Recolectando las piezas

1231 Words
Brenda subió al piso de neurocirugía y vio al doctor que le había tendido con anterioridad, él se acercó con una sonrisa y le preguntó qué tal seguía. —Es el… estrés. Muchas gracias por su ayuda. —Dr. Pieth, esta es Brenda Silva, la hija del señor Rodrigo. —Brenda, escuché que hay unos problemas con el pago, porque Frida, la joven de cajas, no puede controlar su tono de voz y porque quería hacerle un TAC a tu papá. —Permiso, Arturo, mi TAC. —Damian, porque no donas un TAC en lugar de buscarte algo que no tienes. —¿Necesito contratar al mejor Neurocirujano? —Ve con la enfermera, en unos minutos me uno. —Gracias. Disculpe por las molestias. Arturo toma la mano de Brenda. —Detuve el traslado de su papá porque tiene inflamación cerebral, antecedente de artritis y recuperación por drogas, si lo mando a un hospital público no le darán los mismos sedantes ni la atención que necesita, no soy un animal. Ahora, voy a reunir a la junta y ver cómo reduzco la cuenta, pero, necesitas, conseguir algo, un auto, una casa aunque esté hipotecada que puedas poner a responder, por ahora, tienes dos semanas para encontrar algo. —Tengo una entrevista de trabajado y dependo de ese seguro, cree por favor, ayudarme. —Claro, puedo extenderme un mes si consigues el trabajo. —Gracias a Dios! —dice Brenda aliviada y le da un abrazo. —Dr. Pieth, dice el señor Waitly que está listo y que tiene una vida, pagará tres TACs si lo saca del tormento. —¿Ves? Tienes dos TAC a favor. Era la primera cosa que le salía bien en toda la semana, Brenda no pudo contenerse y brazo a Arturo, quien te pidió que no se preocupara demasiado porque todo en la vida tiene solución. Lo que el médico no sabía era que su casa tenía dos hipotecas, que ella estaba pagando préstamos universitarios demasiado caros para ella. Mina entró al piso de neurocirugía y vio a su amiga, sentada y asustada, la joven le dio un chocolate caliente y tomó asiento a su lado. —Dime, cuánto es, qué hay que poner. —¿Los tienes? —Mi amor, si fuese rica no estaría poniendo el coño, pero soy dueña de un apartamento y tú no vas a dejar que me quede en la calle de nuevo. —No puedo poner tu casa, cuando no tengo la mía. —Bren, esto es Rodri, tu papá. No vas a perdonarte perderlo. —Tengo un mes, para pagar el hospital, averiguaste cuánto me pueden pagar. —Hacen una subasta, toman en cuenta tu peso, tus medidas, tu edad. Sé de alguien a quien le pagaron un millón de dólares, pero era pequeña y muy delgada y elástica. —Y tengo que hacer cualquier cosa. —Es toda una noche, lo que el cliente pida, suave o duro, pero los que pagana buen billete no suelen conversar y suelen ir por todos tus orificios y duro. No podrá lastimarte gravemente, no podrá quemarte o arrancarte un pezón como en los clientes sado, sin embargo, si podrá… follarte duro. Brenda sintió los escalofríos recorrerle el cuerpo. —Si no estás segura. —No tengo opción, es… una noche. Hay otras opciones, puedes bailar, puedes servir tragos y hacer Lap-dance, podrías ganar como mil dólares a la quincena, más propinas. —Me das la posibilidad de saldar todas mis deudas o casi llegar a fin de mes. —Y hay seguro médico y odontológico. El miedo la congelabas siempre y la verdad ella no pedía al universo tanto, tipo esas personas que dice a los cuatro vientos, voy a ser millonario, o soy fantástico, ella simplemente quería acabar con sus problemas económicos. —Todo o nada—responde Brenda. —Ay, Brenda. Damian estaba en el consultorio médico, en espera de los resultados de su TAC. Arturo, el abuelo de sus sobrinos, entró a la oficina con una sonrisa. —Todo está limpio Damian, lo que me gustaría es que veas a un psicólogo, porque estás obsesionado con la muerte de tu madre. —No estoy obsesionado—niega de inmediato. —Eso es negación, por eso necesitas un psicólogo. —¿Tienes algo para el dolor de cabeza? —Tengo otra oferta, porque no te vas de vacaciones, he escuchado que te gusta comer, Italia es precioso, paisajes maravillosos, climas divino y riquísimo —comenta y sonríe antes de mostrarle su casa de vacaciones. —Es preciosa, me gustaría, pero estoy compitiendo por mi empresa, en la que trabajo. —El estrés no es conveniente para los pacientes con el tipo de migrañas que sufres. —Lo sé, se me quitará el dolor, el día que me muera. —Uy… qué fea actitud. Damian, tienes 34 años, el trabajo no lo es todo hijo. —Lo sé, pero… no planeo ser papá hasta los cuarenta. Estoy en mi etapa de construir, de ser intenso. Arturo le da un abrazo a Damian y él le rodea con los brazos. —Dam, yo fui tú, por mucho tiempo, ahora, me dicen que me quede una semana en casa y digo que no porque ahí viven mis tres hijos adolescentes, pero no porque necesite competir contra nadie o tener más dinero en el bolsillo. Cuando te mueras te llevas los viajes, el buen sexo, la comida, el chiste de la mañana con tu mujer o la reconciliación con tus hermanos. —Tú eres hijo único. —Tengo demasiados primos. Damian le dio las gracias y aceptó ponerse una inyección. Arturo le acompañó a la salida y le advirtió que vida había solo una y le dio el número de toadas las psicólogas y psiquiatras guapas y buenas del país. —Alice es muy discreta con sus pacientes, tiene una oficina escondida para pacientes VIP, sé que no lo parece, tampoco puedes decirle que dijera esto, pero es impresionantemente buena. —Lo pensaré—Damian le guiña un ojo a Arturo como si fue una de sus conquistas, él se ríe a carcajadas y el más joven va. Hacia su auto y conduce directo hacia su abogado para que le entregue los documentos de sesión de la compañía de su tío y el acuerdo de mensualidades que planeaba pagarle a su tío para que no se mataran el uno al otro. —¿Qué es lo que estás haciendo Damian? —pregunta Amelia y él sonríe ampliamente. —Estoy iniciando mi propio camino. —Ya… contra tu papá. —No, contra mi hermano. —Kent, pobre. —Max, los mejores golpes son los que se dan a ciegas. Damian había descubierto que su papá siempre los ponía a pelear a muerte y él había encontrado una solución entre los contratos. Un 50% de la compañía de su padre perteneció a la familia de su abuelo, de ese 50% su tío tenía una porción que le estaba pasando al 100% él heredó un 25% de su madre cuando ella nació. Y Max era el dueño del otro 25%. Damian, además, había comprado dos compañías petroleras en un par de países que su padre no sabía cómo había perdido. Damian condujo hacia el putero de su tío con indignación, pero todo estaba por cambiar. Él tenía la mejor solución del mundo, dinero e inteligencia.
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