Capítulo 5

1559 Words
Durante los siguientes diez minutos, lo saqué de su camiseta interior, dejándolo completamente desnudo, y me quité el bustier. Mis pechos caídos no se veían tan impresionantes sin el soporte, pero disfruté mucho estar en topless frente a Jesse. Su comportamiento testarudo se transformó lentamente en curiosidad lujuriosa a medida que avanzaba el espectáculo. Continué con la atracción principal antes de que empezáramos a perder clientes. Si se quedaban hasta el final, era más probable que me dieran propina. Me arrodillé entre las piernas de Jesse y tomé su pene en mi mano. Estaba caliente y duro. Ayer estaba demasiado nerviosa para apreciarlo por completo, pero realmente tenía una herramienta fantástica. Siempre supe que mi chico algún día se convertiría en un hombre, pero nunca esperé experimentarlo de una manera tan directa. Intenté ignorar el dolor del deseo en mi coño. —Me encanta acariciar la polla de mi bebé. ¿Se siente bien, Je...Cody? —Sí—, gruñó. Le di un codazo y lo miré. —Sí, mamá, me gusta cuando me masturbas—. No se esforzaba por parecer convincente, pero al menos lo dijo. Lo acaricié de varias maneras, cambiando de mano o agarre de vez en cuando. Jugué con sus testículos, apreté su glande y lo froté contra mi mejilla una vez. Su respiración me indicaba que se acercaba. —¿Todos quieren ver a mi hijo correrse sobre las tetas de su mamá? Hubo un coro de asentimiento entre la media docena de espectadores. La imagen de todos ellos masturbándose frente a sus computadoras cruzó mi mente y me emocionó un poco. —No. Miré y me sorprendió ver que era BeaverMan quien disintió. —Haz que se masturbe en tu boca. Me dio un vuelco el corazón al leer eso. BeaverMan había sido el mejor postor, lo que tradicionalmente significaba que tenía derecho a una solicitud especial. Y estaba seguro de que recibiría una buena bonificación si la hacíamos. —Quieren que te corras en mi boca—. Observé atentamente la reacción de Jesse, esperando que aceptara. —¿Qué? —Hay una petición especial para que te masturbes en mi boca, así que... Seguí moviendo mi mano arriba y abajo de su m*****o mientras él meditaba sobre la propuesta. No pareció repelerle la idea al instante, pero tampoco estaba entusiasmado con la oportunidad. —¿Estás de acuerdo con eso?—preguntó, sonando como si no pudiera creer que siquiera considerara hacer algo tan profano. Me encogí de hombros como si no fuera para tanto. —No es que no haya hecho algo así antes. —Pero no con...— Probablemente estaba demasiado cerca de correrse como para intentar convencerme. —Si te parece bien, ¿por qué no? Se levantó, se agarró la polla y empezó a pajearse. De repente, me sentí un poco intimidada, arrodillada frente a mi hijo, que se cernía sobre mí con su furiosa polla a escasos centímetros de mi cara. Me di cuenta de lo grande que era, tanto en estatura como en tamaño de polla. Si decidía tirarme al suelo y follarme, no podría hacer mucho para detenerlo. Mi corazón se aceleró. —¿Quieres que me corra en tu boca, mamá?— preguntó, sonando más enojado que excitado. —Sí, quiero el semen de mi bebé —Lo voy a hacer, mamá.— Sonó casi como una amenaza. —Voy a correrme en tu boca de puta. —Hazlo, cariño. Mami quiere tu semen. —Me pregunté si se daría cuenta de que lo decía en serio. Me puso la mano en la cabeza y acarició más rápido. Su mirada iba de mi cara a mis pechos desnudos. Tiré de mis pezones, tiesos, esperando que eso lo animara. —Abre la boca. Eché la cabeza hacia atrás e hice lo que me ordenó. Jesse se acercó más y giró su erección para que su glande quedara justo encima de mi boca abierta. —¡Me voy a correr, mamá! —Su tono era menos áspero, más excitado—. ¿Lista? Sabía que me estaba dando una oportunidad de retirarme antes de que fuera demasiado tarde, pero no tenía intención de perder lo que podría ser una oportunidad única en la vida de probar el semen de mi propio hijo. —¡Dámelo! ¡Lo quiero! Abrí más los labios, saqué la lengua y vi cómo se le hinchaba la punta. ¡Sabía lo que significaba! De repente, mi chico me estaba echando chorro tras chorro de su semen caliente directamente en la boca. La escandalosa realidad del momento me daba vueltas en la cabeza. Una cosa era jugar delante de la cámara y fingir que estaba en una película porno cursi, pero en ese momento me di cuenta de que estaba lo más lejos posible de ser una estrella porno glamurosa. No era más que una madre soltera con dificultades, de rodillas, obligando a su hijo a vaciarme los huevos en la garganta. Jesse tenía razón: era una puta enferma. —¿Te gusta, mamá?— Continuó pataleando sobre mi cara, vertiendo aún más semen en mi boca abierta. —¿Te gusta tragar mi semen, mamá? ¡Cómelo, joder!—Jesse exprimió las últimas gotas y luego se limpió la polla en mi barbilla. Traté de no pensar en la cosa inexcusable que acababa de hacer y, en cambio, concentrarme en hacer lo que fuera necesario para conseguir unas cuantas fichas más, que al menos pudieran hacer que mi sucia transgresión valiera la pena. Me acerqué a la cámara, dejando que mis espectadores, aturdidos, vieran que tenía la boca llena del semen de mi hijo. No me lo había tragado, pero su sabor era intenso en la lengua. Su olor era embriagador. Cerré la boca y la removí un poco antes de dejar que gran parte se escurriera entre mis labios y me cayera sobre las tetas. Volví a tragar un poco y la abrí de nuevo para demostrar que aún tenía una buena reserva de semen con la que jugar. Algunos espectadores se marcharon de la sala. Supuse que ya se habían corrido y que ya habían terminado. Al menos uno dejó una propina de cinco fichas antes de irse. Vaya, gracias, gastador. Mientras hacía malabarismos con la leche de mi hijo en mi lengua para la cámara, era muy consciente de que Jesse estaba de pie sobre mi hombro observándome. No me esperaba esto. Supuse que se escaparía de allí en cuanto pudiera después de correrse. No quería girarme a mirar, pero estaba bastante seguro de que seguía acariciándose la polla mientras me veía jugar con su semen. Una vez que hice todo lo que se me ocurrió, incluyendo escupir el semen de Jesse en la palma de la mano y sorberlo, me tragué lo que quedaba en tres tragos. Me abrí para asegurarme de que todos supieran que realmente me había tragado todo el semen de mi hijo. Comentarios de elogio y adoración inundaron mi tablero de mensajes. —¡Gracias a todos!—, grazné al micrófono, con la voz gorgoteando por la capa de semen que acababa de recibir. —Ese es nuestro espectáculo de hoy. Si les gustó ver a una madre desesperada tragándose la leche cremosa de su hijo cachondo, asegúrense de mostrarlo con una buena propina. El sonido de monedas cayendo en una máquina tragamonedas se escuchó varias veces más mientras la habitación se vaciaba. Empezaba a sentirme muy cohibido por estar desnudo, salvo por mi tanga de hilo dental, con Jesse de pie junto a mí. BeaverMan415 era el último que quedaba. Tomé una toalla, me sequé el semen de la barbilla y luego me cubrí las tetas desnudas con ella. BeaverMan seguía allí. ¿Disfrutaste el espectáculo? No hubo respuesta durante aproximadamente medio minuto. — ¿ Ustedes dos quieren más? Todavía sentía la agitación emocional sin resolver por lo que ya había hecho, y no estaba segura de querer volver a hacer otro programa con mi hijo, pero no estaría de más al menos escuchar lo que tenía en mente. Miré a Jesse. —Solo estoy esperando a ver cuánto dinero es el total final—. Lo dijo como si necesitara una excusa para seguir ahí parado junto a la zorra de su madre. —Él quiere saber si estás preparada para otro show. —Siempre hay algo más contigo, ¿verdad?—, me acusó. —Me arrastras a este espectáculo de perversiones y luego sigues intentando que me meta más.— No había dicho que no. —No creo que pudiera tener otra ahora mismo ni aunque quisiera.— El hecho de que todavía luciera una erección completa me hacía dudar de que podría volver a actuar si quisiera. Casi me había olvidado de las maravillas de la polla adolescente. —Monique , 100 fichas para que te masturbes . —¡No hay problema, Castor! —Me emocionaba el dinero fácil. —Quiero que te masturbes hasta el orgasmo y quiero que Cody te observe No tuve problema con el orgasmo; ya estaba bastante cerca, por cómo me latía el clítoris bajo el microtanga. Pero no sabía si podría hacer algo así delante de Jesse. Claro, acababa de tragarme su semen, pero esto parecía diferente. —Él dice —Sí, puedo leerlo —interrumpió Jesse bruscamente.
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