Capítulo 3. Verdades descubiertas

1790 Words
Christian Goldman Sentía mi cuerpo temblar, el ardor en mi estómago era insoportable, como si alguien me taladrara o enterrara un objeto punzante y se dedicara solo a seguir moviéndolo en mi herida, de repente escuché unos pasos y voces que no quise identificar a quien pertenecían, porque la bruma en mi mente me impedía pensar. —Llevémoslo para que lo atiendan. Se ve muy débil —dijo uno de los hombres. —¿Cómo no va a estar así? Mira sus labios están por completo agrietados, al parecer ni agua le han dado, mucha menos comida. ¡Ayúdenme a levantarlo! —pronunció el otro, mientras yo luchaba por no caer en la inconsciencia. Tiempo después, no podría decir cuánto, porque perdí por completo la noción del tiempo, abrí los ojos y estaba en la enfermería, con un suero conectado a mis venas y una enfermera, intenté moverme y ella me lo impidió. —Por favor, no se mueva, manténgase quieto, está muy débil, el doctor Isaac ya viene, él ha estado pendiente de usted, incluso gracias a su intervención y las de sus otros amigos, que conversaron con el príncipe Leonard, fue que lograron que lo trataran mejor y someterlo a un juicio justo. La mujer terminó de hablar, se hizo silencio por un tiempo, cerré los ojos, porque la luz me los afectaba, otra vez esa sensación de encontrarme frustrado me invadió, cuando escuché pasos, dirigí mi vista al sonido y allí estaban mis mejores amigos Isaac y Jared. —¿Q-qué hacen aquí? N-no debieron m-molestarse —mencioné mientras veía a la enfermera levantarse y a Isaac sentarse en su lugar. —No es molestia… eres parte de nuestra familia, queremos cuidarte y que estés bien, ahora te tenemos muy buenas noticias… logramos que te hicieran un juicio, esperamos que se haga justicia —señaló Isaac emocionado. —No debieron molestarse… Isaac, Jared… lo siento, pero no t-tengo deseos de vivir… Ya no tengo por q-quien vivir, p-primero era para ir en c-contra de Jonás y el d-desgraciado terminó usándome como quiso… me engañó y destruí lo único hermoso que ocurrió en mi v-vida, mi esposa y mi hijo… estos remordimientos me atormentan no es agradable v-vivir de esta manera —pronuncié sintiéndome sin fuerza. —Christian, si Lynda estuviera viva ¿Qué serías capaz de hacer para recuperarla? —ante sus palabras, no pude contener una creciente emoción. —¿Está viva? ¿Es eso Isaac? ¿Lynda no murió? —interrogué, me di cuenta de que ellos cruzaban sus miradas, sin embargo, luego ambos negaron. —Lo siento Christian, era solo una hipótesis —suspiró Isaac y allí entendí que ellos eran capaces de todo con tal de sacarme de esa depresión, lamentablemente, no podían salvar a quien no quería ser salvado y yo no quería serlo. Una semana después Luego de siete días, allí estaba, me había recuperado, y en ese momento estaba entrando a las instalaciones del tribunal mientras los medios de comunicación buscaban entrevistarme, me abrumaban y todos corrían acercándose a mí, rodeándome, no pude evitar sentirme incómodo- El ruido, los cuerpos de los demás empujándome, el sonido de unas sirenas que se escucharon de pronto, sumado a mi inestabilidad psicológica del momento, provocaron que en mi mente evocara las imágenes del cuerpo de mi padre con los sesos esparcidos, la caída de Lynda, traté de alejar todas esas escenas de mis pensamientos, pero estas se repetían como una especie de película, se negaban a alejarse, hasta que sentí como el aire abandonó mis pulmones y otra vez ese sudor frío cubrir mi cuerpo, me sentía ahogarme, todo empezó a darme vuelta y me agarré al brazo de Isaac. —¡Ayúdeme! Por favor… me está dando un ataque de pánico —pronuncié casi sin aliento, mientras él apartaba a la gente y me llevaba al interior del edificio. —Christian, ¿Estás bien? —interrogó Isaac con preocupación, yo asentí con la cabeza sin querer pronunciar palabra—. ¿De nuevo tienes esos episodios de pánicos? —Es el segundo episodio que padezco frente a tanta gente… —suspiré y me levanté, al mismo tiempo que Isaac también lo hacía y me seguía. —Christian… —. Comenzó a decir, yo lo interrumpí antes de escucharlo hablar, sabía de su preocupación y sus deseos de ayudarme, pero no tenía interés en ello, porque en ese punto yo pensaba que no me merecía nada. —Isaac, por favor, entiéndeme… no quiero que te preocupes… no buscaré atención porque no deseo ir a ningún sitio, tampoco me importa mejorar… porque la vida ya no tiene sentido para mí, nada lo tiene… quiero solo coexistir con mi dolor el tiempo que duré mi vida —pronuncié en voz baja, porque ya ni siquiera me sentía con fuerzas para hablar, no podía evitar sentirme como un zombi, vacío, solo era una especie de cascara sin ninguna emoción adicional, a excepción de mi profundo dolor. Minutos después nos invitaron a entrar a la sala de audiencia, yo me senté en el banquillo de los acusados, mientras mis amigos Isaac y Jared, se sentaban en un banco detrás de mí, está de más decir que ellos contrataron los servicios de un abogado, por más intentos de oponerme, ellos terminaron imponiéndose y no pude hacer nada para evitarlo, pese a dejarles toda mi fortuna, ellos se negaban a verla como suya, solo lo administraban y alegaban que un día yo volvería a recuperar las ganas de vivir, no quise contradecirlos, solamente esperaba que tarde o temprano terminaran cediendo. —Todos de pie, entra a la sala el excelentísimo juez de este tribunal penal… —comenzó a decir el alguacil mientras yo me retraía y mis recuerdos vividos junto a Lynda se abrieron paso en mi interior como si alguien hubiese soltado una ráfaga de ellos, dejé de prestar atención a lo que estaba ocurriendo allí, hasta sentir la mano de mi abogada sacudiendo mi brazo. —Christian, el juez te hizo una pregunta —. La miré como si la observara por primera vez. —Le repito la pregunta ¿Cómo se declara del cargo de homicidio culposo en contra de la ciudadana Lynda Johnson? Ante la pregunta del juez, todos dirigieron su atención a mí, mientras se hacía un silencio lúgubre en la sala, lo medité por unos minutos, en las que todos atentos esperaban mi respuesta y no pude dejar salir otra palabra de mi boca, sino como yo me sentía, poco me importaban los vericuetos jurídicos, en mi interior solo había un culpable de la muerte de mi esposa y mi hijo, ese era yo. Me levanté de mi asiento y confesé lo que para mí era la verdad. —Culpable su señoría, me declaro culpable de haber causado la muerte de mi esposa y de mi hijo. Un murmullo general se escuchó en la sala luego de mi confesión, sentí las miradas de reproche de mis amigos por haberme declarado culpable, el juez llamó al orden en la sala, vi a Leonard ubicado en los extremos del salón con una sonrisa de satisfacción. La mirada de él con Isaac se cruzaron, y me di cuenta de que existía un ambiente incómodo entre ellos, eso me pareció extraño, porque hasta donde recuerdo, se llevaban bien e incluso en la universidad vieron materias juntos, por lo cual resultaba por completo increíble, verlos enfrentado de esa manera. De allí todo ocurrió rápido, me condenaron a cinco años de encarcelación, ni una sola palabra salió de mi boca, estaba sumergido en mis pensamientos, cuando de pronto vi a Isaac arremeter contra Leonard, sin prestar atención de que se trataba de un m*****o de la familia real de Balaica y podían ser presentados cargos en su contra. —¡Eres despreciable! Tú sabes la verdad y te niegas a decirla ¿Cómo puede estar el poder por encima de tus principios? Tú y yo sabemos que Christian es inocente, si hay un culpable, sabes de quién se trata… pero te juro que no descansaré hasta que la verdad sea revelada. Voy a hundirlos Leonard ¡Juro que voy a decir la verdad! Espetó mi amigo Isaac, entretanto Jared lo contenía, para evitar que se enfrentara con golpes a Leonard, los gritos, amenazas, volvieron todo un caos, a mí me terminaron sacando de la sala, para trasladarme a mi sitio de reclusión; mientras me retiraba no podía dejar de preocuparme, porque una cosa era hacer mi vida mierd4 y otra muy distinta arrastrar a mis amigos conmigo. No pude evitar preguntarme «¿A qué verdad se estaba refiriendo Isaac cuando discutió con Leonard?», me pregunté y durante mucho tiempo me repetí una y otra vez esa pregunta, a la cual no encontraría respuesta, si no años después. **** Abby Díaz Me senté con mi madre a ver la televisión, estaban pasando en vivo el juicio en contra de Christian Goldman, solo deseaba que terminaran condenándolo porque por su culpa había perdido a Lynda, a más que mi amiga, una hermana que la vida me dio y que luego descubrí que era de sangre, porque para mi desgracia Jonás Johnson era mi padre, al ser que más odiaba en mi vida. En cuanto a mamá, solo pude sacarle esa confesión, del resto se negaba a hablar y yo dejé de intentar convencerla porque terminaba en grandes crisis. Fueron muchos los momentos en los cuales me preguntaba ¿Quién era verdaderamente mi madre? Porque de algo estaba segura, ella no era la mujer que creí, y pese a que no era nadie para juzgarla, si deseaba saber la verdad, o por lo menos cuando ella estuviera dispuesta a confesármela. Desde que hui de la casa de Leonard, al conocer su verdadera identidad y sus intenciones para conmigo, no me quedó otra opción, sino mudarme a Avelina, terminé alquilando una pequeña casa y me traje a mi madre a vivir conmigo, porque no estaba ganando lo suficiente para seguir pagándole la casa de reposo, aunque me ocasionaba más trabajo, tenía más dinero disponible para cubrir los gastos presentes y lo que vendrían a futuro, porque estaba esperando un bebé. Cuando la cámara enfocó a Christian, mi madre comenzó a gritar. —¡Abby no! Debes ayudarlo es Christian Evans… ¡Es tu hermano! Es mi hijo… él es mi hijo. La escuchaba repetir como un mantra, mientras sus palabras las recibía como si me hubiesen propinado una patada en el estómago y mi cerebro trataba de coordinar eso ¿Cómo podía ser hermana de la víctima y del homicida al mismo tiempo? «Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad» Arthur C. Doyle.
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