Enith no daba crédito a las palabras de Elio, sintió como la emoción invadía cada célula de sus sistema nervioso que desembocó en una lluvia refrescante de emociones desenterradas que hace mucho tiempo no experimentaba, aunque su pensamiento lógico la hacía dudar por instantes, su corazón se había vuelto loco en cuestión de segundos y estaba siendo imparable, tenía miedo. — Yo…—Enith sonrió al recordar como Elio la había defendida de Jessica y Roberto, cómo había cuidado sus manos y había aceptado manejar su auto sin problemas. — Tengo miedo, pero creo que vale la pena dar un paso más contigo. — Sé el mismo Elio de éstos días, solo sé tú —dijo Enith con un hilo de voz— yo… también tengo miedo, pero prometo no golpearte por besarme. El billonario pudo ver de cerca a su asistente, sus

