
Lame de nuevo, más fuerte, y me balanceo hacia adelante. Apoyándome contra el cristal mientras la sensación me domina. Es increíble, las cosas que la boca de este hombre puede hacer. Arrastrándome a un infierno; brillante y peligroso, y devastadoramente caliente. Y todo el tiempo, estoy expuesta aquí frente a la ventana para que todo el mundo lo vea. Para que todos puedan verme deshacerme.
La emoción me estremece, la boca de Trace me vuelve loca. Rodea con la yema de un dedo mi resbaladiza entrada y luego la sumerge. Me aprieto con fuerza a su alrededor. Se rie entre dientes.
—Paciencia. Te daré lo que necesitas, pero solo si eres buena chica. ¿puede ser buena para mí, Jessa? —
Asiento con entusiasmo. Cualquier cosa para mantener este placer, intenso y caliente en mis venas.
—Pues pídelo amablemente— dice Trace, mirándome burlonamente. ¿Qué quieres? —
—Tu…— consigo tartamudear. Mete un segundo dedo dentro de mí, pero solo las puntas. No es suficiente.
—Se especifica—
Oh, Dios.
Me está torturando, haciéndome decir las palabras en voz alta. —Porque si no quieres esto…— comienza a alejarse, y la perdida de presión es demasiado para soportar.
—¡No! ¡Por favor! — Me encuentro rogando. —Necesito…Necesito…—
—Dime—
Cierro los ojos para esconderme de la vergüenza. —Necesito tus dedos dentro de mi— susurro. —Lléname. Por favor, Trace—
—Tus deseos son ordenes—
Su boca desciende sobre mí de nuevo, caliente y rápida, y luego empuja sus dedos profundamente dentro de mí. flexionándose y llamándome. Gruesos y llenos. Mierda.
—¡Trace! —
Su lengua se arremolina más rápido, lamiéndome. Sus dedos empujan más profundo, una y otra vez, y luego siento otro deslizamiento dentro, estirándome hasta el límite. Sus labios se cierran alrededor de mi clítoris y chupa. Duro.
Exploto. El orgasmo me recorre, una oleada de placer que casi me hace caer al suelo. Pero Trace me sostiene, sujetándome allí, atrapándome contra su boca mientras me lame, me atrae más profundamente, haciendo que todo sea más intenso hasta que no puedo soportarlo más. Me separo, jadeando.
Mierda.
No tengo palabras. Ni siquiera sabía que fuera posible correrse tan fuerte.
Lentamente, Trace se pone de pie con una expresión de satisfacción en su rostro. —Te lo dije— dice sonriendo, y me doy cuenta de que todo lo que prometió acaba de suceder. Me hizo cosas obscenas. Le rogué por más. Me corrí gritando su nombre. Y disfruté cada minuto.
Todavía me estoy recuperando cuando una luz danza en la oficina de afuera y se oyen pasos. —¿Hola? — llama una voz.
No tengo tiempo para entrar en pánico. En un instante, Trace está a mi lado. —¿Quién anda ahí? — ladra, protegiéndome de la puerta con su cuerpo mientras me abrocha el vestido de nuevo con eficiencia.
La puerta se abre y un guardia de seguridad mira dentro. —Oh, señor Rosberg, lo siento. No sabía que había alguien aquí—
—Está bien, Jimmy— responde Trace con suavidad. —Solo otra noche larga. Gracias por confirmar—
—Buenas noches— nos dice Jimmy a ambos, a punto de irse, pero Trace lo detiene.
—En realidad, puedes acompañar a Jessa al vestíbulo. Mi chofer la espera para llevarla a casa. Asegúrate de que llegue sana y salva—
—Por supuesto—
Parpadeo sorprendida. ¿Me va a enviar a casa?
—¿Eso es todo? — pregunto de golpe.
Los labios de Trace se curvan divertidos. —Creo que ya hemos trabajado suficiente esta noche. Duerme un poco. Estoy seguro de que mañana tendrás mucho más en tu escritorio—
Asiente, como si me estuviera despidiendo. Como si hace cinco minutos, no estaba de rodillas, devorándome entera.
—Bien— respondo, recuperándome. Si quiere actuar como si de repente fuera desechable, entonces no voy a quedarme por ahí y ser humillada. —Debería descansar un poco, de todos modos. Todo este papeleo fue tan aburrido que casi me quedo dormida—
Trace se queda boquiabierto. ¡Ja! En tu cara hijo de puta. Consigo esbozar una sonrisa de victoria al salir por la puerta. Incluso consigo llegar hasta los ascensores sintiéndome como si hubiera tenido la última palabra. Entonces me doy cuenta: No llevo puestas mis bragas.