THE COACH'S PLAYS

Si el barro fuera chocolate

No había visto a nadie del equipo desde la fiesta del viernes. Mi padre iba cantando alegremente una de sus baladas de los años ochenta, pero yo no podía parar de desear que se rompiera el motor del coche y no pudiésemos llegar al entrenamiento.

Sin embargo, debí rezar mal, porque llegamos al campo de entrenamiento en diez minutos.

—¡Vamos a empezar a correr!— mi padre saltó al campo y todos fueron detrás de él.— Para ser buen guerrillero,—gritó el entrenador.

—Hace falta tener ganas,— respondieron las graves voces de todo el equipo.

—Pasar hambre, frío y sueño.

—Siete días por semana.

—Si la hierba fuera whisky.

—Y el barro chocolate.

—Vaya ciego pillaría.

—En el campo de combate.—contestaron todos al unísono.

Mi padre tomó la costumbre de hacerles cantar como militares desde que vio "La chaqueta metálica".

—Siento llegar tarde.— London apareció en medio del calentamiento, llevaba puesta la equipación, pero parecía que aún no se le había pasado la resaca, con ojeras y el pelo revuelto.

—¡Hey tú! ¡Sigue llegando tarde y nunca jugarás un partido!— gritó mi padre parado en medio del campo para recuperarse.

—Ese es el plan.— me susurró el eterno suplente antes de salir corriendo detrás de los otros jugadores.

—Haz que el entrenamiento de hoy sea duro, no están en forma para el próximo partido.— me resultó irónico que él dijese eso, teniendo en cuenta que él mismo estaba agotado solamente por la primera parte del calentamiento.— Encárgate de Kai, Ares, Daniel, Hudson y... el que siempre llega tarde.

—¿Ningún jugador defensivo?— sin nadie contra el que a****r, o inventaba otro tipo de entrenamiento o me ponía yo misma a detener el avance.

—Esos son solo míos.—bromeó sonriente.—Además, estoy dejando que descansen.— se notaba lo orgulloso que estaba de todos ellos, solía producirme cierta envidia.—Adelante, entrenadora.

Miré a mi alrededor y vi unos sacos de tierra para los jardines, que pensarían alrededor de veinte kilos.

Después de un buen rato haciendo que cargasen con ellos mientras hacían squats, todos debían odiarme.