Mini-capítulo 05.9

311 Words
—Eugene, ya déjale en paz —exigió la reina Margaret alzando una ceja con fastidio. —Juana. —Basta. —Pepita. —¡Ya basta! —Lusmila. —¡YA DETENTE! ¡ES RUTH! —chilló la joven morena casi como una cría. Margaret, la niña y el caballero clase Zafiro se encontraban todos justos en medio del jardín trasero del palacio real. Dicho jardín estaba lleno de peonias, lirios y lavanda; muy fragante. Ahí, Eugene había sacado la carreta llena de heno en la que había llevado a cuestas a la «misteriosa» niña de armadura de hierro frente a Margaret y, con un pesado suspiro y una graciosa mueca de disgusto, este repicó a la regañona de Margaret junto con la queja de Ruth: —Quieres mucho ese nombre mal elegido como para que no sea el tuyo realmente, Paloma —y siguió molestándote Eugene con aquél juego tan estúpido e infantil—. Insisto, muchacha, deberías cambiarlo a diario, sería taaan gracioso. —¡Fuiste tú quien sugirió que lo eligiera de la forma en la que lo hice! —gritó Ruth. —Shh —le chitó Margaret. —La señorita multi-nombres, ¡ja, ja! —se burló el guardia real mientras tomaba una pala entre sus manos y comenzaba a palear de vez en vez el heno hasta dejarlo sobre la tierra húmeda. Ruth alzó la mirada; a lo lejos había un caballo casi en libertad esperando a ser guiado de vuelta al establo del palacio real con una buena cena de heno paleado por un pesado. —Multi-nombres. —¡YAAA! —CALLAROS DE UNA MALDITA VEZ, FIOS SANTO —gritó Margaret al borde del desespero y, apenada por su comportamiento fuera de la etiqueta real, se cubrió la boca y se aseguró de mantener una posición recta, para demostrar que podía recuperarse de esa vergüenza.
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