SRIDS II. La vida después de aquel teatro

El secreto mejor guardado

¿Por qué querría mi madre que me fuera del pueblo? ¿Por qué su vida corría peligro? Parecía estar preparado para su muerte, quería asegurarse de que yo estaría bien, pero ¿por qué alejarme de mi padre? ¿Por qué dejar el lugar en el que nací y crecí?

-¿Qué pasa? –preguntó Nath alarmado al ver mis gestos

-Mira esto -le presté la nota de mamá y le enseñé los papeles que había en ese cajón secreto, una cantidad de dinero que jamás había visto unida en una sola cuenta y otro poco en efectivo.

-¿Pero qué es todo esto? –preguntó confundido –¿Tu padre conocía al señor Donovan?

-No lo sé, es desconcertante también para mí. No conocía nada de esto que veo ahora.

-Sarahí, agáchate –dijo al tiempo que me colocaba la mano encima de la cabeza –hay alguien afuera vigilando, será mejor que no nos vean.

-Sé que están ahí –esa voz la conocía, era la voz enojada de Alexander –¿qué hacen? –gritaba desde afuera –¿Qué han encontrado eh? ¡Quiero ser parte de eso!

Me levanté del piso y me asomé por el balcón.

-Eso es algo que no te importa –grité molesta –Además ¿que podría haber aquí? sacaré todas las cosas de mis padres y quizá venda esta casa.

-Oh, vamos querida –dijo sarcástico –no lo harías, ahí pasaste los mejores años de tu vida.

-¡Eso no te importa! –estaba más molesta por ese comentario, me hacía rabiar –¡Yo haré lo que me dé en gana!

-Pues déjame comprarla –sugirió con una sonrisa

-¡Por supuesto que no! –me reí –Me asegurare de que esta casa la tenga alguien que la necesite de verdad, y tú, por supuesto que no la necesitas, traerás a esas innumerables mujeres a hacer esas cosas que sueles hacer para satisfacerte

-Eso no te importa –ahora sí parecía molesto –hago de mi vida lo que quiero, o ¿Estás celosa acaso?

-Claro que no me importa –respondí agobiada –pero esta casa sí.

Con una seña le pedí a Nath que se pusiera a mi lado.

-Será mejor que te vayas Alexander –gritó Nath fastidiado

-¿Quién lo dice? –respondió desafiante –No creo que quieras enfrentarte conmigo, siempre has sido miedoso y debilucho.

-Calla, Alexander –lo reprendí –él es más hombre que tú –quería hacerlo enojar más, tenía cuentas pendientes con él, y ahora no me iba a quedar con las ganas de decirle las cosas en su cara

-¡Jajaja! –su risa llena de sarcasmo me molestaba –¡por favor! ¿Ese? ¿Un hombre? lo he dudado desde siempre –su sonrisa y sus palabras me hacían rabiar –¿Quién puede comprobar eso?

-¡Yo! –grité –yo te lo puedo asegurar

-No me digas que te has acostado con ese tipo.

-Eso no es de tu incumbencia. ¡Vete ya! No te quiero merodeando por aquí.

-Sabes que no te creo nada Sarahí. Ese no es capaz ni de besarte, jamás se atrevería a tocarte.

-Callemos a ese tipo de una vez, bésame ahora mismo, pero dile primero que eres capaz de hacer lo que te place- Murmuré para evitar que Alexander pudiera escucharme.

Lo miré, pero él estaba inseguro, tan inseguro como yo. Pero quería callar a ese “hombre” de una vez, y demostrarle que Nath era mucho mejor que él en muchas cosas.

-No puedo hacerlo -dijo tartamudeando con voz casi imperceptible.

-Vamos, hazlo -lo animé -Quiero que lo hagas -miró al suelo por un instante, suspiró y tomé su mano

-No es capaz de hacerlo, lo ves, no se atreve -la voz de Alexander me irritaba -Así ha sido siempre, jamás habla de sus sentimientos, se reprime, siempre ha estado enamorado como loco de ti, es un tonto -se rió con maldad -Nunca tuvo oportunidad

En ese momento pasaron varias escenas de mí pasado por mi mente, Nath siempre estaba ahí, siempre a mi lado, siempre dando buenos consejos, apoyándome en cada paso, y en los días más difíciles él era el único que se preocupaba. ¿Enamorado de mí? Siempre lo había visto como mi mejor amigo, como él único y más real amigo de mi vida entera. Sostuve su mano delicadamente con un poco más de fuerza.

-Lo sé, él me lo dijo -dije con coraje -por eso es que ahora tenemos una relación muy íntima y llena de amor y felicidad, pero eso es algo que no entenderías, tú no sabes lo que es amar y respetar a una mujer -sonreí para alterarlo -Por suerte me di cuenta de eso antes de llegar a algo serio contigo -lo admito, estaba siendo mala, muy mala -Irme de aquí y alejarme fue lo mejor que pude hacer. Me alegro tanto de eso, eres un tonto, hipócrita y convenenciero, no sé qué mujer podría fijarse en ti, seguramente aquellas sólo están contigo por el dinero, porque seguramente les pagas para que te hagan compañía y esos favores -reí con maldad, no me reconocí en ese momento, esa no era yo -En cambio Nath y yo tenemos una hermosa relación y podemos intimar cuando queremos, ¿dinero? No creo que sea eso, ambos estamos en la misma situación, trabajamos y estudiamos, nuestro nivel de vida es medio, pero sobrevivimos muy bien, además vivimos juntos en la ciudad, decidimos compartir nuestras vidas. Pero es algo que no entiendes por qué jamás lo tendrás

Alexander me miró enfurecido y desapareció de mi vista en un instante, alejándose por fin de la casa en su enorme y elegante camioneta.

-¿Por qué has dicho eso? -dijo mi amigo incrédulo

-No iba a permitir que te ofendiera de ese modo -dije más calmada -Pero dime algo, ¿es cierto lo que él ha dicho?

-¿Qué cosa? -me miró nervioso

-¿Siempre estuviste enamorado de mí?

-No, como crees, es un mentiroso, un hablador -dijo a la defensiva -Yo sólo soy tu mejor amigo, y así está bien para mí.

Estaba nervioso y le temblaba la voz, tomé la otra mano que tenía libre y lo giré para ponerlo frente a mí. Suspiré, si en realidad estaba enamorado de mí, ¿cómo es que no me di cuenta? Siempre estuvo conmigo en los más difíciles días, y esta vez no era la excepción, tras el abandono de Tuck él había aparecido en el mejor momento para ayudarme, alentarme y alegrar de nuevo mi vida.

Ahora en esta etapa difícil de visitar mi antiguo hogar y deshacerme de todas las cosas que me recordaban a mi familia estaba ahí. ¿Pero si realmente estaba enamorado por qué jamás lo dijo? Lo miré a los ojos pero él no se atrevía a mirarme.

-Nath, mírame, por favor -busqué su mirada -Dime la verdad, estoy aquí frente a ti, y quiero escucharlo.

-Sarahí, tú siempre me has parecido muy linda, hermosa -hizo una pausa -pero siempre tenías los ojos en Alexander, él nunca te ha merecido -suspiró -pero me alegra que te hayas dado cuenta de ello -soltó una gran bocanada de aire -Me apartaste de tu vida, y lo entendí, la siguiente vez de eso te miré estabas con ese hombre, Tucker, y supe que estabas realmente enamorada -sonrió con esa familiaridad de siempre -Nunca tuve oportunidad, y después de él sé que nunca la tendré, soy tu amigo, tu mejor amigo, y creo que es lo mejor, lo más cerca que puedo estar de ti.

-No entiendo, no me has respondido -dije intentando comprenderlo -Pero mírame por favor.

Entonces comprendí todo, miré esos ojos que me gritaban que me amaba, y siempre había sido así, pero estaba cegada, siempre Alexander intervenía cuando él quería hablarme de algo importante, quizá muchas veces quiso decirme.

Recuerdo bien lo que me decía “él no te merece, sé que hay alguien mejor para ti, que se preocupa por ti cada día, que le encanta tu sonrisa, que moriría por ser más que tu amigo” claro, se refería a él mismo, pero hasta ahora entiendo que no sólo eran palabras para consolarme después de una pelea con Alexander ¡Qué tonta! Él siempre ha sido una persona maravillosa, ¿cómo es que no me di cuenta?

Ahora mismo no sabía qué hacer o qué decir, estaba frente a ese hombre, ese hombre que había estado enamorado de mí tanto tiempo y que jamás había visto con otros ojos más que de amistad.

¿Y ahora qué? ¿Qué iba a pasar después de esto? Seguro iba a ser incómodo estar a su lado después de saber la verdad. Pero en realidad no lo era, era reconfortante saber que estaba a mi lado, que me acompañaba, que me cuidaba, saber que le importaba me daba fuerzas para continuar, Tuck seguía muy adentro de mi corazón, en mis pensamientos, pero Nath alegraba mis días, me hacía sonreír.

Sentí que sus manos rodearon mi cintura mientras me hundía en mis pensamientos, mis nervios crecieron y desperté de mi mundo interior para sentir sus cálidos brazos cerca de mí.