20. VERDADES A MEDIAS

839 Words
[FRANCESCO] Circuito de las Américas – Austin, 13 de octubre – 11:47 AM La sala de prensa huele a café recalentado, papeles húmedos y tensión mal disimulada. Las cámaras están alineadas como francotiradores. Frente a mí, un mar de periodistas con sus micrófonos marcados, sus tablets listas, sus ojos filosos. A mi izquierda, tres pilotos de otras escuderías. A la derecha, los portavoces de mi equipo… y Sofía. Ella no está aquí como “mi pareja”, claro. Oficialmente es la ingeniera de desarrollo aerodinámico más joven del paddock. La mujer que, según los últimos titulares, también “robó el corazón” del piloto número uno de la escudería. Todo parte del show. Todo parte del plan que ya no seguimos… pero que todavía usamos de escudo. —Francesco —dice un periodista italiano, con media sonrisa—, ya que están haciendo tan buena pareja profesional, ¿cómo manejan el hecho de trabajar juntos y, según las fotos, también compartir tiempo fuera de la pista? Miro de reojo a Sofía. No giramos el rostro. No necesitamos hacerlo. En esta danza, el contacto directo es demasiado revelador. —Con respeto —respondo—. Lo que pase fuera del paddock es una cosa. Lo que pase en pista, otra. Y somos profesionales en ambos terrenos. Una respuesta pulida. Ensayada. Pero verdadera, en una forma retorcida. —Sofía —pregunta alguien más—, ¿cuánto influye la cercanía con Francesco en las decisiones técnicas del auto? Ella ni parpadea. —Influye tanto como cualquier otra variable: datos, simulaciones, condiciones climáticas. Si lo personal interfiriera con lo técnico, no estaría en este equipo. Bum. Precisa. Fría. Intocable. Y, sin embargo, la forma en que sostiene el vaso de agua, con los dedos tensos, me dice que está conteniendo algo más. Yo también. —¿Creen que una relación visible entre piloto e ingeniera puede afectar la dinámica del equipo? —insiste una voz más agresiva. El jefe de prensa intenta intervenir, pero yo me adelanto. —Nuestra relación visible —digo, marcando cada palabra— no es un obstáculo. Es un testimonio de que se puede trabajar en un ambiente de alta exigencia con transparencia y madurez. Palabras vacías, claro. Pero suenan bien. Y eso es todo lo que esperan. Que suene bien. Que encaje en el relato. [SOFÍA] Circuito de las Américas – 12:23 PM El problema con fingir algo que ya es real… es que no sabés cuánto puedes mostrar sin que se note. Y, peor aún, no sabés si quieres esconderlo en primer lugar. Las preguntas fueron suaves comparadas con lo que imaginaba. Pero cada frase dicha, cada sonrisa dosificada, cada respuesta medida es una presión más en el pecho. Terminamos la rueda. Las cámaras se apagan, pero la atención no. Nunca lo hace. Salimos por el pasillo que lleva a los boxes. Yo voy unos pasos delante. Francesco detrás. No hablamos. No podemos. Al pasar frente a un grupo de fans, algunos gritan su nombre. Otros el mío. Una mujer sostiene un cartel:“Mozzi x Conte = Endgame” Me río. No por ternura. Por lo absurdo. ¿Endgame de qué? ¿De esta coreografía? ¿De la mentira oficial? Entramos en el hospitality. Puertas cerradas. Privacidad momentánea. Él se acerca. No demasiado. Pero lo suficiente como para que su voz llegue sin esfuerzo. —¿Estás bien? —No sé —respondo—. Me dan más miedo las verdades a medias que las mentiras completas. Él asiente. Sus ojos recorren los míos apenas un segundo, como si buscara una g****a. —Hoy estuviste brillante. Nadie sospechó nada. —Ese es el problema —susurro—. Ya no sé si quiero que sigan sin sospechar. Un silencio incómodo cae entre nosotros. Porque lo que callamos pesa más que todo lo que dijimos frente a la prensa. —Sofía… —No, tranquilo. Lo sé. Prometimos. Guardarlo como refugio. Pero a veces, esconder algo tan real me hace sentir como si lo estuviera traicionando. Francesco baja la mirada. Luego se acerca un poco más. No me toca. No aquí. Pero hay algo en su presencia, en su voz baja, que me envuelve igual. —Yo también quiero gritarlo a veces. Pero gritarlo lo haría de ellos. No nuestro. Asiento. Me acerco hasta que nuestros brazos casi se rozan. No hay cámaras aquí. Pero sí hay paredes finas. Igual lo hago. —Cuando llegue el momento… si llega… que lo sepan. Pero que lo sepan por cómo corremos. No por un posteo. No por una entrevista. Por cómo peleamos cada curva. Cada vuelta. Cada decisión que tomamos juntos. Él sonríe, despacio. Como si acabara de ganar una carrera en la última vuelta. —Eso es más que una estrategia. Es una promesa. Afueras del box. El murmullo de la pista empieza a crecer. Mañana hay prácticas. Luego clasificación. Luego la carrera. Pero hoy, en medio de la farsa, en medio del show, hay algo que no pudieron controlar. Nosotros. Y eso, por ahora, es suficiente.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD