Y así pasó un año, mi amistad con Nath estaba intacta, seguíamos siendo los mejores amigos. Tuck había desaparecido de mi vida por completo, no sabía absolutamente nada de él y Candace tampoco tenía noticias.
Llegó el día de la más esperada boda, Candace lucía hermosa, el resplandor de su vestido blanco la hacía ver como una estrella brillante en plena luz del día.
La ceremonia dio comienzo, yo estaba con un vestido hermoso en la primera fila, sonriendo a una de mis mejores amigas que caminaba paso a paso al altar acompañada de un hombre que yo apenas conocía, su tío, un hermano muy cercano de su madre. Había una gran cantidad de personas, muchas desconocidas para mí, y otras de las más importantes de mi vida.
La fiesta era elegante y muy sofisticada, Albert había ahorrado bastante dinero para sorprender a Candace con la mejor celebración por cumplir por fin el sueño de tener una vida, juntos.
Había muchas sonrisas, alegría, paz, pero Tuck no estaba, no había aparecido en la boda de Candace, él debió ser quien la entregara en el altar, pero no llegó, no se presentó ni un solo instante en aquel suceso tan importante de su única y amada hermana. Me entristecí por supuesto, pero no quería arruinar tan hermoso festejo.
-¿Qué es lo que te inquieta? –preguntó mi mejor amigo –Es por ese hombre, Tucker ¿no? Debería estar aquí.
-No puedo mentirte, lo sabes, pensé que estaría aquí al lado de su hermana –suspiré decepcionada –pero supongo que aún es difícil para él regresar.
-Eso no lo justifica, sabes, es un festejo único y especial para Candace. Después de todo él es su hermano.
-Lo sé, es que no entiendo, ha sido difícil su pérdida, lo sé, pase por eso en dos ocasiones, pero sin embargo la vida sigue, mira que feliz es Candace, es su boda.
-Deja de pensar en él –me reprendió –no vale la pena –suspiré desilusionada y miré a mi acompañante que sonreía.
-Vamos, es una fiesta –intentaba animarme –bailemos.
El resto de la noche con Nath a mi lado fue más sencillo, recordé aquellas fiestas nocturnas con mis amigos en el pueblo, en dónde nada importaba más que la diversión. Tenía que ser fuerte y olvidar de una vez por todas a aquel hombre, el amor de mi vida.
Se había ido, me había dejado sin importarle todo lo que había sucedido. Pero qué más da, quizá el amor que me profesaba no era tal.
Ahora debía vivir el momento, Nath me daba la oportunidad de divertirme, y Candace merecía una boda inolvidable.
Los novios se despidieron de todos para partir a su luna de miel, un vuelo a un lugar increíble los esperaba.
-Candace, estoy feliz por ti, has encontrado el amor verdadero, te deseo lo mejor en lo que sigue de tu vida, lo mereces, sé feliz, y diviértete.
-Gracias Sarahí –su sonrisa era genuina, pero había algo que le molestaba –pero no estuvo conmigo, ¿le habrá pasado algo? –agregó preocupada
-Seguro no está listo para regresar –intenté consolarla, pero ni a mí me funcionaban esas palabras por más que las repitiera una y otra vez en mi cabeza
-Quizá, pero tenía que hacer un esfuerzo –dijo molesta –quizá no le importo –suspiró desanimada
-No digas eso, si sabes que te ama.
-Eso creí.
-Oh, vamos, seguro algo repentino no lo dejó venir –debía mantener la mente positiva a pesar de que sentía la misma inseguridad y preocupación que ella –No quiero verte triste, es tu noche de bodas, sólo concéntrate en Albert y la nueva aventura que te espera en esa isla increíble con un hombre increíble, señora McCartney.
Logré sacarle una sonrisa y de la mano de Albert abordó el automóvil que los llevaría al aeropuerto. Me despedí de ambos con una gran sonrisa y un gesto con la mano mientras se alejaban en al automóvil.
Entramos de nuevo en fiesta, tras un par de horas decidí que era hora de ir a descansar. Nath me acompañó al departamento para después despedirme con un beso en la mejilla.
Luego de pocas horas de sueño desperté, Iván seguramente ya me esperaba para entrenar la última etapa de su recorrido. Estaba casi lista para “mi graduación” del mejor y único entrenamiento, con el mejor científico y creador de ASEJM. Después de esto, estaría lista para cualquier tipo de misión que me fuera asignada, había obtenido nuevas habilidades, nuevas destrezas, más agilidad y discreción.
Había sido el entrenamiento más duro y difícil pero ahora me sentía invencible.
Terminé el entrenamiento del día exhausta, pero contenta, ahora solo restaba la etapa que iba a concluir con esto, pasar todas las pruebas y retos con los líderes de la ASEJM observando cada paso.
Y llegó por fin ese día, estaba lista en la línea de salida, había agentes en cada estación y cámaras que vigilaban cada uno de mis movimientos en aquella cadena de cuevas. Terminé después de varias horas, estaba agotada y nerviosa, sin duda había hecho un excelente trabajo.
-Sarahí Woods, es un orgullo para mí y para mi colega tener una agente tan eficiente y tan dedicada a su trabajo –dijo mi entrenador con una sonrisa orgullosa –Admito que desconocía por completo el trabajo de este joven, y las nuevas habilidades que han adquirido a lo largo de este recorrido me hacen estar aún más orgulloso de tener tan buenos agentes. Iván Sullivan, mereces un reconocimiento especial, no sabíamos de tus capacidades tan grandes, y ahora comprendo por qué nuestra agente Woods decidió dejar sus entrenamientos en la casa, no son nada comparados con esto, pero debo añadir que se requieren esos entrenamientos antes de ponerlos en práctica aquí. –Sonrió satisfecho –Ahora bien, daré reconocimiento a ambos, pero ahora requiero un nivel de dificultad mayor. Usted señorita, ha demostrado un impecable trabajo individual, lo cierto es que muchas veces se requiere un trabajo en equipo, así que deseo que elija a dos de los agentes aquí presentes para hacer ese recorrido, teniendo en cuenta que ellos no se han preparado aquí y desconocen por completo el recorrido que tanto le ha costado.
Admito que fue difícil hacer el recorrido en las cuevas con dos agentes más, pero sin embargo lo logramos, resultó que tenía habilidades de líder y que me era fácil con dos agentes tan obedientes como los que había elegido. No los conocía, ni siquiera podía ver su rostro, pues estaban cubiertos con el uniforme de la agencia, pero eran agentes prometedores, con gran capacidad y gran fuerza, pero sobre todo voluntad.
Iván había obtenido su trabajo oficial en la agencia, al lado de las personas que más admiraba, yo por mi parte, fui la encargada de los nuevos entrenamientos en el lugar, cada agente debía graduarse de ese nuevo modo de preparación para obtener un título de real de agente.
Era una gran responsabilidad, admito que había muchos que sencillamente cruzaban aquel campo de trampas y pruebas sin trabajo, pero muchos otros tenían dificultades. Eran dos niveles, individual y en equipo, lo más difícil era elegir el equipo ideal, pues debían complementarse uno de otro para hacer un excelente recorrido, y para eso necesitaba conocer sus habilidades, ventajas y desventajas. Iván en pocos meses me facilitó ese trabajo, pues en un sistema computarizado con los datos completos de cada agente se formaban los mejores equipos de combate. Admito que ese joven y amigo tenía una mente brillante y hacía en trabajo de todos más sencillo.
La escuela, iba genial, iba adelantada por mucho a mis compañeros iniciales, y estaba a poco tiempo de poder graduarme, no tenía una vida social muy activa, Candace en su vida de esposa estaba muy ocupada, y Albert de igual manera, ahora debían trabajar ambos y muy duro para salir adelante, admito que la casa que Tuck les regaló le ayudó bastante para iniciar su nueva vida juntos. Ese fue su regalo de bodas, pero jamás se apareció ni siquiera para entregarle a su hermana las llaves de su nuevo hogar. Era una casa hermosa, los muebles habían sido elegidos con el mayor cuidado y todo estaba totalmente equipado. Albert no parecía muy convencido del regalo, pues se sentía responsable de hacerse de un hogar para ambos, pero no podían rechazarlo. Angie también tenía una vida ocupada, Duncan ocupaba la mayoría de su tiempo pues estaban organizando su boda que en pocos meses sería el evento más esperado.
-Sarahí, sé que estado bastante ocupada en los últimos meses, pero sabes, te necesito esta vez, compraré un vestido, pero como la hermana en la que te has convertido necesito de tu compañía. ¿Puedes anotar en tu agenda esta semana completa para salir las dos todas las tardes conmigo, después de clases? -dijo Angie suplicante
-Por supuesto, me hace feliz que me lo pidas -sonreí complacida
-Quién mejor que tú, si eres ahora mi familia sonrió entusiasmada -Gracias Sarahí, es importante para mí tu opinión y tu compañía.
-Me alaga que me lo pidas –respondí emocionada
Fue una corta semana con tantas ocupaciones, la escuela, el trabajo con los agentes, y para terminar el día con Angie viajando a los mejores lugares para conseguir su vestido perfecto. Fue divertido hacer todo eso, pero fue la semana más cansada de todas.