Capítulo 2

1510 Words
No tenía una respuesta inteligente para eso. Volteó la cabeza y me miró con ojos legañosos. —¿Te das cuenta de lo jodido que es esto?. —Lo sé. Son todos unos locos en internet, pero si no conseguimos ese dinero, la semana que viene dormirás bajo un puente de ferrocarril en lugar de en una cama cómoda. —Uuuugh, vale, vale. Cinco minutos, eso es todo. Jesse me siguió hasta mi habitación vestido solo con sus calzoncillos y una camiseta interior. Si hubiera sabido en qué nos estábamos metiendo. Me senté y me puse los auriculares. Me encogí un poco al ver que todas mis herramientas de trabajo (consoladores, lubricantes, algunos tapones anales, etc.) estaban esparcidas a plena vista. ¡Qué demonios, ya no podía hacer nada! —Hola, BeaverMan, mira a quién encontré. Bienvenida de nuevo, Monique. Me alegra verte acompañada. Solicito una sesión privada... La computadora emitió un alegre sonido gorjeante que sólo había escuchado dos veces antes. —¿Monique?—, se burló Jesse de mi nombre artístico. —Eres una lata. Le di al botón de silencio. —Sé amable y sigue la corriente. Terminemos con esto de una vez—. Esbocé una gran sonrisa y acepté. La pantalla cambió y se reconfiguró sola. Tenía una ventana donde podía verme con Jesse a mi lado, y otra ventana negra. Al parecer, BeaverMan415 no tenía cámara web, o no quería que lo vieran. Probablemente fue lo mejor. —Estamos listos en este extremo—, dije en mi micrófono. Se oyó el sonido de monedas cayendo en una ranura y se acumularon 100 fichas en mi cuenta. Tuve que contenerme para no gritar. —¿Solo tengo que mirarte? ¿Ese es el trato? —Eso es, hijo. —Está bien, mamá .— No se lo estaba tomando en serio en absoluto. Respiré hondo. —Allá voy—. Abrí mi bata, me la quité de los hombros y me recosté. —Espera un momento. —Jesse se cubrió los ojos y se dio la vuelta—. Dijiste que estarías en ropa interior. No me dijiste que se te vería por todas partes. Rápidamente presioné el botón silenciar nuevamente. —No lo arruines, Jesse. Podría quejarse y recuperar su dinero o incluso hacer que me expulsaran del sitio—. De repente, me sentí muy cohibida, expuesta delante de mi hijo tal como estaba. —No es que no hayas visto a una mujer desnuda antes. Solo finge que soy una de esas zorras con las que siempre andas. Recuperé la sonrisa y quité el sonido. —Lo siento. —¿Hay algún problema? —No, mi hijo simplemente está un poco tímido al verme así por primera vez Muéstrale tu sostén. Luego haz lo mismo con tus bragas, por delante y por detrás. Asentí y me arreglé el cabello para ganar tiempo. —Y quiero verlo observándote todo el tiempo. —Lo tenemos. Aquí vamos. Me levanté y meneé un poco las caderas. Jesse probablemente no podía ver mucho a través de la abertura de mis bragas, salvo unos rizos de pelo ahí abajo. Jugueteé con la cinturilla, fingiendo que iba a bajármelas, pero no lo hice. Pasé la mano por la parte delantera de las bragas, intentando no tocarme directamente. Después de un minuto más de este tipo de provocación, me di la vuelta. Mi trasero solía ser mi mejor característica. Ya no era lo que era, pero seguía siendo un trasero bastante respetable. Seguí imitando mi mejor movimiento de stripper y le enseñé el trasero a mi hijo. Probablemente pudo ver un poco de mi trasero por la abertura de mis bragas. Había hecho muchas cosas humillantes en mi vida, pero nunca delante de Jesse. Esperaba que entendiera que lo hacía por él más que por mí misma. Cuando pensé que ya había hecho suficiente, volví a mi silla y me volví hacia la computadora. —Muy bien. ¿Eso le puso duro a tu hijo? —¿Quiere saber si tienes una erección? —¡No! —insistió Jesse con demasiada fuerza y movió el brazo sobre su regazo. —Sí, creo que mirar a su mamá caliente le dio un lindo y gran gordito. —Mamá, cállate —susurró enojado. —Pídele que lo saque y te lo muestre. —Él quiere que lo saques —le dije a Jesse. —No voy a dejar que este tipo me mire la polla. De ninguna manera. —Quiero ver a tu madre mirándote la polla. 50 fichas. Le doy al botón de silencio. —Jesse, 50 dólares solo por sacarlo un minuto. ¿Y qué si alguien en el sótano de sus padres en Cleveland lo ve? ¡Hazlo!. Oye, Hombre Castor. ¡Vaya, vaya, qué niño tan travieso! No puedo creer que nos obligues a hacer esto. Es horrible. El sonido de las monedas al caer me mareó por dentro. Jesse se puso de pie, pero parecía reacio a seguir adelante. —No seas tímido, hijo, deja que mami vea esa linda polla tuya. Puso una cara de pocos amigos que, por suerte, no se vio en cámara. Le lancé una mirada que le decía que mejor hiciera lo que yo quería o se armaría un escándalo. Puso los ojos en blanco y sacó el pene por la abertura de sus bóxers. Me sorprendió sentir un extraño cosquilleo por todo el cuerpo. He visto muchísimas pollas a lo largo de los años, y no esperaba tener una reacción más fuerte ante la polla de mi hijo que ante cualquier otra parte de él, pero estaba teniendo un efecto inesperado en mí. Jesse solo estaba medio erecto, su grueso m*****o curvándose hacia abajo, su gruesa cabeza colgando pesadamente al final. Obviamente sabía que ya no era un niño pequeño, pero nunca imaginé que su pene sería tan grande y... varonil. No me gustaba cómo me hacía sentir ver su pene. Yo era su madre; no se suponía que fuera así. —¿Cómo te gusta la polla de tu hijo? —Oh, es tan grande y sexy —dije efusivamente, tratando de rezumar sensualidad. —Si quisiera algo falso, vería porno. Sé real. Sabía, incluso mientras actuaba, que estaba dando la impresión de ser una mala actriz porno. —Bueno, bueno... me gusta. —Por primera vez en mucho tiempo, me sonrojé—. Es bastante grande, lo cual es bueno. Para mí, el tamaño sí importa. Hacía tiempo que no veía una polla joven y fuerte, así que me alegra. Tienes una polla impresionante, hijo. —Dios, mamá —maldijo en voz baja. —Saca tus pelotas también. —Él no pidió eso. —Lo sé, pero deberías hacerlo de todas formas. —No admití que era principalmente porque quería verlos—. Con cincuenta pavos al menos deberías comprar unas pelotas. Jesse sacó sus testículos de sus pantalones cortos y los dejó colgando al descubierto. Me pregunté si BeaverMan se estaría masturbando con todo esto. —Levanta la polla para que podamos verla —le dije a mi hijo, sonando más como una madre orgullosa que como una trabajadora s****l en línea. La verdad es que me sorprendió que Jesse hiciera lo que le pedí sin quejarse. Supuse que ya estaría saliendo corriendo de la habitación. Le vi bien los testículos. Estaban sueltos, y al parecer los llevaba bien afeitados. Nunca había visto un arreglo personal así en la vida real, y tenía que admitir que tenía cierto atractivo. No pude evitar pensar en lo bien que se sentirían contra mi mejilla. Negué con la cabeza, intentando recordar que era el pene de mi hijo lo que estaba mirando. —Qué pelotas tan bonitas, hijo. Apuesto a que a las chicas les encanta chuparlas, ¿no? —Sí, lo que sea, mamá. —Su enfado conmigo se notaba en su voz. —Monique, toca el pene de tu hijo. —Quiere que lo toque —le dije a mi hijo y casi comencé a alcanzar su polla. —¡Ni hablar! —protestó Jesse—. Esto se está poniendo demasiado raro. —50 fichas para que tu mamá te toque el pene. Miré a Jesse y le rogué en silencio que aceptara el dinero. —Cien fichas —respondió Jesse, inclinándose cerca de mis auriculares para asegurarse de que nuestro mirón pudiera oírlo. —Por 100 quiero ver a tu mamá hacerte una paja. —Son ciento cincuenta por una paja, amigo. Me daba vueltas la cabeza mientras continuaban esta negociación a toda velocidad. Había perdido el control de la situación. Nadie parecía siquiera considerar que yo pudiera no aceptar nada de esto. —Muy bien, 150 fichas. —Caían monedas—. Te las doy 200 si te corres en tu madre. —Doscientos —interrumpí, preocupado de que la situación se intensificara más allá del punto de locura al que ya habían llegado—. Ven aquí, grandullón. Deja que mamá le ponga las manos encima a esa cosa enorme que tienes.
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