CAPÍTULO 2

1430 Words
Mi abuela y mis padres se miraron entre sí —Ah si, ahora sube al ático y baja las cobijas que están guardadas en las cajas de madera, los niños saben dónde están así que por favor acompáñenlo— nos mira a ambos. Nosotros asentimos y subimos las escaleras —Charlo, iré al baño. Tu acompáñalo ¿está bien?— ella afirma y se adelantan. Mis padres y mi abuela se vieron algo intranquilos así que decidí ver que se traían entre manos, me pare en un lugar donde no pudieran verme y comencé a escuchar lo que decían —¿Cómo pudiste traerlo aquí?, si ellos se enteran que mi hijo está vivo vendrán por él— dice mi madre un poco alterada. —Verónica, ese niño no es tu hijo y lo sabes— mi abuela la interrumpe. —Tal vez no sea mi hijo de sangre, pero recuerda que su madre lo abandono siendo un bebé— aclara mi madre. —Tú sabes bien por qué lo hizo, Verónica. —Con más razón ese chico tiene que irse. —No se irá, ese niño renunció a la manada al igual que nosotros. —Bajen la voz, ellos podrían escucharnos— dice mi padre algo nervioso. —Esta conversación se acabó— Salí de mi escondite y fui a donde mi hermana y el chico se encontraban buscando las cobijas. —¿Ya las encontraron?— pregunté. Ellos estaban moviendo unas cajas así que decido ayudarlos. —A un lado, estas cajas están pesadas— el chico me arrebata la caja que estaba cargando y la pone en el suelo junto a las demás. —Gracias, pero yo puedo cargarlas— tomo otra caja y la pongo en el suelo también. Liberamos la caja de las cobijas y sacamos unas cuantas, para poder tenderlas en nuestras camas, bajamos del ático y luego pusimos las cobijas sobre una de las camas y bajamos al primer piso. —Listo abuela, ya hemos sacado todas las cobijas— dice Charlotte cuando llegamos a la sala de estar. —Que bien, este año habrá unos cambios— añade mi abuela mirando al chico que se encontraba detrás de mí —Masón comenzó a vivir conmigo hace un par de meses y ahora se está quedando en la habitación que ocupas tu cuando vienes, así que a partir de ahora ustedes dos compartirán habitación— explica. —No hay problema abuela— añado. Me acerco a donde había puesto la maleta y la tomó —iré a instalarme entonces— comencé a cargarla, subí las escaleras y luego entre a la habitación. Cerré la puerta y me senté en la cama ¿Era real que yo no era hijo de mi madre?, si así era ¿a quién le importaba encontrar a sus verdaderos padres?, ella y mi padre me criaron como un hijo y eso es lo más importante. —Voy a entrar— dice Masón abriendo la puerta —la señora Louisa me pidió que te dijera que me ayudes a bajar la otra cama del ático. —Si, está bien— me levante de la cama y camine hacia la puerta. Subimos al ático y bajamos la cama con un poco de dificultad. Luego la llevamos hasta la habitación y pegamos la cama que estaba ahí a la pared para poder acomodar la que habíamos bajado. Me avente a la cama después de que la termine de tender y saque mi celular. Me puse los audífonos y comencé a escuchar música y me puse a leer un libro. Cerré los ojos para descansar la vista y en un corto tiempo me quedé dormido. (…) Un exquisito aroma a cítricos inundó mis fosas nasales, me desperté y me tallé los ojos. Quise ver la hora, pero mi celular estaba muerto, me levante de la cama y busque el cargador en mi mochila. Puse a cargar mi celular y salí de la habitación ignorando por completo que Masón se encontrará acostado en la otra cama. Y si, así comenzaban mis largas vacaciones de verano, con un enorme secreto de parte de mis padres y un nuevo compañero de habitación. Fui directo a la habitación de Charlo y la abrí —Hermanita— esta se estaba cambiando la ropa y cuando me vio entrar aventó una de sus blusas. —¡SAL!— gritó mientras se cubría. —Está bien— salí y cerré la puerta. Me senté fuera y esperé a que terminará de cambiarse. Luego de algún tiempo terminó y salió —ya terminé— salió arreglada y maquillada. —Que hermana tan hermosa tengo— comencé a llenarla de elogios —¿A dónde iras? —Iremos hermano— me corrige. —¿Cuándo me preguntaste si quería salir contigo?— cuestione. —Dijiste que si venía ibas a comprarme todo lo que quisiera, así que iremos al bazar a comprar ropa. —Pero trajiste demasiada de casa— me quejo. A parte de que ya tenía lleno el armario de aquí, acabaría con mis ahorros. —Hermanito, dijiste que cumplirlas mis caprichos— se expresa de una forma tierna y me pone esa dulce cara que hacía cumplirle todo lo que quisiera. —Ash— accedí —Esta bien, pero iré por mi celular y por dinero. —Yei— se pone feliz —Te espero abajo entonces— bajó corriendo las escaleras, verla feliz me hacía feliz. Entre a la habitación y fui a mi mochila, la tomé junto con mi celular, mi cargador, mis audífonos y el libro que estaba leyendo y salí de la habitación. Me di cuenta que Masón ya no estaba, pero me importo poco. Bajé al primer piso y fui a donde se encontraba Charlo —Listo hermana, podemos irnos. Ella y yo caminamos a la puerta, pero somos detenidos por nuestra abuela —¿A dónde creen que van ustedes dos? —Al bazar que queda camino aquí— Charlo se da media vuelta y la mira algo nerviosa. —Bien, vallan con cuidado— me sorprendió que le haya creído porque al parecer nos mintió a ambos. Salimos de la casa y comenzamos a caminar. Cuando estuvimos lo más lejos de la casa pregunté el verdadero rumbo que tomaríamos —No iremos al bazar, ¿cierto? Ella se detiene —¿Cómo lo supiste?— me mira sería. —No sabes mentir, ¿sabías? —Iremos al centro de la ciudad, leí que hay una tienda que vende los mejores perfumes de toda la ciudad— me alcanza y me toma del brazo. —¿Por qué no lo dijiste antes?, pude haberle pedido el auto a la abuela. —¿Tú crees que accederían a dejarnos ir solos a ese lugar? —Buen punto— susurre. Para nuestros padres, el ir solo a un lugar es peligroso y más tratándose de un lugar al cual frecuentamos poco, tal como Alemania. Bueno, siempre que salimos tenemos que ir acompañados de uno de ellos y eso es algo un poco estresante ya que no podemos hacer prácticamente nada. —No te preocupes hermano, pedí un taxi y nos vera en el bazar a las tres. —Charlo, para la próxima tienes que avisarme antes que iremos a otro lugar. —Si hermano— me da el avión —Mira, ese debe ser nuestro taxi— comienza a caminar más rápido. Efectivamente era el taxi y cuando llegamos a donde se encontraba, subimos y fuimos a la tan reconocida tienda de perfumes. Cuando llegamos entramos a la tienda y ella parecía que moriría, lo que más ama en el mundo son los perfumes y cuando vio toda esa variedad de olores su rostro se emocionó. —Escoge el que más te guste, yo lo pagare— fui a sentarme en un pequeño banco y espere a que terminara de escoger cual de todos esos perfumes llevaría a casa. Saqué mi celular y me puse los audífonos para escuchar música y continuar leyendo el libro. Me centré tanto que cuando me di cuenta ya había terminado —Ya me decidí hermano, me llevaré este— lo modela y me rocía un poco. Comencé a toser ya que me había caído en la cara —¿Estás segura?— pregunté una última vez antes de pagarlo. —Claro, su aroma es delicioso. —Como digas— me levante del lugar en el que estaba sentado y me dirigí a pagarlo. Salimos de la tienda y, de nuevo, ese aroma a cítricos invadió mis fosas nasales.
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