Capítulo 3

1729 Words
Jesse me miró y se pasó los dedos por el pelo enmarañado por la noche. Parecía un poco confundido por lo que acababa de pasar. Al parecer, se estaba dando cuenta de que se había metido más de lo que pretendía. Temía que estuviera a punto de entrar en razón y arruinar el trato. También me preocupaba muchísimo no tener la oportunidad de tocar la atractiva polla de mi chico. —No te preocupes, cariño —le dije, intentando tranquilizarlo—. Demonios, seguro que te ibas a masturbar esta mañana de todas formas, esto te ahorrará el problema. —Entonces, ¿estás bien si me corro contigo, mamá? Normalmente hubiera esperado que me dijera algo así como una acusación, pero había cierta ternura en su voz que casi me hizo parecer que le importaba lo que yo pensaba. —Doscientos —fue la única explicación que pude darle. Se encogió de hombros y se acercó. Extendí la mano y lo agarré con fuerza, envolviéndola alrededor de su grueso m*****o. Me pregunté si notaba cuánto me temblaba la mano. Empecé a acariciarlo y enseguida se puso duro. Me parecía increíblemente extraño tocar a mi hijo de esa manera, pero al mismo tiempo se sentía perfectamente natural. Sentí un cálido cosquilleo en el pecho. —¿Qué tal? —pregunté con mi seductora voz online. Jesse simplemente gruñó sin comprometerse. —¿Te gusta la forma en que mami toca tu polla de niño grande? —Vamos, ¿tienes que decir esa mierda? —dijo con voz áspera. No tuve que decir guarradas, pero esperaba ganarnos una propina extra al final de la sesión. Además, tenía que admitir que me estaba poniendo cachondo por primera vez desde que empecé a presumir de mi coño en línea. —Nunca pensé que mi hijo tuviera una polla tan grande y hermosa. —Ya lo sospechaba, pero fue perversamente gratificante poder confirmarlo en persona—. Y mira qué pelotas tan sexys. Ahuequé la mano bajo su escroto y acaricié sus huevos suaves. Absolutamente delicioso. Toda madre debería tener el privilegio de jugar con la polla de su hijo así al menos una vez. Me había masturbado con muchísimas pollas a lo largo de los años, pero esta era la primera vez que lo sentía especial. —Mami quiere tu semen —dije—. ¿Vas a correrte en las tetas de mami? Jesse bajó la mirada, con la mirada fija en mis pezones que sobresalían a través de mi sujetador con volantes. Debía de estar notando lo duros que se habían puesto desde la primera vez que los vio. Ese cálido cosquilleo se extendió desde mi pecho hasta un punto entre mis piernas cuando noté que miraba mis pechos con hambre carnal en lugar de con desprecio y asco. Jesse se lamió los labios, probablemente sin darse cuenta. Sospeché que mi hijo quería chuparme los pezones. La idea me perturbó y me excitó a partes iguales. —Te dejé ver las tetas de mami. —Masturbé a mi hijo más rápido, apretándole los testículos—. Te dejé ver mi coño. Ahora quiero ver tu semen, cariño. Quiero verlo. Se mecía ligeramente al ritmo de mi mano. Mi hijo se acercaba. Era demasiado extraño. Intenté concentrarme en que no era más que una simple transacción comercial. Doscientos dólares. Hipoteca, factura de luz, comida, gasolina. Doscientos dólares. Una sola vez, solo para sobrevivir. Doscientos dólares. —Oh, joder —gimió Jesse. Sentí mi coño palpitar cuando lo hizo. Él disfrutaba de que le masturbara la polla, y yo también. ¿A quién demonios intentaba engañar? ¿Doscientos dólares? Probablemente lo habría hecho gratis si hubiera tenido la oportunidad. Nunca antes había pensado en mi hijo de una manera explícitamente s****l, pero ahora que tenía su varonil polla en mis manos no podía imaginar por qué no lo había hecho. Era joven y guapo, un poco rudo, pero tenía un cuerpo estupendo y unos labios muy besables. No sé por qué nunca había considerado al semental que vivía bajo mi techo en ninguna de esas largas y solitarias noches en las que solo éramos mis dedos y yo. —Ya está, nene, córrete para mami. —Me costó resistirme a meterle la polla en la boca y chupársela. Le di un suave tirón a sus testículos y lo masturbé más rápido—. ¡Dámelo! ¡Quiero tu semen! —Mierda, mamá... Voy... —Su pene se hinchó—. Voy a... —No tuvo que finiquitar lo que intentaba decir. Un momento después, lo vio claro. Un chorro espeso y blanco de semen salió disparado de su polla y me golpeó en el centro del pecho con una potente salpicadura. El semen caliente se sentía increíble contra mi piel. Apenas tuve la suficiente presencia de ánimo para agarrar una teta y dirigir su polla hacia ella. El siguiente chorro salió disparado y aterrizó en mi pezón. Giré los hombros para ofrecerle el otro. Otro chorro de semen se esparció sobre mi sujetador con volantes, pero el último chorro cubrió mi pezón con esa preciosa crema perlada. Seguí acariciándolo suavemente y más semen rezumaba de su polla y goteaba sobre mi muslo desnudo. Mi coño se convulsionaba de deseo desesperado para entonces. Si estuviera con un hombre normal, estaría levantando las piernas y metiéndola hasta el fondo. Pero era mi hijo. Tenía que asegurarme de no hacer algo que arruinara para siempre nuestra ya inestable relación. —Mamá, te corriste por todas partes —dije fingiendo angustia—. ¡Qué hijo tan travieso! —Me incliné y froté la punta de su pene contra mi mejilla, limpiándome la cara con su semen—. ¡Qué desastre! Oímos el sonido de las últimas 50 fichas que nos debían al caer, luego un crujido y una puerta cerrándose de golpe. ¡Adiós a BeaverMan415! ¡Adiós a la propina! Jesse se apartó, sacando su polla de mi mano y metiéndola de nuevo en sus bóxers con cierta dificultad. —Me quedo con la mitad de ese dinero —insistió bruscamente. —No hay problema. —Me recosté en la silla, sin molestarme en cerrar las piernas—. Tu mitad debería cubrir tu parte de las facturas de este mes, así que te la daré para eso. Apretó la mandíbula y sus ojos brillaron de ira impotente. Jesse miró mis tetas cubiertas de semen, luego bajó la mirada hacia mi coño hinchado por la lujuria que se asomaba a través de mis bragas sin entrepierna. —Maldita puta enferma. —Me espetó y salió furioso de mi habitación. —¡Yo también te amo, cariño! Esperé hasta escuchar su puerta cerrarse de golpe antes de agarrar mi consolador más grande y comenzar a follarme como nunca antes me había follado. En algún rincón de mi cabeza, calculaba cuántas veces más tendría que masturbar a mi hijo frente a la cámara para ponerme al día con todas nuestras facturas. Imagina cuánto podríamos conseguir si me dejara chupársela. La idea de tener la polla de Jesse en mi boca era suficiente para hacerme correrme como la puta enferma que mi hijo me acusaba de ser. No me molesté en intentar callarme, y estoy segura de que oyé mis gritos orgásmicos en su habitación al final del pasillo. Me senté allí flácida y satisfecha, el semen de mi hijo todavía brillaba en las puntas de mis tetas, mi coño goteaba, y me di cuenta de que no tenía más opción que convencer a mi hijo de que hiciera esto conmigo otra vez. Fui una madre de mierda. Debería haberme sentido culpable por explotar a mi propio hijo usándolo en mi show porno para ganar dinero y pagar la hipoteca, que ya tenía pendiente, pero no lo hice. Una buena madre se habría arrepentido profundamente de algo tan inmoral y depravado. Aunque supongo que una buena madre no habría masturbado a su hijo hasta que le corriera en las tetas. Bueno, fui una madre de mierda. ¿Y qué? No es que nadie saliera lastimado. Él tenía dieciocho años y podía tomar sus propias decisiones. Nadie lo obligaba. Estoy segura de que se divertía. Mi hijo podía llamarme puta enferma todo lo que quisiera, pero obviamente no tenía ningún problema en desquitarse por su madre. Aun así, que no me sintiera culpable por hacerlo no significa que no deba al menos sentir vergüenza por disfrutarlo tanto. Me senté frente a la computadora y esperé a que arrancara. Ya tenía el pelo bien peinado y el maquillaje arreglado. Parecía lista para una noche de fiesta, aunque solo eran las diez de la mañana. La computadora no se colgó como solía pasar durante los primeros intentos de encenderla. El día ya pintaba bien. Al iniciar sesión en la página de cámaras, me ajusté el bustier que llevaba puesto. Era una porquería barata que encontré en liquidación en esa tienda punk de Hot Topic para niños, pero me apretaba los pechos, haciéndolos parecer más grandes y firmes de lo que eran. También llevaba un tanga n***o que se convirtió en hilo dental al minuto de ponérmelo. No pude resistirme a revisar mi saldo. $313.50. Eso era lo que había ganado después de que la página se llevara su parte. Nada mal para una paja. Solo ver esa cifra me puso cachondo. Bastaba con una sesión privada de quince minutos para acumular casi la mitad de lo que necesitaba para evitar la ejecución hipotecaria durante un mes más. Hora de ponerme a trabajar y ganar la otra mitad. Un par de minutos después de activar mi sala de previsualización, BeaverMan415 estaba allí, como siempre. Me puse los auriculares y los ajusté. —Buenos días, cariño —dije, dándome cuenta de que estaba usando mi voz de porno. Me adapté a algo más cercano a mi tono natural—. ¿Vas a jugar conmigo hoy? Esperé, mirando el mensaje de texto, pero no hubo respuesta. Mientras tanto, habían llegado algunas visitas más. Hola, Thin Willy, ¿qué te excita? —¿Eres el que se folla a su hijo? —Ah, no, no me follo a mi hijo. —¿Qué demonios? ¿Cómo sabía que le hacía algo a mi hijo?— Pero me follaré este consolador grande y n***o, si quieres. —Tomé el juguete y lo lamí seductoramente.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD