Capítulo 40 Hasta que te dignaste Después de decirme esas palabras con total seriedad, volvió a sonreír ampliamente ayudándome a tomar asiento de nuevo en el sofá, caminó hasta el alféizar de la ventana donde había un morral destartalado y lo recogió haciéndome reír con su extraña forma de hacer las cosas… De manera misteriosa trajo su morral junto a mí, ignorando olímpicamente al hombre que no se conformaba con golpear y gritar, ahora me amenazaba con dejar el dormitorio sin puerta porque me atreví a encerrarme en la habitación haciendo lo que el le llama “uno más de mis berrinches…” Reginaldo inmediatamente sacó un teléfono celular enorme sin botones que me dejó en shock y una laptop rosada… estaba tan conmovida con su gentileza que sentí ganas de llorar… ¡obviamente eso debe ser