Le Manoir

2267 Words
Termino de aflojar cada nudo que había hecho con las tiras de seda y soga, para restringirle el movimiento a Monique, la sub con la que había estado las últimas dos sesiones. Ella aún jadeaba, regulando poco a poco su respiración. La ayudo a incorporarse y con solo darle una mirada, se arrodilla al lado de la eslinga que acabábamos de usar. Palmoteo su cabeza, buena chica. Termino de limpiar todo y guardo mi bolsa con los juguetes que habíamos utilizado, además de las sogas.   —Muy bien hecho, mascota —Alzo su mentón con dos de mis dedos, conectando con su mirada en aprobación. Mejillas sonrojadas, y ojos vidriosos, una sub bien complacida.  —Gracias, Señor —susurra. Su voz un poco ronca, después de tanto gimoteo.  —Ven acá, mascota.   Camino hacia uno de los sillones y me siento cómodamente, pongo una de las mantas, que siempre estaban a disposición, la pongo en el suelo, entre mis piernas y con sólo darle una mirada, Monique se sitúa entre ellas, retozando su cabeza en mi pierna.   —Bebe un poco de agua, mascota —Tomo una botella de agua, que dejé sobre la mesita a un lado del sillón. Abro la botella y se la paso. Bebe más de la mitad de un sorbo—. Veo que estabas muy sedienta.  —Sí. Gracias, Señor —murmura, mientras le acaricio el cabello.    Cuando siento que la chica ya reguló su respiración y está más relajada, es momento de terminar y salir al encuentro de Céline.    —Espero que hayas disfrutado tanto como yo, mascota. —Claro que sí, Señor, muchas gracias —Le quito los puños de sus muñecas y la ayudo a ponerse de pie. —Te puedes retirar, Monique —Le doy un azote en las nalgas y ella sale rápidamente del lugar.   «Muy bien portada, mascota».   Tomo mi bolsa y camino por el largo pasillo, mientras Closer de Nine Inch Nails retumba en el lugar, ahogando los gemidos y el sonidos de los azotes, que se escuchan por lo bajo.   Sentada en uno de los taburetes del bar, me encuentro con la mirada de Céline. Adrien me hace un asentimiento, mientras le entrega un vaso con whisky a Céline.   —Dame una cerveza, Adrien, por favor —El alto y robusto chico me hace un asentimiento y me entrega una Corona. —Bonita escena, Gaspard —Le doy un largo trago a mi cerveza. —Gracias, ma chérie. ¿Ya acabaste? —Si, hace un rato —Tira su cola de caballo hacia un lado—. Te fui a buscar, y te vi ocupado, así que me vine a sentar aquí. —Hiciste bien —Termino mi cerveza y dejo la botella en la barra— ¿Te trataron bien, el día de hoy? —cuestiono con un dejo de diversión en mis palabras, ya que la veo con sus mejillas sonrojadas y sus ojos brillosos. —Bastante bien, ese chico nuevo, es realmente bueno —La veo terminar con su Whisky. —¿Tanto como yo? —interrogo, sus mejillas se sonrojan. —He tenido mejores… —Se mira las uñas, simulando desinterés.  —Eso no es lo que dices, cuando te corres con fuerza, gritando mi nombre —Me pongo de pie, ya que ahora sólo pienso en llegar a casa, darme una ducha y tirarme a la cama. Adrien disfraza una risa con una tos falsa—, ¿Nos vamos?   (…)   **Flashback Tras haber almorzado y fingido que éramos la pareja perfecta, Céline me propone salir a los amplios jardines, que hacen tan afamado este lujoso restaurant. Finalmente, matamos dos pájaros de un tiro, ya que perdimos la atención de los periodistas que nos tomaron fotografías hasta el cansancio y podríamos conversar, sin ser escuchados.   —Entonces, ma chérie, ¿qué es eso tan importante que tenías que decir? —La elegante mujer me da una mirada intensa, imagino, pensando qué y cómo decir, lo que fuese a develar.  —Bueno, si nos vamos a casar, y me estás entregando esta “libertad”, necesitamos conocernos mejor, incluso, nuestros oscuros secretos —propone. —Te escucho. —¿Has oído hablar de Le Manoir? —cuestiona y busco entre mis recuerdos por si alguna vez escuché aquel nombre, pero no me suena para nada. Niego. —¿La Mansión?, no, por lo que supongo, me lo contarás —Se aclara la voz. —Le Manoir, es un exclusivo club privado… —Alza la mirada, evaluativa. Le hago un ademán para que continúe—. ¿Sabes lo que es el b**m? —cuestiona y frunzo el ceño, intentando no anticiparme a lo que estoy por escuchar. —Creo que una chica con la que salí, lo mencionó una vez, con el libro de las sombras de Grey —Céline se ríe, sin humor. —Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo —expone, por lo que trago saliva con pesadez—. Le Manoir es un club de b**m, donde sólo va gente vip. —Espero que no seas ni Sádica, ni Masoquista… —bromeo, mirándola fijamente. Su cuerpo está relajado y sonríe, por lo que supongo, no es ni lo uno, ni lo otro.    Como abogado, me entrené para poder leer a las personas, su forma de reaccionar ante las preguntas o aseveraciones, saber cuando mienten o son sinceros. Muchas veces con tan solo ver cómo se comportan, puedo saberlo con facilidad, y más que algo aprendido, quiero creer que es un don.   —Estás en lo correcto —sonríe—, soy “Switch” —confiesa. —Explícame, por favor —Asiente. —Según la instancia, mi ánimo, o la pareja, puedo ser Domme, o Sub —explica, alzo una ceja y se ríe—. Dominante o sumisa.  —Entiendo. Qué conveniente, ma chérie —bromeo y se vuelve a reír. —Es bastante entretenido, ya verás. —Qué puedo decir, ante tal confesión, ma chérie —Se acerca a mí y me susurra muy de cerca. —Que te encanta la idea, por ejemplo.   (…)   Tras conocer el oscuro secreto, que escondía mi querida prometida, no pude rechazar su oferta para conocer ese mundo, que era tan lejano para mí; y como no quise pecar de ignorante, busqué información, antes de dejarme sorprender.   La primera vez que Céline me llevó a Le Manoir, quedé completamente sorprendido del lugar. Era una mansión, que más bien parecía un castillo rodeado por grandes jardines, la entrada estaba custodiada por dos grandes portones de fierro, con las siglas “LM” en la parte central.   Consta de tres pisos. En el primero, un recibidor similar a una sala, donde se encuentra el anfitrión, Philippe, que está acompañado por un guardia. Al lado de éste, se encuentra la oficina de Madame Lys, la dueña del lugar y al fondo, la puerta de acceso al club.   —Bienvenida, señorita Céline —saludó el anfitrión. —Gracias Philippe, necesito hablar con Madame Lys —pidió, por lo que, con tan solo una mirada, el guardia se acercó para tomar su lugar, escudriñándome con la mirada. El delgado y pálido hombre, se perdió en la puerta contigua.   Tras unos minutos, el hombre se asomó por la puerta.   —Señorita Céline, adelante, por favor —Le hizo un ademán para que entrara. Retomó su sitio, mientras el guardia se ubicaba nuevamente a su lado.    Me senté en uno de los sillones, mientras la gente seguía llegando al lugar. Algunas de las mujeres, se quitaban los abrigos, y los zapatos, quedando con mínimas prendas de látex y otras completamente desnudas, así como también, había algunas que tenían sus cuerpos completamente cubiertos de látex, con cinturones de cuero en sus cinturas. Con los hombres, era lo mismo, aunque la mayoría, vestía de n***o, como me pidió Céline, que lo hiciera el día de hoy.   Céline salió junto a una voluptuosa mujer, vestida completamente de n***o. Me miro de arriba abajo y me sonrió.   Gracias a Céline, mi entrada no fue para nada común, ya que, por lo general, se abren dos cupos al año y es gracias a una invitación. Como Céline conocía el procedimiento, nos anticipamos al traer mis exámenes médicos al día, luego de eso me hicieron firmar un contrato donde se explican las reglas del lugar y se habla del resguardo y confidencialidad de lo que allí dentro sucediera. Firmé. Le entregué el documento a Philippe y me dio la bienvenida.   —Que disfruten —Nos dijo el hombre, antes de cruzar la puerta para entrar a Le Manoir. Entramos a un gran salón abierto que estaba seccionado en cuatro, como si hubiese cuatro salas dentro del mismo y un espacio central, donde varios bailaban de forma sensual, al ritmo de Du Hast de Rammstein.    Los muros color bordó, con mullidos sillones de cuero n***o con grandes arañas, que colgaban de alto techo, iluminando muy tenue el lugar, además de algunas cadenas, que se encontraban colgando también, en lugares estratégicos del salón. Al fondo, un bar, con dos entradas a cada lado para acceder a dos largos pasillos, iluminados desde el suelo.    Céline me hizo un recorrido por la mansión, explicándome algunas cosas que me llamaron la atención. No voy a negar que me sentí extraño, en un inicio, presenciando la intimidad de otros, pero cuando le tomé el peso al lugar donde me encontraba y con la gente que me rodeaba, intenté exiliar esos pensamientos, y realmente, comencé a disfrutar del recorrido.   Y como lo mío son los tratos, y los acuerdos, tras una conversación con Adrien, el barman, conseguí que uno de los Doms del lugar, me hiciera una pequeña tutoría, para poder experimentar con la experiencia, y luego decidir si esto era algo que podría hacer en mi día a día, o sólo recordarla como una aventura de vez en cuando. **Fin del Flashback   Me tiro en la cama, repasando el día, ya que llevábamos más de una semana, con un caso bastante difícil, que nos ha tenido con los nervios de punta, a Nicolás y a mí.  La próxima semana, sería la audiencia con el juez, antes del juicio. Por lo mismo, necesitaba relajarme, y una de las formas de conseguirlo, era en Le Manoir e idealmente, azotando, o atando a alguna de las subs del lugar.    Finalmente, había descubierto que, a pesar de lo extraño que me pareció las primeras veces, este estilo de vida, lograba hacerme sentir completo, sin ataduras y completamente libre, tal y como se lo había prometido a Céline, cuando le propuse nuestro acuerdo.    Ahora tenía más de lo que podía desear, mi bufete de abogados, un nombre de peso, liberándome del estigma de mi padre, dinero y sexo, mucho sexo. Tenía una vida perfecta, y esperaba que se mantuviera así, ya que, al menos Céline, no era para mí un problema, todo lo contrario, era una buena compañera y a veces, cuando queríamos jugar, una buena sub.    (…) A la mañana siguiente, me junté con Nicolás en el club, jugamos un partido de tenis, tras vencerlo en el tercer set, nos sentamos en las bancas, mientras regulábamos nuestra respiración.   —Sabes una cosa, amigo, te envidio —Nicolás le dio un largo trago a la botella de Gatorade y soltó el aire poco a poco. —¿Qué hice ahora? —pregunto con la cara llena de risa, por su confesión. —Eres joven, exitoso y a pesar de que estás casado, se te ve feliz —Lo miro de soslayo y me largo a reír, haciéndolo reír a él. Veíamos tan seguido, divorcios y peleas por custodia, que por supuesto, entendía la ironía en sus palabras. —Creo que tienes buenos motivos para envidiarme, amigo —Le palmoteo la espalda y hace una mueca de disgusto, con la última palmada. —Tienes la mano pesada, viejo —Se ríe—. Pero en serio, se te ve feliz. —Lo soy —Le guiño un ojo y le doy un trago a la botella de agua. —Dame la fórmula, o cuéntame tu secreto —pide. Se seca el sudor con la toalla, que lleva tras el cuello.  —No sé de qué te quejas, las mujeres te llueven, eres joven, exitoso, y soltero —Lo miro con una ceja alzada, haciéndole ver, lo estúpida que suena nuestra conversación. —Pero no me veo, ni me siento así de feliz como tú —bufa. Me rio pensando en que tiene razón, porque realmente, el meterse con una u otra chica, no es lo mismo, y obviamente, no es igual de satisfactorio. —Quizás tendrías que enamorarte, y vivir la experiencia —Me mira con sorna. —Realmente, ¿estás enamorado? —cuestiona y sé que lo hace, porque me conoce bien, y aunque sabe sobre el acuerdo que firmé con Céline, no tiene idea de Le Manoir. Me encojo de hombros, y le vuelvo a dar un sorbo a mi botella de agua. —Vamos, que debo volver a casa, para almorzar con mi mujer —Tomo mi bolso, guardo la raqueta y comienzo a caminar hacia los vestidores. Nicolás bufa y me sigue a paso rápido.                                                                                                                                                                                                         「• • •「 • ❤ • 」• • •」                                                                                                                                                                                                          Les aclararé algunas cosas: Eslinga: Las eslingas de sexo se cuelgan de marcos especiales o argollas en el techo de una habitación o incluso de marcos de puertas, dependiendo del diseño y el peso del ocupante. Sub: Sumisa Dom/Domme: Dominante Flogger: Azotador, flagelador, con varias puntas de cuero.
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