Kiliam estaba sentado sobre un tronco, habían decidido descansar para poder darles agua a los caballos que morían de sed, se encontraban más cerca del castillo de Dumnonia que antes y él observaba perplejo la carta que el mensajero que logró interceptarlos en el cruce cerrado le entrego.
Se habían quedado cerca de una vena de agua, los caballos tomaban agua y los hombres reposaban del constante galopar de la bestia. Y Kiliam finalmente se tomaba un momento para visualizar la carta.
Respiro profundo varias veces y termino por releer la carta.
Bartoleo achico los ojos y se dedicó a intentar leer los movimientos corporales del príncipe, parecía perturbado, pero no lo suficiente como para detener su viaje.
Se llevó una mano al rostro e intento procesar lo que había leído en el papel. Sabía
