Me levanté de la silla, enojada. Al parecer se le ha hecho decir que soy suya. ¡Por Dios! Apenas lo conozco. —¡No soy tuya, Kayler! —Espeté. Connor se volvió a él. —Ya la oíste —le dijo ocultando una sonrisa por mi reacción. Kayler lo miraba furioso, tenía la mandíbula apretada y, de la furia, rompió su vaso de cerveza. Y eso que era de vidrio. No te le acerques, Connor, sino que tienen problemas. —Advirtió — Ya sabes a lo que me refiero. Me dio una última mirada, pero no era una mirada de odio. Era una mirada calma. ¿Cómo puede cambiar de humor tan rápido? Connor se acercó a mí. —Oye, ¿quieres bailar? —Susurró en mi oído. Lo miré ¿Qué tenemos querido decir Kayler con eso? ¿"Sabe a lo que se refiere"? —Connor, no sé si sea ... —empecé diciendo, pero él me interrumpió. —Oye, vin