Christian Goldman
Ya estábamos en el corredor, cuando ella empezó a hablar y ante sus palabras de ruego detuve mis pasos, me quedé viéndola… siempre fui solo, a pesar de tener a mis amigos y estar rodeado de gente, les huía porque me sentía cómodo estando en mi soledad, toda mi vida pensé que no tenía familia y encontrarme ahora con una situación distinta, me dejaba en shock, no sabía cómo reaccionar.
—Hace tres años supe de nuestro parentesco, no niego que me tomó por sorpresa, aunque también sentí una emoción indescriptible, siempre creí que éramos mi mamá y yo, y de repente también estabas tú. Lamento mucho no haberme podido acercar en ese momento, no pude hacerlo, debía permanecer bajo perfil, estaba embarazada y en un principio tenía que ocultar mi embarazo por mi seguridad y la de mi hijo, porque temía a ciertas represalias. Pese a ello, nunca te dejé solo, he mantenido contacto con Isaac, quise apoyarte económicamente, sin embargo, él y Jared no me lo permitieron. De hecho, se empeñaron en ayudarme… hermano… porque eso eres para mí, no me dejes sola, ahora que te he encontrado, por favor —volvió a rogar.
Sin yo esperármelo, se lanzó en mis brazos, me sentí extraño porque tenía años sin recibir uno de nadie, ni siquiera unas palabras de cariño, sin darme cuenta las lágrimas surcaron mi rostro, ella también lloró, se inclinó un poco y limpió las mías.
—No te vayas… si no quieres regresar a tu vida anterior… aquí puedes quedarte con nosotros, seremos una familia llena de amor, la llegada de Christopher, me ha enseñado que no hay nada más importante que ese sentimiento, y no es tarde para nosotros ser felices —pronunció alegre.
Las palabras de mi recién descubierta hermana, me tentaron, porque últimamente creía que quizás la vida no querría darme una oportunidad de por lo menos no sentirme tan solo y ahora estaba allí con una hermana, un sobrino que se parecía a la mujer que amaba y que ahora resultó que se llamaba Christopher, no pude contener la curiosidad y le pregunté, a riesgo de que solo se tratara de una coincidencia.
—¿Por qué le pusiste Christopher? —preguntó mientras esperaba ansioso su respuesta.
—¡Lo hice por ti! Porque prometí que este Chris tendría todo el amor que le faltó a su tío —respondió Abby, mientras de sus ojos salían gruesas lágrimas—. Me siento responsable por todo lo que sufriste.
—¡Hey hermanita no llores! No tienes la culpa de nada, puedes cargar con las responsabilidades de los otros —me acerqué a ella y la volví a abrazar por un tiempo estuvimos así, ambos llorando, riéndonos entre lágrimas, era como una especie de terapia, no sabía que se podía llorar y sentirse uno bien al mismo tiempo.
—Por favor, quédate —pidió en modo de ruego.
—Me causa dolor verla —empecé a decir haciendo seña hacia el interior de la casa—, no puedo evitar el resentimiento hacia ella, por haber sido la causante de tantas desgracias en mi vida, las cuales no habrían ocurrido si ella me hubiese amado… entiendo que no quisiera a mi papá y deseara alejarse de él, mas lo que le critico es su crueldad para con él, no se merecía ese trato, su indiferencia—pronuncié conteniendo el dolor que esa parte de mi vida me causaba.
—Ella está arrepentida, en el momento en que Jonás la despreció, cuando empezó a ponerse enferma, se dio cuenta de su error, siempre hemos vivido solas… la observaba melancólica y muchas veces la escuché llorando… sé que es difícil para ti perdonar tantos años de sufrimiento y soledad, jamás te pediría eso y menos porque sé cuanto duele ser herido por alguien que creíste que te amaba y que sería capaz de muchas cosas por ti… Solo escúchala… así nada, justifique lo que te hizo y no tengas razones para justificar su actuar… ¡Óyela! A veces el perdón es para nosotros mismos, para sanar las heridas y continuar el camino sin rencores y sin ningún tipo de resentimiento, que nos envenenan el alma.
—Entiendo —respondí, pero hay una pregunta que no me dejaba de rondar la cabeza y decidí hacérsela—. Abby… —hice una pausa—. ¿Chris es el hijo de Leonard?
Una expresión de tristeza se dibujó en su rostro.
—Si te refieres al donante de esperma fue Leonard, porque padre no puede llamarse a un hombre que se burló de mí, que me usó como parte de una venganza y no conforme con eso, un par de meses de haber nacido mi hijo, venciendo todos mis miedos de lo que pudiera hacerme, le mandé una carta, con un eco y una foto de Chris, allí le confesé que era padre y nunca me respondió… después de eso me enteré de que fue el responsable de acusarte de haber asesinado a Lynda, lo hizo para encubrir a Lynnet y hay algo más que no sabes —expresó ella un poco nerviosa.
—¿Qué pasa? ¿Hay algo más que yo deba saber? —inquirí sin entender que podía ser eso.
—Leonard encubrió a Lynnet porque Lynda y ella fueron las hijas de Margareth Skarosky, la hermana mayor de los príncipes, la heredera al trono, quien abdicó por amor. Leonard es el quinto hijo del príncipe Stefan, y era el cuarto en la línea de sucesiones, hasta aparecer las gemelas que por ser hijas de quien era la princesa heredera, ellas pasan a sucederla en el mismo orden. Esas son las razones por las cuales te inculparon a ti, haciéndote cargar con la culpa siendo inocente.
Por un momento quedé sin palabras, me pasé la mano por la cabeza en un gesto de desespero, frustración, no sabía cómo definirlo, además no podía comprender, ¿Cómo todo eso era posible?
—¿Margareth, la mamá de Lynda, era esa princesa heredera? —mi hermana afirmó con la cabeza— ¡Mierd4! —exclamé sorprendido porque ese descubrimiento tenía un caos en mi cabeza—. ¿Entonces Lynnet es la princesa heredera del trono? —esta vez ella negó con la cabeza y después aclaró.
—La hija mayor de Margareth no fue Lynnet, sino Lynda, al parecer la mujer lo escondió para protegerla, temía que alguien se la llevara de su lado, aunque dejó muchas pistas para que todos supieran quien era la verdadera heredera —pronunció ella en un tono bajo de voz para que solo pudiera ser escuchado por mí.
—Pero si tú naciste tres años antes de Lynda ¿Significa entonces que…? —de repente me interrumpí y mi hermana terminó lo que pensaba sería mi frase.
—Jonás le fue infiel a Margareth con mi mamá —expuso Abby.
—No, nena, por tu edad y la de las gemelas, puedo deducir que Jonás le fue infiel a tu mamá con Margareth y la dejó para irse con ella ¿Sabía que ella era una princesa heredera? No lo creo, entonces...—me respondí yo mismo—. ¿Por qué lo hizo?
Escuchamos un ruido y venía Sherlyn en la silla de ruedas y empezó a hablar.
—Porque a pesar de su egoísmo y de su maldad, si hay alguien a quien verdaderamente amó Jonás a parte de Lynnet y a sí mismo, fue a Margareth… me dejó a mí por ella, la conoció cuando Abby solo tenía meses y a pesar de amar a su bebé, su amor por Margareth estaba por encima de todo. Por ella cambió muchas cosas, dejó de andar con otras mujeres, solo me veía a mí y fue porque lo amenacé con contarle a su mujer que tenía una hija conmigo. En ese momento sentía tanta rabia, porque a pesar de que lo arriesgué y lo perdí todo por él, después no significaba nada… un día se cansó y me dijo que si insistía en chantajearlo me iba a arrepentir, allí fue cuando tuve el accidente, me facturé las piernas. Como le di lástima me regresó la mayor parte de las propiedades que le arrebató a tu padre, con la condición de no volver a aparecer en su vida.
»Durante todos estos años, he guardado todos esos bienes para ti, he pasado necesidades, mas nunca he tocado lo de Philips, porque eso no me pertenecía, sino a ti.
—¿Qué pretendes con eso Sherlyn? ¿Qué te perdone? ¿Qué borre tantos años de abandono? —ella me miró con dolor y comenzó a llorar.
—Perdóname Christian, he sido una mujer equivocada… estoy arrepentida de haberte hecho daño, si pudiera regresar el tiempo, te juro que haría todo diferente —pronunció con voz quebrada.
Pese a ello, no pude contener la mezcla de dolor, resentimiento y me reí en su cara.
—No podemos hacerlo, no podemos regresar el tiempo. Por tu culpa fui y sigo siendo un hombre dañado, que perdió el amor, porque no tenía idea como se sentía, sino cuando fue demasiado tarde y lo destruí, por no saber identificarlo, ¿Por qué cómo voy a saber dar lo que nunca me dieron? Y de eso solo hay una culpable. ¡Tú Sherlyn!
»¿Sabes cuantas veces me quedé observando por las ventanas del orfanato para ver si ibas por mí? Perdí la cuenta. Durante años, te añoré, te justifiqué solo para tener un motivo para aceptarte de nuevo en mi vida por si decidías regresar, y el tiempo pasó y nunca volviste por mí, mis esperanzas se convirtieron en odio, en sed de venganza en ganas de destruir a Jonás porque él fue el principal culpable, me obsesioné con la venganza, por darle donde más le dolía y así destruí al amor de mi vida; por eso soy un muerto viviente, sin metas, sin norte, sin rumbos fijos, con una ganas inmensas de repetir la hazaña de mi papá y volarme los sesos, y solo me detiene el hecho de que si me privo de la vida, quizás no vaya al lugar donde seguramente está un ángel como ella. Ahora, ya no te necesito, ya pasé la etapa en donde una madre era importante para mí… te dejo claro, si voy a permanecer en esta casa es por Abby y Chris, en cuanto a ti, mientras más lejos te mantenga de mí mejor. No me pidas perdón, porque ya ni eso tengo para darte, porque en mí ya no queda nada más que dar —pronuncié, saliendo de la casa.
Caminé sin rumbo fijo, poniendo la mayor distancia entre ella y yo, porque tenerla cerca me quemaba, me ardía, me supuraban las heridas, unas que quien sabe, si algún día sanarían.
«Hay heridas que nunca se muestran en el cuerpo, pero que son más profundas y dolorosas que cualquier cosa que sangra». Laurell K. Hamilton.