Christian Goldman
Abrí los ojos lentamente, sentí mi lengua pegada a mi paladar, mis labios secos adheridos uno a otro, mi cuerpo era un amasijo de dolor, tristeza, sufrimiento, lamentaba que eso significaba que seguía con vida y yo no quería continuar, porque ya nada tenía valor para mí, pero era demasiado cobarde para intentar privarme yo mismo de ella y para mi desgracia, la muerte me huía. Mi conciencia me torturaba día y noche de manera incesante por haber destruido lo único hermoso que tuve en mi vida, lloraba porque cada recuerdo era una puñalada clavada en mi pecho.
—L-linda —pude articular en un tono apenas audible, era más bien un pequeño alarido de dolor, salido desde las profundidades de mi alma.
Intenté levantarme, se me hizo dificultoso, no tenía un solo espacio de mi cuerpo ileso, todo me dolía, fue allí cuando me di cuenta de que estaba en el piso duro, no sabía cuántos días había pasado allí encerrado en una pequeña habitación, de apenas dos por dos, oscura y húmeda, el dolor en mis costillas era intenso, no descartaba que tuviera alguna costilla fracturada... sonreí con amargura al darme cuenta de que fui golpeado casi hasta la muerte y que no me brindaron la mínima atención médica… Leonard quería hacerme sufrir y a decir verdad, yo estaba dispuesto a complacerlo, no lo iba a cuestionar, yo me juzgué, me declaré culpable y hasta la sentencia estaba dispuesto a ejecutar de ser necesario.
El rugido de mi estómago me recordó que seguramente llevaba tiempo sin comer, por fin logré sentarme recostándome de la pared, cuando de pronto vi abrir la puerta del pequeño cuarto, la claridad pegó en mis ojos, haciéndome cerrarlos.
—Te hemos traído agua y comida —señaló el hombre sonriendo, yo me mantuve en silencio, tratando de determinar, sus intenciones y mi sexto sentido me avisó que no debía esperar mucho para ver sus intenciones y así fue—. Bueno, primero te daremos la comida.
Con una media sonrisa, lanzó el pan en el suelo y cuando me acerqué a agarrarlo, le arrojó el agua encima, haciendo que el pan se humedeciera ante el contacto con el líquido, como vio que no intente salvarlo, se acercó y me golpeo por mi ya maltrecho cuerpo, y su rabia bulló más cuando no emití ningún quejido y repitió como tres veces más su agresión, aunque por dentro me sentía privado del dolor, por fuera quería seguir manteniendo algo de dignidad, para mi alivio, se acercó otro guardia y lo hizo desistir de seguirme haciendo daño.
—¡Déjalo! Ese hombre ya tiene suficiente con su dolor del alma para que le sumes más dolencias físicas —dicho eso lo tomó del brazo y lo alejó de mí.
Y cuánta razón había en sus palabras, porque no podía imaginar mi futuro, seguramente sería oscuro, como siempre ha sido todo en mi vida. Nunca conocí el significado completo de la felicidad… bueno solo cuando la conocí a ella, esos breves momentos cuando me perdía entre sus brazos.
Ahora intentaba olvidar, a través del dolor físico, borrar todos esos recuerdos doblemente intensos, era imposible, bien decían que el peor castigo de un culpable es que su conciencia era su mal cruel verdugo.
Allí entendí a mi padre, quizás se pudiera pensar que su acción fue un acto de egoísmo hacia mí, mas ahora lo comprendía perfectamente, tal vez sintió que su amor por mí no era suficiente, y que perder el amor de mi madre era un sufrimiento demasiado doloroso para soportar, un destino peor a la muerte, quizás ese único que se merecía un hombre como yo… por ingrato, por ciego, el dolor se intensificó, sentí como fuertes arcadas me atacaron, aunque ya no tenía nada que expulsar y segundos después, la nubla de la inconsciencia vino de nuevo a mi encuentro y me abandoné a esa oscuridad, mi único consuelo, seguramente hasta el fin de mis días.
*****
Isaac Giordano
Cinco días después
Me paré en frente de unos de los edificios del principado con una pancarta donde escribí «¿Dónde está Christian Goldman? Justicia y debido proceso para él», sé que me estaba arriesgando, que este acto pudiera traerme graves consecuencias en mi vida, pero no lo podía dejar solo, después de todo nosotros cuatro, Christian, Fabio, Jared y yo, éramos la única familia que conocíamos, nos tocó crecer juntos, cuidarnos y protegernos y no podía abandonarlo.
Cada vez que evocaba ese dolor en su semblante, sentía culpa por no decirle la verdad.
—¡Justicia para mi hermano! ¡Justicia para mi hermano!
Gritaba mientras los periodistas se acercaron a mí, iba a arriesgar mi vida, solo esperaba que valiera la pena.
—Señor Isaac, ¿Qué vínculo lo une con Christian Goldman? —preguntó uno de los periodistas que me rodeaban.
—Nos criamos juntos en el mismo orfanato, para mí es un hermano, por eso en este momento pido justicia para él. Christian fue detenido hace cinco días, no lo llevaron a ningún centro policial, desconocemos su paradero, no le han respetado su debido proceso… Solo puedo decir que hay alguien muy poderosos detrás de todo esto, dispuesto a hacerle daño, a vengarse en vez de hacer justicia. ¡Solo exijo justicia! ¿Dónde está el cuerpo de Lynda Johnson? Nadie lo vio y ahora lo acusan de homicidio ¿Dónde lo tienen? ¿Por qué no está en ninguna de las estaciones policiales?
En ese momento se me unieron Jared y Sally, ambos con pancartas, exigiendo justicia para Christian, mientras los medios transmitían la noticia.
Enseguida, tres miembros de la polizia del principato se acercaron a nosotros.
—Buen día, ciudadanos, el príncipe Leonard Skarosky, está preocupado por la situación que ustedes están planteando y desea conversar con ustedes.
Me parecía el colmo del cinismo lo que estaba haciendo Leonard, cada día me causaba más decepción su forma de comportarse, aunque lo estaba esperando, vi que los chicos me miraron y solo me encogí de hombros y caminé detrás de los policías. Nos llevaron a una amplia sala donde nos hicieron esperar por más de media hora, sin embargo, nos mantuvimos esperando, ya que habíamos llegado hasta allí, no nos daríamos por vencidos.
—Pasen adelante —indicó una asistente y los tres pasamos al despacho.
Al entrar, Leonard estaba mirando por la ventana, como si estuviera ajeno a la presencia de nosotros, no pude contenerme y fui el primero en hablar.
—¿Vas a atendernos o seguirás fingiendo ver el paisaje? —ante mis palabras no se inmutó, se mantuvo por un minuto más en la misma posición, después de ese tiempo se giró.
—Estás yendo demasiado lejos Isaac, ¿Te parece que Christian lo vale? ¿Haría él por ti lo que estás haciendo? —preguntó con una expresión despectiva en su rostro.
—Estoy seguro de que si… y tú y yo sabemos cuál es la verdad… —expresé, aunque interrumpí mis palabras, me habían hablado claro y si yo exponía esa verdad delante de mis amigos, los podría en peligro, porque pese a Jared saberlo, Leonard no estaba en conocimiento de ese detalle—. Todo fue un accidente, y ustedes han manipulado los hechos, se han negado a ir tras la verdad, sabiendo que con eso están escudando al verdadero asesino —hice una pausa cuando una idea surgió en mi interior, no pudo evitar un gesto de comprensión—. Ya sé la verdad… no es casualidad Leonard, esto lo están haciendo de manera premeditada, ya sabes lo que sucedió, conoces al verdadero responsable del accidente y lo estás protegiendo.
—Jared y usted señorita, salgan un momento, el doctor y yo necesitamos hablar a solas —pronunció y la pareja se levantó y caminó fuera del despacho.
—¿Por qué lo haces? ¿Por qué estás comportándote de manera tan injusta? —le pregunté sin poder contener mi creciente enfado, en mi cabeza no cabía que una gente pudiera ser capaz de causarle daño a otro con tanta saña.
—Él se lo merece, la hizo sufrir, aun sabiendo cuanto Lynda lo amaba.
—Estás protegiendo a Lynnet, dime ¿Fue ella quien provocó el accidente de Lynda? —interrogué, aunque ya todo estaba muy claro para mí, Leonard no me respondió, negué con incredulidad—. La maldad de Lynnet al parecer no solo le viene por parte de los Johnson, los Skarosky hicieron su respectivo aporte.
—No lo entenderías, si sale el crimen de Lynnet, los medios irán más a fondo y pueden dar con la verdad y eso no le conviene al país… a veces Isaac, uno en el poder, debe tomar una decisión que no nos resulta agradable —respondió Leonard con una mirada de tristeza.
—¿Por eso lo torturan? ¿Es eso verdad, por eso lo llevaron a otro lugar, le están haciendo daño? —inquirí indignado.
—¡Lo tiene bien merecido! Pese a ello, no soy yo quien está a cargo de ordenar sus torturas.
—Entonces, espero que estos cinco días haya sido suficiente, no sé lo que harás Leonard, pero tendrás que convencer a quien sea, para que a Christian le hagan un juicio decente —expuso en tono amenazante.
—¿Debo tenerte miedo? —interrogó Leonard con una mirada recelosa.
—No lo sé, solo te informo que la conversación que estamos teniendo está siendo grabada y encriptada, y será liberada a los medios de comunicación y a mis r************* , si yo no actualizo información directamente cada seis horas —declaré complacido.
—¿Me estás amenazando?
—No, te estoy poniendo al tanto de un hecho desconocido para ti, tú verás que les conviene más ¿Hacerle un juicio a Christian o que todo el país conozca como conspiran los príncipes de la corona en contra de sus súbditos? —inquirí con satisfacción, mientras Leonard me miraba con una extraña expresión.
«A pesar de las amenazas de muerte, no voy a aceptar la tiranía, sino más bien luchar en contra de ella». Benazir Bhutto.