Capitulo 15
—Hice algo que lo molestara. Si es así lo siento de verdad. Es más, si es por la camisa ahora mismo se la lavo—viendo que esta sin saco simplemente me acerco dedicándome a desbotonar su camisa sin parar.
Aunque… Trago saliva deteniendo mis manos cuando veo ese espectacular torso perfectamente ejercitado, lentamente levanto la mirada para mostrarle una sonrisa llena de nervios. Ay, Camila cada vez metes más la pata, enseguida me aparto soltando su camisa y alejándome bruscamente, sin embargo, eso no funciono, ya que él da unos pasos hacia mi levantando su brazo, el cual sigo con la mirada dándome cuenta de que ha evitado que me diera un golpe en la cabeza con el tronco del techo de ese hermoso lugar.
—Perdón, perdóneme es que me pongo nerviosa, no quiero hacerlo enojar—desvió la mirada al mismo tiempo que opto por morder mis uñas.
—No es de la camisa que quiero hablar—levanto la mirada para ver como vuelve abotonar su prenda.
— ¿Entonces? Es exactamente de tu comportamiento hacia mí, me he dado cuenta de que me tienes mucho miedo, no es mi intención que me temas tanto, no soy un ogro simplemente soy serio y frio, pero no soy una bestia para que te comportes así—se aparta de mí.
—No pienso que sea una bestia, solo no quiero incomodarlo con mi torpeza —muerdo mis labios.
—Al principio pensé que eras cómplice de mi hermano por eso te trataba mal pero luego me di cuenta de que eres muy noble y hasta dulce. Me sentí un poco incómodo al ver como tratabas de caerme bien y creo que fui muy duro contigo—evita mirarme.
—Ok no sé qué decirle… señor… So…Solo no quiero que piense que pienso que es una bestia ni un ogro—lo miro fijamente sin embargo el sigue desviando la mirada.
—Empieza por no llamarme señor, creo que ya habíamos quedado en eso ¿No? Ya te dije que tenga solo treinta cinco años. Y aunque no seré tan amable como tú ya que no está en mí ser así, por lo menos quiero llevarme bien con la persona que dará a luz a mi hijo, así que empecemos de nuevo—vuelve a mirarme a la vez que extiende su mano.
Si hay algo que debo reconocer es que es demasiado valiente de su parte pedir una disculpa. Eso me hace admirarlo más. Sonriendo amigablemente tomo su mano la cual es tersa y cálida, una conexión de pronto divaga hacia mi brazo provocando que mi estómago se retuerza de emoción. Ambos nos miramos yo con una sonrisa y él con esa misma seriedad que lo caracteriza.
Mi subconsciente me pide a gritos que lo suelte ya que no debemos dejar que piense mal de nosotros sin embargo su mano aferrada a la mía y esa conexión tan fuerte no me dejan pensar mucho menos mover un solo musculo de mi cuerpo.
Ambos seguimos así hasta que de pronto el sonido de su celular me saca inesperadamente de mi momento, enseguida suelto su mano en tanto él opta por tomar esa llamada la cual es de su novia eso lo sé cuándo la llama “Mi amor” Aprieto mis labios bajando la vista concentrando mi atención hacia la punta del zapato el mismo que comienza a rascar el suelo con el borde mi pie.
Creo que esto es demasiado incomodo, así que dejo de hacer tal cosa, procedo a retractar mis pasos y marcharme hacia la hacienda.
Al día siguiente…
Por fin la parte favorita de mi día ha llegado esa es tocar el violín. Ahora estoy tocando parte de la pieza clásica que me ha enseñado ayer la maestra Giselle quien sonriente me mira sentada en uno de los sillones.
Sin previo aviso ella me deja de mirar para voltear hacia la puerta por lo que siguiendo su mirada veo como el entra debido a la insistencia de la maestra llamándolo haciéndole una señal con su mano.
Ver eso me desconcentra que solo desafino el violín deteniéndome en seco.
—Hermosa, ibas muy bien ¿Qué paso? —ella se levanta para venir hacia mí.
—Lo siento desafine un poco—mantengo tomado el violín.
Ay no, siendo sincera tenerlo aquí viéndome tocar me produce unos nervios terribles. Siendo así solo pretendo no mirarlo a los ojos, solo mantengo mi atención escuchando las indicaciones de la maestra.
— ¿Sabes qué? Se me ha ocurrido una gran idea. Gil ven para acá ¿Por qué no acompañas a tu prometida a tocar con el violín?
—No soy su prometida, yo soy…
—Yo solo iba de pasada, y escuche que salía música de aquí, no quiero interrumpir —comenta con educación.
—Ándale hazlo por las clases que te di, y acompaña a tu novia—ella sonríe.
—Que yo no soy su…
—Está bien lo hare —me mira esperando mi aprobación. Lo único que me queda es asentir en silencio.
No puedo creer que me haya interrumpido en repetidas veces, ah que tonta soy es que no quiere que piense que es un ogro quizá por eso no me corrigió. Como sea solo me pongo en posición para seguir tocando el violín el cual suena más afinado puesto que estoy enfocándome en las partituras de esa bella melodía.
Pasan unos segundos antes de que el señor Abernathy empiece a tocar sin embargo cuando lo hace me sorprende tanto que dejo de mirar las partituras dejando de tocar por un breve momento. Sí que es un estuche monerías el dirige tan bien el piano que solo admiro su belleza varonil que desborda al cerrar sus ojos y dejarse llevar por la música, ni hablar de esos músculos los cuales salen a relucir en cada tecla que toca. Vuelvo a mí cuando la maestra toca mi hombro haciendo una seña de que vuelva a tocar, asì mismo sigo tocando a la par del señor Abernathy quien me ha acompañado hasta el final.
— ¡Bravo! Ustedes dos tocan maravillosamente que casi lloro—la señora Giselle con sonríe con emoción.
—Bueno las dejo tengo unos asuntos pendientes con permiso—él se despide y se va.
Horas más tarde…
—No me digas ¿Enserio? Ay que bueno que quieres estudiar veterinaria —le sonrío a Elías.
—Si quiero ser un excelente veterinario y tener muchas clínicas y ganado además de tierras—suena emocionado.
—Que bien—le sigo sonriendo.
El sonido de la garganta del señor Gilberto hace que oculte mi sonrisa y dirija mi mirada hacia él el que porta el traje de equitación, debe ser que recién termino su clase, lo que no entiendo es que hace aquí vestido así.
—Elías ¿Qué haces aquí?
—Estaba platicando con la señorita—me sonríe al igual que yo.
—Creo que si ya terminaste tu trabajo deberías irte, sino me equivoco pediste permiso para ir a llevar a tu abuelita al médico —Lo ve con frialdad.
—Si claro—sonríe nervioso tomando su mochila la cual se pone en su espalda.
—Oye yo te puedo acompañar sirve que me presentas a tu abuelita, cuando fuimos a la feria prometiste llevarme a tu casa para presentármela. Anda vamos—tomando a Elías del brazo pretendo irme con él.
Lo que no tenía pensado es que el dueño de esta hacienda me detuviera por el otro brazo deteniendo asi mis pasos algo que me desconcierta mostrándole un gesto de desaprobación.
—Tú no vas a ningún lado, que se vaya solo—me ordena con desdén.
Algo que me hace molestarme más ¿Qué no había dicho que yo era libre? ¿Por qué ahora me niega la salida? Frunzo el ceño cruzando mis brazos mostrándole que estoy enojada es obvio que a él no le interesa solo me mira como si nada le perjudicara.
—Pues lo siento ya había quedado con Elías así que me voy a ir, ya terminé mis clases y ya le avancé a la cobija no hay nada que me detenga con permiso—me doy la vuelta.
—Hay algo que te detiene y ese es mi hijo, así que no te mandas sola—me vuelve a tomar del brazo separándome del de Elías quien parece incomodo diciendo “No te preocupes entiendo que no puedas acompañarme pronto te presentare a mi abuelita con permiso”
Viendo como mi amigo se va sin mí, una rabia invade todo mi ser, nunca me había sentido tan enojada, ahora resulta que le debo pedir permiso ¿Acaso soy una máquina para él? Frunzo los labios de igual manera que volteo a verlo, con fuerza me muevo para que me suelte, pero no lo hace solo me mira tan fijamente que me enoja más.
—Usted no es mi dueño, no puede decidir por mí —digo con firmeza.
— ¿Qué dijiste? —me atrae hacia él quedando tan cerca que mis ojos se abren de más.