Capítulo 2
Por la tarde…
Finalmente, luego de varios enredos y discusiones por fin me encuentro en casa, este es un hogar que, aunque casi siempre pasa por escasez, también es un lugar lleno de amor, mi madre es un sol de verdad, que la admiro tanto por su fortaleza y dedicación. A veces me pregunto ¿De dónde saca tantas fuerzas? Ella es una mujer enferma de diabetes una que es muy agresiva por eso es que debo trabajar arduamente para poder pagar sus medicamentos.
Además de la alegría de tener a mi madre también uno de mis pasatiempos favoritos es tocar el violín ese el cual un día mi abuela me regalo menos mal que aún sigue funcionando.
Estoy tan concentrada tocando el violín que cuando escucho el portazo dejo de hacerlo para ver a mi madre quien deja unas bolsas sobre el suelo para enseguida recostarse sobre el sillón.
— ¡Mamá! —corro hacia ella.
—Hija ¿Ya llegaste? —sonríe en tanto refleja un rostro de cansancio.
—Si. Mamá ¿A dónde fuiste? —la miro con preocupación—Mama no me digas que vienes de lavar, ya te he dicho que no puedes esforzarte de más —frunzo el ceño sobando sus manos las cuales están rojas.
—Estoy bien pequeña, necesitamos el dinero. Mejor cuéntame ¿Cómo te fue con tu novio Samuel?
Cuando ella menciona el nombre de mi novio, una pequeña mueca de mortificación aparece, la señora Alina me conoce tan bien que se reincorpora para tomarme de la barbilla y verme a los ojos
Es tan obvio que no puedo ocultarle que me siento terrible por lo que ha pasado en casa de Samuel. No sé si debería de decirle puesto que no quiero preocuparla, debe ser que él tuvo un mal día y por eso hizo tremendo lio con su hermano, así que no le diré por completo la verdad a mi madre es mejor que ella piense que todo está de maravilla.
—No pasa nada mamá, estuvo deliciosa la comida, conocí a sus dos hermanos y estuvo genial—muestro una sonrisa fingida.
—Por el tono de tu voz no te creo. En fin, solo quiero que tengas cuidado con ese joven hay algo en él que no me gusta, es verdad que todos somos temperamentales, pero él es… Ni siquiera puedo descifrarlo ¿Qué tal si me das un masaje?
—Te lo daré, pero no vuelvas a ir a lavar ajeno, es por tu bien mamá, estoy por conseguir un trabajo mejor, mi jefe me lo conseguirá así que no te preocupes por lavar más ok —le quito sus zapatos.
Mi madre es tan terca incluso más que yo, por eso es que tuve que mentirle sobre el trabajo, si sigue pensando que soy afanadora siempre vivirá preocupada es mejor engañarla que voy a conseguir un mejor puesto solo así ya no trabajara.
Al medio día del día siguiente…
Estoy trapeando el piso del pasillo, permanezco así ya que quiero terminar para poder salir temprano. Hoy le prometí a mi madre una noche de películas por lo que aún me toca llegar a comprar un poco de golosinas.
Sigo trapeando hasta que de pronto mis pies resbalan estoy por caer, pero los brazos del señor Gilberto detienen mi caída ¡Ay, Dios Santo! Nunca había visto tan de cerca sus facciones las cuales debo reconocer que son atractivas.
Sus ojos color miel hacen que pierda la noción del tiempo esa la recupero en cuanto él me reincorpora haciendo que lo suelte de sus brazos.
—Lo siento—frunzo el ceño.
—Deberías de tener cuidado, además no pusiste el letrero de precaución—menciona tan seriamente que solo frunzo el ceño.
El señor Gilberto sin decir más avanza hacia su oficina, desde donde estoy lo veo hasta que reacciono para seguir trapeando, cuando termino me dedico a ir a guardar las cosas de limpieza.
Varios minutos después, hecho mi trabajo me dispongo a irme a la salida de la empresa en donde me encuentro a Samuel. Con incomodidad la miro por un momento, siendo sincera la última vez que nos vimos no quedamos en buenos términos puesto que no me gusto el comportamiento de ese día.
—Hola—me sonríe a la vez que me da un rosa.
—Hola—tomo esa rosa la misma que miro con atención para darme cuenta de que ha sido cortada de la jardinera misma que está a un lado derecho.
—Oye lo siento por ese día, para ser sincero mi hermano me saca de mis casillas, no era contra ti ¿Me perdonas? Sé que mi hermano parece buena persona, pero no lo es así que discúlpame por perder la cabeza—él alza sus cejas.
A decir verdad, no puedo permanecer ni un solo día molesta con él por eso es que con una sonrisa lo abrazo para darle un beso, mismo que es interrumpido por Samuel quien mira a sus alrededores en tanto me aparta.
— ¿Qué pasa? —sonrío confundida.
—Estamos en la empresa, ya sabes que no me gusta dar espectáculos—quita mis manos de su cuello.
—De acuerdo me tengo que ir no quiero llegar tan tarde a casa lo que pasa es que mañana iré a ver si puedo buscar otro trabajo, ya sabes que quiero crecer para poder pagar mis estudios de música.
—Son tonterías, deberías ponerte mejor a estudiar algo que te funcione, la música es una estupidez—suena tan ofensivo que solo lo miro con reprobación.
— ¿Sabes qué? No quiero discutir, me iré y después te veo—intento sonreír para luego seguir mi camino hacia la parada de bus.
Por la noche…
Hemos terminado de mirar películas por eso es que ahora me dedico a cubrir a mi madre quien se ha quedado dormida, luego de eso le doy un beso en la frente para irme hacia mi recamara a la cual llego en segundos.
Recién tomo la perilla, cuando escucho a lo lejos como pitan, rápidamente camino hacia la puerta y al que miro es a Samuel quien me espera dentro de su coche, con precaución cierro y espero a que él venga.
—Hola, me quede pensando en que dijiste que querías buscar un nuevo trabajo, mira te conseguí una cita con un encargado de una empresa, ve estoy seguro de que te cambiara la vida—él me sonríe al mismo tiempo que me da esa tarjeta para luego tomarme del rostro y darme un beso en la mejilla.
—Ok y….
—Hola buenas noches—Regina mi mejor amiga aparece de pronto con una bandeja en sus manos.
—Buenas… Noches—respondo dándome cuenta de que ella no deja de ver a Samuel quien tampoco le quita la mirada de encima.
Frunzo el ceño en señal de incomodidad, si bien ella siempre ha sido coqueta y sexi no creo que este coqueteándole a mi novio frente a mis narices, debe ser que quizá sea porque es la primera vez que se han visto o eso supongo.
Por algunos segundos me dedico a mirar cómo se ven hasta que aclaro mi garganta haciendo que ella sin despegarle la mirada a él me deje esa bandeja de plástico en mis manos, enseguida tomo eso para abrirla y ver que son unas deliciosas mollejas.
Viendo que Regina no le despega la mirada a Samuel quien alza sus cejas, vuelvo aclarar mi garganta con más fuerza ¡Milagro! Por fin pude tener la atención de mi amiga la misma que me sonríe como si nada.
—Eh bueno me tengo que ir, ve a donde te dije, no vayas a faltar ¿Ok? —profundiza la mirada al recordarme eso.
Con una sonrisa asiento al mismo tiempo que veo como sube a su coche para posteriormente desaparecer de mi vista.
—Tu novio es muy elegante, tuviste suerte. Como sea mi mama mando esas cosas dijo que se las dieras a tu mama—ella hace una mueca de desagrado.
¿Qué quiso decir con que tuve suerte? Claro debe ser que soy pobre y el rico. Regina siempre ha tenido etiquetas y odia la pobreza. Suspiro a la vez que niego con la cabeza.
—Estas mollejas se ven deliciosas —intento cambiar la plática.
— ¿Deliciosas? Es lo más asqueroso que he probado, disculpa olvidaba que eres tan simple, deberías de empezar a ver más allá, digo tienes un novio guapo y millonario, deberías aprender de mí, si tuvieras ambiciones por lo menos estuvieras estudiando la preparatoria de adulto—ella mira sus uñas mientras dice eso.
—Claro que tengo ambiciones, pero son buenas, si te refieres a que debo sacar provecho de mi novio perdón, pero no me agrada la idea, sé que tengo años intentando estudiar y no lo he logrado pero lo hare pronto—comento apenada.
—Pues eres una tonta, mírame a mí, todos me dan lo que quiero, en fin, me largo tengo que ir arreglar estas uñas—me mira por un momento y después se va.