Suplente

458 Words
—Se han formado los cristales.— dijo Erin emocionada, aquello era una buenísima noticia, porque nuestros experimentos de laboratorio suelen ser nefastos. —Genial, podéis ir a buscar las muestras para el siguiente experimento.— Erin y yo miramos confusas a la profesora.— Tenéis que hacer los análisis de sangre independientes como parte de la prueba de la testosterona. —Claro, ya lo sabíamos.—mentí descaradamente. La profesora asintió y siguió andando entre las mesas. —Podríamos tomar las muestras de los chicos de tu equipo.— conocía esa mirada en ella. —No hace falta, las mujeres también producimos testosterona.—respondí poniendo los ojos en blanco. —Pero en menor cantidad, será mucho más fácil usar a Hudson y... alguno más.— salimos de la clase. —Esas lecciones de teatro no te sirven de nada, Erin.— obviamente, me estaba empujando a los brazos del quarterback. —Mira, hoy cuando termine el entrenamiento, elige a tres jugadores y yo llevaré lo que hace falta para tomar las muestras.— no me dio tiempo a discutir, porque huyó como una auténtica cobarde. Leí un mensaje de mi padre "Cielo, tengo reunión del sindicato de profesores, tú diriges el entrenamiento hoy." No me importó demasiado, mi objetivo principal era Ares, había decidido sacarle en el próximo partido y no podía quedar en ridículo. —Perdona,—di un salto vergonzoso, preparándome para defenderme.—¿eres Nora?— asentí dudosa, al ver a aquel maldito vampiro de mármol tatuado.— Soy London. Quiero apuntarme al equipo de football. —La temporada ya ha empezado y todos los puestos están cubiertos...— no sé qué tenía, pero él hacía que notase un extraño hormigueo bastante agradable. —Espera,— me callé al instante, no podía permitirme opacar su voz gutural.— no pretendo ser ninguna estrella, solo necesito los créditos y el club de teatro está lleno. —También está el club de ajedrez.— él alzó una ceja y ni siquiera necesité más palabras.— Puedo apuntarte como suplente de... ¿tight end? —Ni siquiera sé qué significa eso, pero me parece bien.— finalizó con una sonrisa genuina. —Te lo explicaré en los entrenamientos, vamos.— le miré de arriba a abajo. Llevaba una camiseta de manga corta con una chaqueta de cuero, unos jeans desgastados y deportivas negras.—Tendrás que cambiarte de ropa...— saqué unos pantalones y una camiseta del uniforme del almacén.— El vestuario está por allí.— le señalé con la mano y él fue. —Carne fresca ¿eh?— dijo Hudson. Me sorprendió que no tuviese que llamarle a gritos para preparar las jugadas, posiblemente aquel balonazo en la cara había dado resultado.
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