3- Una muñeca a la moda.

2550 Words
—Lo creyó— digo, aliviada de que la prueba haya terminado, incluso si una nueva apenas comienza. —Salió mejor de lo que esperaba— Christina se ilumina. —¡Sabía que podías hacerlo! Me sonríe, llena de calidez. —Ven, siéntate, cuéntamelo todo. ¿Quieres algo de beber? — pregunta sin esperar respuesta, vuelve a preguntar. —¿Soren? Té y champan. Esto se merece una celebración— Me guía hacia los sofás antiguos y se sienta cerca, como si fuéramos mejores amigas. —¿Parecía sospechoso? — pregunta frunciendo el ceño con preocupación. —No…Pensó que solo era una solicitante normal— —Bien— Christina exhala. Debe haber visto la vacilación en mi expresión, porque su sonrisa se transforma en algo más comprensivo. —Se que todas estas mentiras y subterfugios deben parecer una locura, pero tienes que entender que hare todo lo que sea para proteger la empresa de mi familia. Simplemente nunca pensé que tendría que protegerla de Trace— Asiento lentamente. Ya lo había oído antes, en esta casa y en este mismo sofá, cuando Christina me reclutó para esta misión encubierta. Al principio no tenía idea de en qué retorcida red me estaba metiendo. Sídney estaba en el elegante salón de belleza en el que trabaja en la Quinta Avenida cuando escuchó a una de las clientas habituales quejarse de lo difícil que era encontrar una asistente confiable. Sabía que estaba en una situación desesperada, así que me recomendó a Christina para el trabajo. Organizamos una reunión y llegué aquí la semana pasada, pensando que estaría haciendo recados, recogiendo ropa de la tintorería y supervisando al personal doméstico. Estaba equivocada. Christina quería mucho más: una persona que se infiltrara en su empresa para ayudar a arrestar a su copropietario por malversación de fondos. Ayudarla a acabar con Trace Rosberg. Sus contadores notaron recientemente que algo andaba muy mal con los libros. Cada primavera, cientos de miles de dólares se salían de ciertas cuentas, solo para ser reemplazados poco tiempo después. Era difícil de detectar, pero el contador dijo que había una señal de una cosa: robo. Aparentemente, Trace es el único con este tipo de acceso y la sofisticación para lograrlo. Ahora sé que se acerca la primavera de nuevo, necesita a alguien que vigile todo lo que hace. Y lo pille en el acto. No es todo lo que esperaba del trabajo, eso es seguro. Mentir…Escabullirme… Fingir ser algo que no soy… Mi primer instinto fue decirle gracias, pero no, gracias. Luego me dijo que estaba dispuesta a pagar como recompensa por pruebas que derriben a Trace Rosberg. Medio millón de dólares. Medio millón de dólares. Es más, de lo que podría imaginar ganar con mi curriculum mediocre. Dinero como ese mantendría a mi madre en Vistas del Prado, y tal vez incluso me ayudaría a volver a la escuela y a ponerme de pie de nuevo. Recuperaría mi vida, después de verla descarrilada por completo. Todo eso, ¿y para que? ¿Llevar a un ladrón ante la justicia? Podría vivir con eso. Así que dije que sí. Ahora, observo como Christina gira los anillos de diamantes de sus dedos con ansiedad. —No sabes cuanto tiempo llevo esperando que no sea él— añade, con sus ojos azules suplicantes. —Trace es como un hermano para mí. Lo conozco de toda la vida. Nuestros padres dirigían la empresa juntos. Pero si lo está poniendo todo en peligro…No es justo para nuestros empleados. Son familia. Si está robando, engañando… ¿Quién sabe que está ocultando? podría hacer que toda la empresa se derrumbe— Aunque puede que no sepa lo que es vivir con este estilo de vida, si se un par de cosas sobre intentar mantener todo en orden por el bien de la familia. —Si está haciendo algo turbio, lo averiguaré— la tranquilizo. —Como su asistente, debería poder acceder a su calendario y vigilarlo todo— Ella asiente. —Bien. Si intenta robar más dinero de la empresa…Bueno, estarás allí para documentarlo, y finalmente tendré las pruebas que necesito para destituirlo de la junta directiva y denunciarlo a las autoridades por malversación de fondos y fraude— Todo suena simple, pero ahora que he conocido a Trace Rosberg, no estoy tan segura. El mayordomo trae el servicio de té y Christina me sirve una taza. —Iré a la oficina después del almuerzo— dice. —Debería poder intervenir con Recursos Humanos y poner tu curriculum al principio de la lista…— —No tendrás que hacerlo— la interrumpo. El plan era que Christina me ayudara a llegar a la cima de lista, pero Trace se le adelantó. —Ya me contrató— Hace una pausa, claramente sorprendida. —¿Qué? — —Se que dijiste que tendrían que deliberar. Pero me contrató. Empiezo el Lunes— Parpadea. Es una debutante, la imagen del aplomo, así que es la primera vez que la veo alterada. —Genial— Se recupera. —¡Bien hecho! No me lo esperaba…Pero eso ya no importa. Me mira con curiosidad. ¿Qué dijiste? — Me muerdo el labio. > no es la respuesta que voy a dar. —Acabo de recordar lo que dijiste de Trace, el señor Rosberg— me corrijo. —No deja que me intimidara— Mucho. —Creo que apreció mi franqueza— —¡Bien! Recuerda mantener esa actitud, incluso si te la pone difícil. Vas a tener mucha intimidad con Trace en su día a día— Mis mejillas se sonrojan. Un momento difícil…Pienso en la forma en que me besó hasta que me quedé sin aliento y siento un escalofrió de deseo. —Mmm— digo, bebiendo mi té de un trago. Christina ciertamente no necesita saber lo íntimos que ya hemos sido. —Ten cuidado— me dice, su expresión se torna preocupada. —Está a costumbrado a conseguir lo que quiere. Pero no dejes que su encantador exterior te engañe. Es completamente despiadado cuando lo necesita. No puedes confiar en el— —Bueno, ya seríamos dos— bromeo, sintiéndome incomoda y completamente fuera de lugar. Debe sentir mi inquietud porque extiende la mano y me la aprieta. —No te preocupes. Serás increíble. Y no tendrás que andar a escondidas por mucho tiempo. En cuanto tenga alguna prueba de lo que está haciendo, podremos acudir a las autoridades. Y podrás tener tu recompensa— Respiro hondo. El dinero. Cuando pienso en eso y en todo lo que puede hacer por mi familia, es más fácil ignorar la incomodidad que siento en el estómago. Aunque Trace Rosberg sea baboso y deshonesto, no significa que yo tenga que serlo. Mi madre me enseño que cuando otros van por mal camino, tú vas por buen camino. Pero a veces, ir por buen camino no paga las cuentas. Christina charla un rato más mientras toma el té, explicando las diferentes personas que conoceré en la oficina, hasta que tiene una cita. Un coche con chofer llega a recogerla y tomo el metro de vuelta a el barrio chino, tratando de sacudirme las náuseas. La parte difícil, conseguir el trabajo, ha terminado. Pero mientras me dirijo hacia mi cuadra, mi teléfono vibra. Es Vistas al prado de nuevo. Hago una mueca y contesto esta vez. —Lo siento, sé que el pago esta atrasado…— —¿Jessa, cariño? Soy Alma— una de las enfermeras. Se me encoge el corazón. —¿Qué pasó? — —Para que lo sepas, todo está bien ahora— Ahora. Lo que significa que antes no lo estaba. —Tu madre tubo un pequeño ataque. Empezó a buscar a alguien llamado Bruce y a llorar cuando no pudo encontrarlo— El nudo se aprieta más. —Bruce. Mi padre— —Oh— dice Alma. —¿Está…? — —Se fue. Si hace mucho tiempo— Apenas recuerdo al hombre que nos abandonó. Esta noticia me revuelve el estómago. Nunca lo había mencionado antes. Claro, a veces le toma un tiempo recordarme durante nuestras visitas, pero eventualmente, cambia de opinión. Esos momentos de claridad siempre me dieron la esperanza de que algún día, volvería a ser la mujer inteligente y descarada que me crio. Incluso si sé que nunca lo hará. —¿Está bien ahora? — pregunto, preocupada. —Si. Le dimos un sedante. Está durmiendo. Pero pensamos que deberías saberlo— —Gracias— exhalo aliviada, haciendo planes para hacerle otra visita lo antes posible. Después de colgar, me imagino lo que diría mi madre si el Alzheimer no estuviera enredando su mente: Estaré bien. No te preocupes por mí. Estaré bien. Como si pudiera hacer eso. Mi madre me crió sola, sacrificando lo que fuera necesario para mantenerme a salvo y feliz. Ahora es mi turno de hacer lo mismo por ella. Y tal vez con este nuevo trabajo en Rosberg Cross, pueda. **** El apartamento sin ascensor que comparto con Sídney está en una zona deteriorada del barrio chino, en el cuarto piso de un viejo apartamento sin ascensor encima de una tintorería. Estoy bastante segura de que algún día moriré por los gases, pero el alquiler es casi asequible y hay una gran bodega en la esquina. Subo las escaleras y encuentro la puerta ya abierta, con Sídney sirviendo el mejor vino barato en copas. —¡Felicidades! — exclama, poniéndome una copa en la mano. Hemos sido amigas durante años, desde que terminamos compartiendo apartamento con un matrimonio que tenía ataques de gritos a las tres de la mañana. Decidimos mudarnos juntas a un estudio en el sótano para alejarnos de ellos, y hemos sido compañeras de piso desde entonces. Somos una pareja poco probable: Ella es la rubia bombón, y yo soy la que se acuerda de pagar la factura de la luz, pero ella ha sido una gran amiga para mí. Brindamos. —¡Por los nuevos comienzos! — tomo un sorbo, luego me dejo caer en el sofá y dejo escapar un suspiro de alivio. Ha sido el día más largo. —Entonces… ¡Cuéntamelo todo! — exige Sídney. —¿Lo conociste? ¿Estaba buenorro? Escuche que es abrasador— Bebo mi vino de un trago. Abrasador casi lo resume todo. —Vamos, ¿detalles? — Miro mi camisa. Su camisa. —Es…Guapo. Como una especie de estatua de mármol inquebrantable. Como un dios griego— decido, Sídney suspira felizmente. —Todas las mujeres en el salón hablan de él. No solo es bendecido en el departamento de la belleza…supuestamente es bendecido en la cama— Me sonrojo. —¿Hablan de eso? — —Chica, es de lo único que hablan— Resopla con una risa. —Con quién se acuesta, donde y cuando. Supuestamente es mucho. Supuestamente, hizo que una mujer se corriera tan fuerte que se desmayó— Resoplo mi vino. —¡Eso es imposible! — —Me gusta pensar que si— Sídney sonríe. ¿Pero que se yo? Me recuesto. Tal vez el sexo sea mucho más que el abrazo, el sudor y las embestidas con las que parezco terminar. Hombres cuya idea de juego previo dura solo cinco minutos, o peor aún, estan tan decididos a hacerte correr para sumar puntos que lo convierten en un aburrido evento olímpico. Se puede saber mucho en la forma en que alguien besa. A juzgar por ese beso, tengo la sensación de que estaría en serios problemas si alguna vez me encontrara en la cama con Trace Rosberg. Un pequeño escalofrió me recorre al pensarlo. ¿Cómo sería ser complacida por Trace hasta el punto del olvido total? Suena el timbre y Sídney alta del sofá para abrir. —Eh… ¿Jessa? ¿Has pedido algo? — Abro los ojos de golpe. —Por supuesto que no. sabes que mi presupuesto volaría en pedazos si tan solo añadiera una nueva mascara de pestañas en nuestro pedido de comestibles— —¿Entonces que es esto? — Levanta una caja gigante de Bloomingdales blanca hacia el sofá. Es más grande que yo. ¿Cómo ha podido pasar por la puerta? Me levanto de un salto para ayudarla. —Probablemente se haya entregado en la direccion equivocada— ¿Entonces por qué tiene tu nombre? — Atrapo la nota amarilla grapada al frente. Jessa Winters. Me detengo. —No tengo idea— —¡Ábrelo! — chilla. —¡Bien, bien! — me río. Levanto la tapa, deslizo el papel de seda a un lado y encuentro algunas de las prendas más hermosas que he visto en mi vida. ¿Y los diseñadores? Prada… Gucci…Alberta Ferretti… —¡Dios mío! — Sídney levanta una de las prendas, un vestido de crepe azul tinta. —Jess… ¡Mira esto— Lo miro. No puedo dejar de mirar. Blusa de seda… Faldas elegantes…Blazers profesionales… Y hay zapatos y bolsos a juego. Es como si un hada madrina acabara de agitar su varita y me dio el guardarropa de mis sueños. —Hay una tarjeta— Sídney la agarra. —Requiero ropa adecuada TR. ¡TR! — jadea. —Trace Rosberg. ¿Él envió todo esto? — Y así, mi emoción se desvanece. —Eso es raro. ¿Cree que puede vestirme como una especie de muñeca? — —Una muñeca a la moda— dice Sídney, sosteniendo un precioso suéter que parece cachemira. Lo guardo de nuevo en la caja. —No me voy a quedar con nada— digo, recordando la burla en sus ojos azules. Y la advertencia de Christina. Está acostumbrado a conseguir todo lo que quiere. —¿Estás loca? — Sídney se queda boquiabierta. —Hay cosas geniales aquí. Y son gratis— —Si, pero es como si estuviera insultando lo que lleva puesto. Eligiendo mi vestuario, ¿Qué sigue? ¿Mi peinado? ¿Maquillaje? — —Tal vez solo está siendo amable— sugiere. —Tal vez se da cuenta de que no tienes presupuesto para un nuevo vestuario de trabajo y quiere ayudar— Cierto. El dios del sexo que hace que las mujeres se corran tan fuerte que se desmayan, que posiblemente está jodiendo a su socia, es tan benévolo. Un chico explorador normal. Puede que sea ingenua, pero no nací ayer. La gente rara vez actúa de esta manera a menos que espere algo a cambio. Mi pulso se acelera con anticipación mientras pienso en que. “Ya veremos…” Sídney me lanza el suéter y se enrolla una bufanda de Hermes alrededor del cuello. —Si no lo quieres, lo tomo yo— Toco la tela distraídamente. Definitivamente cachemira. ¿Cuántas veces he deseado un suéter de cachemira? ¿Y alguna vez pensé, ni en mis sueños más locos, que tendría cosas tan hermosas como esta? —Bien, Jugare a disfrazarme— Acepto de mala gana. —Al menos si todo esto se va al infierno, podre conseguir precios de reventa decentes por ellas— —O Trace Rosberg te convertirá en. “Mujer Bonita” se enamorarán y vivirán felices para siempre— dice Sídney con una sonrisa. Niego con la cabeza. Porque si esto sale como se supone que debe salir, Trace no terminara contento con nada. Ira directo a la cárcel.
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