Capítulo 11

1869 Words
(En edición) Elena abrió las puertas del palacio y le dio paso libre a Ruth quien, curiosa, miró hacia el exterior que no había visto en su llegada, ya que la joven había llegado al palacio inconsciente y cabe destacar que fue en una carreta como a un animal. El exterior le causaba a esta mucha curiosidad, tanta que lo primero que hizo fue dar tres largos pasos al frente y luego paró en seco dándose cuenta de que no sabías a dónde se dirigía. —¿Por qué me dejan salir? —preguntó Ruth y su expresión se apagó en un golpe de realidad. —No eres una prisionera —le respondió Elena con algo de pena. —Ah... creí que si lo era en el momento de que me dispararon —dijo la niña. —Pues yo creí que ese tema ya estaba cubierto entre nosotros —se apareció Eugene detrás de ambas, llevaba el cabello vine peinado—. Ya te lo he dicho, no ha sido culpa mía, ha sido culpa del hurón que salió de la caja —se defendió. —¿En dónde lo has dejado? —cuestionó Ruth. —¿Dejar? —Eugene alzó una ceja abriendo un bolso de cuero que llevaba de lado y dentro del bolso de cuero estaba la criatura revolviéndose. Tal y como había dicho el caballero real anteriormente, aquella cosa movidiza estaba entrenada; Ruth tenía suficiente sentido común como para saber que ese entrenamiento se debía a la caza de conejos, lo cual no sería extraño. —Este es el paradisíaco reino de los Zafiro —comenzó a decir Eugene moviendo sus brazos a modo de presentación, parecía todo un guía turístico. Elena frunció el ceño con una mueca de disgusto y entonces dijo: —¿Paradisíaco para quiénes? ¿quién dice eso? Tú sabes que el paraíso no existe, ¡pero que va! Solamente un Zafiro puede ser tan egocéntrico como para decir que su nación creó el paraíso. Aunque dicho así, ¿quien no podría adivinar que un sujeto que usa diademas colgando de un arma, como lo es tu espada, no pueda llegar a ser tan narcisista? —No sé a qué te refieres, mujer. —No entiendo por qué vosotros los Zafiro adornáis vuestras armas si estas van a ser usadas para defenderos. Todos sabemos que esto se debe a que ustedes no defienden nada, sólo están para pavonearse y hacerse los sufridos mientras imponen un período de paz que nadie comprende ni sigue —prácticamente los insultó Elena, y debido a esto, Eugene dio un paso atrás exaltado y bastante ofendido. Y ahí estaban, dos combatientes mirándose mal el uno al otro mientras Ruth no hacía más que mirar al cielo y mirar la tierra como si no la hubiera visto nunca. La joven morena se desenredó un poco las punta del cabello pasando sus dedos a través de este y se acercó a un pequeño mercadillo de frijoles. Un pequeño pequeño mercadillo de granos. Había Todo tipos de leguminosas allí. Mientras el caballero pelinegro y la mujer de la armadura tosca seguían mirándose y lanzándose amenazas por los aires, Ruth se escabulló entre ellos y se acercó al mercadillo para preguntarle a una encantadora mujer: —¿Cuánto cuesta una pequeña bolsa de frijoles pintos? La mujer se acercó a la pequeña joven con una mirada curiosa por la vestimenta que esta llevaba y por su tono de piel supuso que ella era una extranjera, y ya que venía acompañada acompañada de dos miembros nobles, también supuso que esta era de alguna forma importante, llegando a la conclusión de que no era peligrosa ni se había colado ilegalmente. De no ser así, la niña no andaría suelta y vendada; así que dijo: —Para ti una bolsita sale gratis, pero solo si hablas bien de mí dentro del palacio —sonrió—, y no te vayas a poner tacaña con las invitaciones de las fiestas reales, más vale que recuerdes mi nombre y estos lindos frijoles cuando haya alguna —continuó diciendo la mujer—. No olvides este nombre, el mío, ¡el nombre de Samanta Azulejo! —¿Fiestas reales? —Ruth se mostró curiosa, puesto que ella no sabía que en aquél lugar habrían eventos de tal calibre—. ¿A qué se deben estás fiestas de las que me hablas? —le preguntó mientras la contraria abría una bolsa de tela pequeña y metía los frijoles. —Se debe a los largos años de paz que hemos vivido bajo el gobierno nuestra reina Margaret —contestó la mujer, encantada—. Vaya que es una mujer audaz y bien posicionada. Jamás falla una y sabe liderar como ninguna otra soberana que nos haya tocado antes —dijo—; a un lado de esta mujer, la antigua reina Emilia y el rey César son sólo imbéciles. —Conque sí... —murmuró Ruth por lo bajo, y mientras seguía pensando sobre lo que la mujer acababa de decir, esta le entregó la bolsa y le guiño el ojo. La joven morena no tenía autoridad ni siquiera para pedir un vaso de agua afuera de aquél lugar y después de todo igual se acababa de ganar una bolsa de frijoles. De haber sabido que los tendría gratis habría pedido otros diferentes a los pintos. Después de eso de la nada la joven sintió como alguien posaba una mano en su hombro derecho —el sano—. Ruth pegó un brinco del susto y se giró muy rápido, tanto que algunos frijoles llegaron a parar en el piso. Entonces se dio cuenta de que se trataba de Eugene, quien iba con una mueca muy seria, que diferente a lo que la niña creía no se trataba por lo que le había dicho Elena, sino por el hecho de que se había alejado de ellos. Algo sucedía, entendía que Elena detrás de ambos miraba la mujer del mercadillo con una mirada atravesada como si no estuviera a gusto con lo que acababa de hacer. Ruth se confundió en medio de todo y Eugene la tomo bien de los hombros y la dirigió como un Carrillo Hacia dónde estaba Elena Hacia dónde estaba Elena tienes que mantenerte cerca dijo sin más dijo que así con un carácter infantil como si no quisiera contarle algo a Ruth más estás no pude evitar sentirse molesta de que el Guardia le tratara como una cría qué se cuidarme sola que se cuidarme sola no molestéis molestéis y después de ese comentario yuyín lesotho los hombros y emprendí al paso hacia el frente con la joven rostros guardada entre ambos login al frente y erena detrás está seguía mirando y tomando con poca importancia a lo que había ocurrido tenía cosas más importantes en la que fijarse aunque también habían cosas no tan agradable Como por ejemplo lo extraño que era que había tanta porquería en los caminos que conectaban al mercadillo en serio se veía Y olía asqueroso por un momento a Rusia le pasó la pregunta por la mente Si un reino tan valioso como el de Los Zafiros y tan rico en dinero tenía aquí estado qué podía esperar de pueblos vecinos con menos recursos y menos privilegios ya sabéis personas que viven en lugares lo suficientemente malos como para cuestionar Porque alguien usar y adornos en sus armas no era por criticar pero se refería a personas nota nacidas y pulcra son tal como lo eran aquella mujer Elena e incluso ella misma era confuso la fórmula que la resguardaban siendo Aquel lugar tan alegre a pesar de estar sucio había mucha gente gritando corriendo y moviéndose de arriba para abajo un lugar muy movido de economía lo cual solamente puede indicar un buen futuro y un buen reinato curioso para Rut que veía amargar es como una mujer demasiado noble y sensible como para liberarte una forma tan concisa tenía conocimiento suficiente como para saber que a un buen Rey no requería de decisiones fuertes que carecían de pegar de vez en cuando carecían de Piedad decime la verdad porque me habéis dejado salir sé que no soy una prisionera pero también sé que no soy una invitada y la delgada línea entre una cosa y la otra no me deja disfrutar en paz la música de los pueblerinos tengo dudas demasiado importante como para apreciar la vista no me siento cómoda estando aquí no Sí algunas mujeres y hombres fuertes no exceder van como Una intrusa dijo Ruth realmente es buena idea estarme paseando por todos lados sabiendo que voy a llamar la atención con este vestuario Oye mira la niña con algo de pena se acercó a él y le susurro al oído tienes razón me parece ubica la reina Margarita pudo haber buscado alguna harapo aunque sea que representará este reino para no Llamar tanto la atención vosotras dos de maíz demasiado la atención es porque llevo una armadura de hierro no dejaré de mantener la frente en alto en el doble de mi nación Aunque ya no quiere ninguno refunfuño Elena recojo la mirada lo única diferencia que veía Entre ella y los demás Además del vestuario era el color de piel tal parecía que Los Zafiros podrían agruparse como personas de piel increíblemente Clara y delicada supuso que ahí podría haber algún tema de r*****o aunque como se pueda diara algo que al parecer no viene en grupos grandes y no habían visto jamás tal vez lo tenían en cuenta de los libros o algunas teorías pero parece que nunca lo habían visto en persona y eso le hacía sentir como una atracción principal en medio del mercadillo Cómo pretendes que un montón de Zafiros no les llame la atención a los jóvenes de hierro cuestionó Edwin Eugene Eugene No lo sé Tal vez no lo harían tanto si Los Zafiros no creyeran que la clase hierro Somos unos sanguinarios salvajes que comemos carne cruda o algo por el estilo ataco Elena nadie le dicho tal cosa a nadie además tienes que admitir que hubo un tiempo en el que eso sí ocurrió alzo la mirada mirándole naco de comunidad trago grueso y dicotiledóneas en lo personal no le agradaba la idea de comer carne en cantidades grandes y mucho menos estando crudo qensangrentada y Al rojo vivo puros rumores volvió a defender Elena anotar la mirada de la jovencita nada más que puros rumores en una época de hambruna Déjate vosotros Los zafiros del Social el nombre de los difuntos incluso ahora en un momento tan crítico porque no en vez de hablar de un ambiente extremadamente carnívoro habláis de la sanguinaria Qué es ágata es un hecho que la reina gata es algo de lo que no se puede hablar en voz alta no quiero haber para nadie y provocar el pánico además tenemos a una extranjera aquí metida entre nosotros no quiero que la gente piense que alomejor hemos hecho las paces con alguna persona de la nación de los rubios un escándalo así haría que Márgara se me corta la cabeza no literalmente claro pero casi. Pff, cobarde.
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