JESSA
Y yo que pensaba que mi mente se estaba volviendo loca antes. Ahora, cuando volvemos al trabajo y Trace se dirige a propósito a su oficina, preocupándose más por su trabajo que por mí, tengo que preguntarme: ¿Qué quiso decir exactamente con castigo? ¿Y puede mostrármelo tan pronto como sea posible?
Pero Trace parece no verse afectado en absoluto por nuestra pequeña aventura en el auto. Entra y sale de las reuniones a grandes zancadas, y ni siquiera me mira. No es que pudiera mirarlo a los ojos sin recordar cómo se sentía estar allí de rodillas, volviéndolo loco.
Para cuando el día termina y Vivian y el resto del personal se van, estoy más impaciente que nunca. Lista para continuar donde lo dejamos. Ansiosa por que Trace termine lo que empezamos, en más de un sentido.
Me quedo junto a mi escritorio, fingiendo terminar trabajo. Pero en realidad, lo estoy esperando. Entonces, finalmente, Trace sale de su oficina…Y lleva un esmoquin. Eso sí que no es justo. Intento no desmayarme al verlo tan elegante.
—¿Vas a un lugar especial? — pregunto, fingiendo ser informal.
—No. Normalmente me visto así cuando voy a casa— Sonríe con suficiencia. Una invitación de último minuto a un evento benéfico. Hace una pausa, ajustándose los puños. —Ven conmigo—
Miro mis pantalones y mi suéter. —No estoy exactamente vestida para la ocasión—
Entonces, sonríe Trace. —Te compráremos un vestido de camino— Tengo que reírme de eso, pregunta con curiosidad. —¿Qué? —
—Nada, es solo que…Ocupamos realidades muy diferentes— digo con ironía, siguiéndolo por el pasillo. —Solo tu podrías asumir que es posible adquirir un vestido formal sin previo aviso a las ocho de la noche de un jueves.
Trace se rie entre dientes. —Tal vez solo soy optimista—
—O tal vez estas acostumbrado que el mundo gire a tu alrededor— bromeo.
Frunce el ceño. —¿Eso es lo que piensas? —
—No. Quiero decir, si— me corrijo, sonriendo. —Pero no es algo malo. Es increíble presenciarlo de cerca, eso es todo. No vivo en esa realidad—
Eso es seguro.
Trace parece pensativo durante el viaje, y me pregunto si dije algo malo. Luego nos detenemos frente a una elegante boutique, uno de esos lugares con paredes blancas y estantes minimalistas llenos de piezas únicas. Miro a través de la tienda, pero no veo a nadie. Las luces están apagadas. —Creo que está cerrado—
—Está abierto para mi— Alcanza la manija de la puerta. Efectivamente, tiene razón.
—¡Señor Rosberg! — las asociadas de la tienda lo saludan con sonrisas radiantes y vertiginosos, y mucha adulación. —¿Qué podemos hacer por usted esta vez? —
Esta vez…Así que, no soy la primera mujer a la que vista aquí, puedo decir que quieren estar en mi lugar. Solo una noche.
Tal vez eso sea lo que esto también sea para mí. Una noche. Pero tal vez eso no sería tan malo. Una noche con Trace para sacármelo de la cabeza y luego puedo concentrarme en el verdadero propósito de mi trabajo.
Por dentro, sé que no puedo permitirme ni una sola cosa del lugar; todo esta tan hermoso que me da miedo tocarlo. Pero Trace no mira nada. Se acerca a un perchero, saca un vestido rojo brillante, como el de Julia Roberts en Mujer Bonita, y me lo entrega.
—Este es el indicado—
Las asociadas me guían a un probador. Me pongo el vestido con los hombros al descubierto y suspiro al ver mi reflejo en el espejo. Una mujer sabia dijo una vez que el gusto de Trace era exquisito, y tiene razón. El corte del vestido acentúa mis curvas y el color resalta los ricos tonos de mi cabello rubio oscuro. Parezco una persona diferente. No soy la tímida Jessa Winters. Soy yo, solo que…Mas.
Mas segura. Mas elegante. Las asociadas me dan un par de delicados tacones de tiras que son justo de mi talla. Aún así, cuando salgo del probador, siento un poco de nervios. Estoy tan fuera de mi zona de confort que no puedo verla a kilómetros de distancia.
—¿Y bien? — pongo una pose incómoda. —¿Qué te parece? —
Hay silencio. levanto la vista para comprobar la expresión de Trace. Y la mirada en su rostro me dice que el vestido es perfecto. Sonrió. Me mira con una mirada hambrienta en los ojos, pero es más que solo lujuria. Hay algo ahí también. Una especie de reverencia, como si fuera una pintura impresionante o una obra de arte. Ningún hombre me ha mirado nunca de esa manera.
—Es perfecto— dice, poniéndose de pie. —Eres perfecta. Excepto por una última cosa…—
Se acerca y mete la mano en el bolsillo del pecho, sacando un delgado estuche de cuero. Lo abre, revelando…
—Oh, Dios mío— jadeo. Es el collar de la bóveda, la gargantilla de diamantes con el increíble colgante, —Trace, no puedo usar eso—
—Puedes y lo harás—
Me lo abrocha alrededor del cuello y me alisa el cabello para que vuelva a su lugar. —Listo, ahora estás lista—
No es hasta que nos detenemos frente al Museo de Arte Moderno que pienso preguntar. —¿De qué se trata este evento? —
Se encoge de hombros. —Mierda—
—Pensé que habías dicho que era para caridad—
Esboza una sonrisa triste. —La caridad no es una tontería. El evento si lo es. Solo otra excusa para que la misma gente de la sociedad presuma y felicite. Normalmente no entro en esto, dejo estas cosas para Christina. Pero esta, es inevitable. Tengo que aparecer—
Me tenso un poco al oír el nombre de Christina. —¿Estará aquí esta noche? — pregunto, preparándome.
Niega con la cabeza. —No, es un compromiso previo. Por eso tengo que aparecer—
—Oh— Me relajo de nuevo, aliviada. El estrés que puedo soportar tiene un límite, y la presencia de Trace ya lo exige. —Bueno, tal vez este no es tan malo. Hay comida, ¿verdad? —
Me sonríe. —Si, habrá comida—
Subimos los escalones principales hacia el gran salón, y vislumbro obras de arte famosas mientras somos absorbidos por una multitud de socialites impecablemente vestidas.
Si Trace no estaba entusiasmado con el evento, nunca se notaría. Se maneja con la multitud como un profesional, presentándome a docenas de personas, todas las cuales lo conocen y yo saludan alegremente, como si fuera un m*****o de su club. Luego me miran como si claramente no lo fuera. Tengo la sensación de que han visto a Trace con muchas mujeres, y no creo que necesiten perder el tiempo conmigo.
Por suerte, el sentimiento es mutuo, porque olvido sus nombres inmediatamente. Escucho una sopa de letras de títulos: CEO, CFO, COO. Pero todo me entra por un oído y me sale por el otro. ¿Lo único en lo que pienso? Mi cita de esta noche.
Lo deseo. Tanto que no puedo pensar con claridad. Todo en lo que no puedo concentrarme es en su mano, cálida en la curva de mi espalda. El sonido de su voz, seductora en mi oído. El roce de su manga, extendiéndose para estrechar otra mano.
Chica mala. Serás castigada más tarde.
La promesa me está volviendo loca. Lo que sea que tenga en mente, lo anhelo, lo anhelo. Y aunque deseo desesperadamente que el sienta lo mismo, pareces estar bien haciéndome esperar y muy feliz de jugar a este juego social. Pero las apariencias engañan. Me dijo que odia estas cosas. Y por muy imperturbable que parezca, tal vez que esté tan mareado de anticipación como yo.
—¡Stone! Finalmente— Trace saluda a alguien con lo que suena a entusiasmo genuino. Es un hombre de más o menos su edad, con una mata de pelo rizado y un traje color canela. Se dan la mano y una palmada en la espalda. —Este es mi amigo Alejandro — nos presenta. —Lo conozco desde que era niño—
—Pero no esperes que te cuente historias vergonzosas— Alejandro me saluda con una sonrisa. —Estoy sujeto al privilegio abogado-cliente—
—Mas te vale— ríe Trace entre dientes. —La cantidad que facturas—
—Tienes que pagar por lo mejor— Alejandro me sonríe, la primera sonrisa genuina que he recibido aquí en toda la noche.
—Ahora, ¿Quién es esta encantadora dama y por qué no he oído hablar de ella antes? —
—Ella es Jessa— responde Trace, y no da más detalles.
Ojalá y lo hiciera. Al menos entonces tendría una idea de cómo me ve esta noche. ¿Cómo su asistente? ¿cita? ¿conquista?
Alejandro no parece notar la vaguedad de mi presentación o tal vez está acostumbrado a Trace aparecerse con una mujer diferente cada día de la semana. —Encantado de conocerte— dice. —Y, además, tienes mi compasión por haber sido arrastrada a una fiesta tan aburrida como esta. Espero que Trace te lo compense más tarde—
Trace me mira, con intensidad. —Estoy planeándolo—
No sentamos a cenar, con un grupo de personas hablando de Aspen, Palm Beach y las ventajas de esquiar frente al sol en las vacaciones. Trace participa con entusiasmo, comentando sobre San Bartolomé y hablando de los costos de construcción de albergues en Montana. No puedo creer la facilidad con la que puede fingir, pero tal vez esta es una fachada de su personalidad que no había visto antes.
Entonces su mano se cuela bajo el mantel y encuentra mi muslo. Lo hace si esfuerzos, sin interrumpir su conversación con el anciano frente a él. Están hablando de yates. Aparentemente, Trace es un experto navegante. No me resulta difícil de creer porque es un experto en todo. Especialmente en la forma en que me toca.
Su mano roza más arriba. Nerviosa, dejo caer mi cuchillo de mantequilla y cae ruidosamente sobre el plato de porcelana. Todos se giran para mirar. Mi cara arde una más.
—¡Ups! — consigo decir, y todos vuelven a su gazpacho.
Un presentador comienza un discurso en la cabecera de la sala, distrayendo a todos. Trace usa la portada para acercarse y susurrar: —Estas muy tensa—
—¿Me pregunto por qué? — respondo en voz baja.
Se rie entre dientes. —Puedo pensar en algunas maneras de…Relájate—
Las yemas de sus dedos comienzan a trazar pequeños círculos en la parte interior de mi muslo desnudo.
Me tenso. —Eso tendría el efecto contrario— le recuerdo, y él sonríe.
—Tal vez, sí, pero Dios, te verías hermosa corriéndote aquí, delante de todos—
Intento mantener la calma. —Empiezo a pensar que tienes una perversión exhibicionista— digo con frialdad, bebiendo mi agua.
Trace reprime una risa. —¿Qué sabes tú de perversiones? — murmura en mi oído, sin dejar de acariciarme, debajo de la mesa.
Absolutamente nada que no haya leído en fanfictions picantes, pero él no tiene por qué saberlo.
—Se de todo— miento, cansada de sentirme como la inocente con los ojos muy abiertos en medio de todos sus juegos sexuales.
—Interesante…— los dedos de Trace suben más alto. —No puedo esperar a descubrir exactamente lo que sabes y lo que puedo enseñarte—
Inhalo bruscamente. Ahora mismo, todo lo que sé es que estoy en serio peligro de desmoronarme bajo sus manos en medio de un salón de baile lleno de gente. Pero por suerte, antes de que pueda perder la compostura, hay una estruendosa ronda de aplausos, y todos miran en nuestra dirección.
Se que Trace es hábil, ¿pero una ovación de pie?
—Felicidades— dice la gente en nuestra mesa.
Miro a Trace, confundida. —Vuelvo enseguida— dice poniéndose de pie. Camina rápidamente hacia el podio y estrecha la mano del anfitrión, aceptando algún tipo de premio.
Es entonces cuando noto la elegante pancarta y los programas impresos en nuestra mesa. La sociedad de las Artes de Nueva York honra a nuestro donante del año: Trace Rosberg.
Me quedo boquiabierta. No me extraña que Trace tuviera que aparecer: ¡Él es la razón del evento!
—No soy persona de dar discursos— dice Trace por el micrófono. —Pero ser honrado así es realmente…Bueno, es un honor. Mucha gente trabaja muy duro en nombre de esta organización, así que les dedicaré este premio. Gracias—
Los aplausos estallan de nuevo cuando abandona el podio. De regreso a nuestra mesa, la gente se detiene para felicitarlo y ofrecerle palabras de elogio. Él las acepta cortes mentes, pero puedo notar que su impaciencia va en aumento. Está a punto de reunirse conmigo cuando un hombre mayor lo intercepta, con la cara roja y jovial.
—¡Rosberg! Buen espectáculo, amigo mío— Se tambalea un poco y se agarra a una silla cercana para apoyarse. Claramente esa copa de champán en su mano no es la primera de esta noche.
—Gracias— responde Trace amablemente.
—Ojalá y tu padre estuviera aquí para verlo. Lo has hecho sentir orgulloso, sin duda— Los hombros de Trace se tensan imperceptiblemente. —Era un buen hombre. Jacob— El hombre suspira. —Que lástima, ese accidente. Que lástima— Trace no responde y el hombre se aleja.
—¿Todo bien? — pregunto, moviéndome a su lado.
—Bien— la voz de Trace es entrecortada, pero disimula cualquier emoción con una sonrisa encantadora. —Ya he tenido suficiente de este lugar, eso es todo. Recoge tus cosas, nos vamos. Es hora de tu castigo—