Su cuerpo giró por completo y ella intentó mantenerse encima. Si lograba colocarla debajo, no le iría bien, no tan débil como estaba. Bajó la espada, yendo de nuevo hacia su garganta, y él maldijo mientras levantaba los brazos para bloquearla. "¡Maldita perra!", espetó mientras ella se dejaba caer sobre él. Era fuerte para ser humano. Sus músculos empezaron a fallar y sus brazos temblaron mientras él intentaba empujarla. Con el rabillo del ojo, vio a Revos lanzar un hechizo contra Ivaran, que impactó su escudo, dejándolo tambaleándose. A pesar de que ella lo atacaba con todo su peso, Fellock comenzó a levantarla. La punta de la espada, a escasos centímetros de su garganta, empezó a alejarse. El sudor la cubría mientras se esforzaba por atravesar su carne. "Morirás, perra", gruñó Fellock

