Estoy siendo imprudente, tanto o más que un adolescente. Me había prometido controlarme, pero ahora, sabiéndola mía, es imposible. Aquel hombre, a los ojos de todo el pueblo, es un héroe; así que, aunque no me enorgullece haberla forzado a darme un sí, lo he hecho. Su respuesta llega clara cuando la escucha hablar con su madre en la habitación. No me ama. Sin embargo, está dispuesta a un matrimonio sin amor con tal de alejarme de Marta. No me importa. Tengo toda la vida para ganarme su corazón. Hablé con don Noé. No aprueba mi proceder, pero aun así, me aconsejó que consiguiera los anillos de compromiso. Y lo hice. Según entiendo, esa joya le indica a todos que ella me pertenece, que es mía, del mismo modo en que los licántropos marcamos a nuestra pareja, así que con gusto los consigo.

