Entré de nuevo en el salón de fiesta y me senté con mis invitados.
-¿Estás bien?-asentí para responder la pregunta de Angie que estaba preocupada.
No disfruté al máximo la fiesta, pero estaba contenta, y logré que mis amigos no notaran mi preocupación.
Me despedí de mis compañeros de clase, mis invitados también se despidieron y subimos a los automóviles para ir cada quien a su casa. Iván iba a quedarse en el departamento conmigo y Nath pero Angie insistió en llevarlo a su casa, dijo que sería bueno tenerlo cerca de los pequeños, así les daría un poco diversión a los tres.
Estaba en el automóvil con Nath, rumbo al departamento.
-Tucker está aquí -dije tranquilamente esperando su reacción. Inmediatamente su sonrisa y emoción de la fiesta se había desvanecido por el aire -Hay algo que debes saber…
-No necesitas decirlo, sé que él sigue muy dentro de tu corazón, no puedo contra el amor que sientes por él, he hecho mi mayor esfuerzo por conquistarte, mas no lo he logrado. Entiendo.
-No es eso, es algo más complicado. Pero esperaré a llegar al departamento para que veas unas cosas.
-¿Él estará ahí?
-No lo sé, dijo que iría.
Un suspiro de desaliento inundo el silencio e hizo incómodo el transcurso del camino.
Llegamos al departamento, hicimos más tiempo que de costumbre, Nath conducía realmente muy lento. Subimos al cuarto piso por el elevador y ahí justo afuera, recargado en la puerta estaba Tuck.
-Te dije que vendría -sonreí discretamente y Nath vacilante saludó.
En pocos segundos estábamos dentro del departamento sentados al comedor observando una gran cantidad de papeles que Tuck llevaba en un curioso maletín.
a punto de llorar, la expresión de Nath al enterarse de la verdad era conmovedora, me sentía terrible, pero entendí aquello que sentía, esa conexión con él, no era amor, no como que sentía aún por Tuck, era diferente, su presencia me reconfortaba, me hacía sentir a salvo y feliz, pero era ese lazo de hermandad que nos unía, y lo que él pensaba que era amor de pareja en realidad era meramente fraternal. No tardó en comprender y aceptar todo, le asombró que yo perteneciera a esa increíble agencia y que jamás se lo hubiera mencionado, pues ante todo éramos los mejores amigos.
-Si quieres puedes quedarte -dijo Nath para complacerme
-No es necesario Nathaniel, tengo un departamento a un par de horas de aquí.
-Es muy tarde para que andes solo por ahí con toda esta importante información, pasa la noche aquí, el sofá se convierte en cama, y es muy cómodo -insistió sin muchas ganas.
-Bien, gracias -me hizo feliz que Tuck aceptara la invitación
-Buenas noches -dijo Nath antes de entrar a su habitación para dejarnos solos.
-¿por qué hoy? -le pregunté en cuanto estuvimos solos
-Lo siento, no podía dejar pasar este día como si nada, aunque quizá lo he arruinado -agachó la vista y suspiró
-No es así -dije apresurada intentando no mostrar tanto entusiasmo -estoy feliz de que estés aquí.
-Te he extrañado mucho -¿debía creerle? era sincero, reconocía la seguridad de sus palabras, lo era, era verdad. Deseaba lanzarme a sus brazos y besarlo, pero no podía hacerlo, no debía, no me atrevía
-¿Por qué te fuiste?
-Te lo dije, quería mantenerte a salvo.
-¿No crees que hubiera sido mejor mantenerme a salvo a tu lado? ¿sabes todo lo que lloré? -mis reproches le dolían lo notaba en su mirada -Tu padre dijo que sólo habías jugado con mis sentimientos -levantó la vista asustado -que te había ido lejos con otra mujer a la que amabas.
-¿Pero no le has creído eso? -preguntó preocupado
-Te fuiste sin decir nada -me encogí de hombros y suspiré, por supuesto no podía creerle a ese hombre, pero admito que había dudado -dude que lo que sentías por mí era real, pero no puedo confiar en Rasmus Donovan.
-Lamento haberme alejado -sus disculpas eran sinceras, pero ¿debía aceptarlas así sin más?
Suspiré, le di las buenas noches, le indiqué donde había sábanas y cobijas, y sin decir más entré en mi habitación.
Fue una noche llena de pensamientos, recuerdos y preguntas, ¿cómo si siempre estuvo cerca no asistió al evento más importante en la vida de su hermana? Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos.
-¿Estás despierta? -me levanté sobresaltada para abrir la puerta, ahí estaba Tuck.
-¿Qué ocurre? -dije intentando ocultar mi voz agitada por la sorpresa
-Me gustaría que me prestaras la computadora con los archivos de la de mi padre, no pude conseguir esa información -suspiré decepcionada, esperaba quizá que quisiera arreglar las cosas entre nosotros, pero quizá eso era sólo lo que yo quería -¿cómo lo hiciste?
-Tengo al mejor amigo tecnológico de mi lado. No hay nada imposible para él.
-Claro Iván, debí imaginarlo.
Entré en la habitación para buscar mi computadora y entregársela a Tuck para que le diera un vistazo a todo ese mar de información, después de todo no había nada que no hubiera visto ya. Con la computadora en sus manos Tuck regresó a la sala y en un instante estaba tan metido en la información que no notó que lo observaba.
Estaba cansada, así que opté por ir a dormir, después de todo no creía que Tuck iba a irse de nuevo.
Desperté la mañana siguiente, sentí que el regreso de Tuck la noche anterior había sido sólo un sueño, pero no, al salir de la habitación Tuck dormía en la sala. Quizá se había dormido bastante tarde, pues el olor a comida que se expedía de la cocina no lo hubiera dejado dormir en otras condiciones.
-Buenos días Nath, ¿cómo estás?
-Buenos días Sarahí, descansé bien, pero sigo pensando en eso de que somos hermanos, sabes, no pensé que lo que sentía se trataba de amor fraternal, aún sigo en shock, pero lo voy a superar -se esforzaba por sonreír, pero lo conocía lo suficiente para notar que estaba tan desconcertado como yo -Ahora sé que debo buscar a la mujer indicada, esta vez me aseguraré que no tengamos lazos familiares -intentó bromear, pero no fue bueno haciéndolo
-Claro, lo siento.
-No es culpa tuya, tu padre debió mencionarlo en alguna ocasión, quizá ese último día en ese hospital.
-Sí, bueno, quizá no le pasó por la cabeza hacerlo, no pensó que causaría problemas
-Sí, es lo más seguro. Y ahora ¿Qué haremos? Es difícil esto sabes, tenía muchos planes para el futuro, pero Tuck regresó y ahora con las nuevas noticias todo ha cambiado -suspiró y me dió la espalda fingiendo poner atención a lo que cocinaba -Pero ¡vamos! Eres mi hermanita, que mejor que eso. Aún podemos compartir este espacio, somos los mejores amigos después de todo ¿no? Y no tengo problemas con ello.
-Sí, eso creo.
-Después de todo en tu corazón sigue estando Tuck, y no puedo competir con él, como te lo he dicho miles de veces. Ahora sé que jamás he sido ni seré competencia para él, aunque tengo un lugar en tu corazón bastante importante, somos ese hermano que siempre anhelamos tener, ¿recuerdas? Siempre lo mencionábamos cuando niños “Ojala tuviera hermana como tú” “y yo un hermano como tú”, bueno ahora resulta que lo tenemos, quizá no compartimos la misma madre, pero el padre sí y eso basta para el lazo de hermandad.
-Sí, será un poco raro ¿no?
-Sí, lo será, pero sé que seremos los mejores hermanos -seguía intentando aceptar la verdad -oh, vamos desde niños lo hemos sido, sólo que no lo sabíamos. Ahora debemos acostumbrarnos a eso.
-Es cierto.
Sonreí y abracé a ese chico frente a mí mientras recordaba miles de cosas que habíamos vivido cuando éramos niños y las aventuras más recientes. Había un mar de recuerdos en mi cabeza y miles de gratos recuerdos. Mi padre era su padre, éramos hermanos, y siempre habíamos sido los mejores amigos.
Terminamos el desayuno, Tuck aún dormía profundamente.
-¿Está bien si te dejo a solas con él? -preguntó quizá solo por cortesía -debo ir a trabajar.
-Está bien, estaré bien, es Tuck. No me hará daño.
-De acuerdo, que tengas un lindo día, hermanita, te veo más tarde.
-Gracias, espero que también lo tengas, hermano. Te quiero.
-También te quiero -me dio un beso en la frente para luego salir apresurado, iba ya un poco tarde.
Me quedé sentada en la silla del comedor, estaba terminando mi desayuno, mientras observaba a Tuck. Sentía que no era real, que no estaba aquí.
Me levanté para lavar los trastes, como cada día, Nath preparaba el desayuno y a mí me tocaba lavar los trastes que ambos utilizábamos. Aún había un poco de comida, seguramente Nath había preparado un poco más para nuestro invitado, así que lo coloqué en un plato y lo reservé en el horno.
Terminaba de lavar los trastes cuando sentí que alguien se acercaba.
-Buenos días -su aliento estaba en mí nunca y sus manos sobre mi cintura, mi piel se erizó completamente y contuve mi aliento, me sentía nerviosa, como hace tiempo no me sentía.