—Pero qué tormenta la que se vino, se dañaron algunas verduras y frutas del huerto. — hablo el muchacho de cabello castaño y ojos miel sin siquiera percatarse de mi presencia.
—Buenas noches, hijo, eso no son modales, saluda primero que tenemos invitados. —dijo la señora mientras me miraba muy dulce, por otro lado, yo solo agache la cabeza haciendo memoria de donde había visto esos ojos.
—¡Oh! Perdona, buenas noches, mi nombre es Ángel. — dijo mientras me daba la mano incómodamente se la acepte.
—¡Fernanda!
—Oh cariño, nosotros no nos hemos presentado, él es mi esposo Antonio, mi nieto Ángel y tu servidora Margaret.
—Un placer — dije ya incómoda por el nieto de ojos miel, que me miraba con una hermosa sonrisa.
“He dicho hermosa sonrisa”, la verdad sus ojos son demasiado hermosos.
—¿Tienes hambre cariño? —dijo la anciana, a lo que su nieto respondió.
—Si mamá demasiada.
Ella comenzó a reír — no te preguntaba a ti, le preguntaba a Fernanda.
—¡Oh!— dijo el avergonzado buscando donde esconderse es de lo que me percate a ver su expresión corporal. —me miró y me sonrió — ¡te queda muy bien esa ropa!
Me sonrojé, lo sentí cuando comenzó arder mis mejillas.
—Esa ropa es de él. — dijo Joel a mis espaldas dándome un pequeño susto. No sabía qué decir, me quedé con la boca abierta esperando a que alguna palabra saliera.
—oh, gracias — dije cuando reaccione, mire la ropa que andaba puesta y mire a la señora Margaret, creo que ese era a su nombre.
—Yo sé lo presté hijo, como puedes ver, está cayendo una tormenta y la ropa de ella está muy mojada, no la podía dejarla así, le puede dar un resfriado…
Ni termino de decir la señora cuando comencé a estornudar.
—¡salud! — dijeron en coro a lo que respondí con “muchas gracias”. Me sirvieron un chocolate caliente y una sopa de verduras.
—La favorita de Ángel. —dijo ella mirándolo con gran amor, él la miró con ternura y le dio un beso en la frente.
La cena transcurrió sin ningún problema, no hubo más preguntas y eso me hizo sentir muy cómoda, ellos platicaba de un huerto comunitario, yo no existía en ese momento o es lo que yo pensaba.
—¿Qué lugares has visitado Fernanda?.— preguntó el anciano haciéndome volver a la realidad.
No sabía qué decir, he visitado tantos, si embargo ninguno que pueda recordar su nombre, no en este momento.
Mi mente se cerró, por más que pensara ni de los nombres de las personas que me recibieron me acordaba.
Me comencé a sentir un poco mareada, sentía que mi cuerpo se estaba poniendo muy caliente, comencé a sentir mucho frío, supongo que comencé a temblar.
—No me siento bien, — dije mientras trate de ponerme de pie. — está haciendo mucho frío. — dije cuando logre pararme en un momento para otro, sentí como una comodidad me invadía como si cayera del cielo y unas nubes me atrapaba.
“Otra vez”, siempre me pasaba lo mismo, comenzaba igual con los mareos, el frío y luego la oscuridad.
—Está hirviendo en fiebre, — dijo la nube —hay que llevarla al hospital. — dijo la nube de nuevo, las nubes no hablan tonta, me dije a mí misma y abrí los ojos, era esos ojos miel los que vi en mis sueños, era él con el que soñé.
Estaba en sus brazos, me rodeaba con ellos y mi cuerpo seguía calentándose.
Era un punto donde mi cuerpo quemaba como si de mí salieran las llamas.
—¡No!, — dije con la voz muy débil — solo necesito descansar, no es necesario llevarme al hospital.
—Cariño estás temblando e hirviendo en fiebre. —dijo la señora mientras tocaba mi frente.
—Llama una ambulancia — dijo el de los ojos miel.
Dios, su voz cerca de mi rostro era mucho mejor, su tacto no me molestaba, para nada, esa loción me invadía los pulmones y eso no me importaba.
¿Qué estaba pasando conmigo?.
—¡Dije que no!— hable más fuerte, no quería estar en otro hospital, estaba cansada, solo necesitaba cerrar mis ojos y dormir para estar bien por la mañana. — no es la primera vez que me pasa — hable más consciente o es lo que esperaba sonar.
—Papá llena la bañera de agua helada. — dijo los ojos miel y salió conmigo en brazos hacia el segundo piso.
—¿Qué harás hijo?. — la señora trataba de seguir los pasos de su nieto y yo trataba de mover mi cuerpo, pero me sentía tan débil que asta sostenerme de él me era tan difícil.
—No quiere ir al hospital, entonces usaremos los metidos antiguos — en eso me acostó en una cama y comenzó a quitarme la ropa al ver eso entré en pánico.
Sentía que el aire me estaba haciendo falta, la habitación se comenzó a oscurecer, las voces se escuchan a lo lejos, me desmaye.
¿Cómo lo sé?.
Fácil estaba ahí en esos recuerdos, esos sueños, esas pesadillas que me atormentaban.
—Gregorio despierta a esa zorra y llévala al baño que se limpie, apesta a animal muerto. —fue lo que logré escuchar, habían pasado dos semanas, deseando que esta pesadilla se terminara.
Era eso un simple deseo, uno que no se cumpliría.
Pese a que supliqué a que rogué que prefería estar muerta, ellos no acababan con mi sufrimiento.
Me querían respirando para torturarme.
Pero esto apenas comenzaba; mi infierno apenas comenzaba, mi cuerpo estaba agotado, no tenía fuerzas ni para abrir los ojos.
Apenas y mi boca se habría para respirar o para soltar una súplica que se detuvieran.
Quería abrir mis ojos.
Que los iba a andar abriendo después de la golpiza que me dio un cliente como los llama mi adorado demonio.
Aunque de adorado no tiene ni la pestaña de su ojo, él es un asqueroso ser despreciable.
En pocos días había perdido la cuenta de cuantos hombres habían pasado por esta habitación, ustedes entienden, me repugna decir que pasaron por mi cuerpo, pero esa es la realidad; no sé cuantos me han violado.
Pierdo la noción del tiempo, pero lo que quiero perder es la memoria y de paso la vida. Joel está conmigo por pequeños momentos, a veces solo lo quiero mandarlo a la mierda, él es como un disco rallado.
Paciencia.
Lucha por vivir.
Tendrán su castigo.
No te rindas.
Serás feliz.
Últimamente, lo ignoro, me tiene cansada con lo mismo, y luego pienso que él ya no está en este mundo y es mi culpa si tan solo no lo hubiera involucrado.
Me dolía el hecho que podía verlo y no podía tocarlo, que era yo la causante de que él no esté con vida.
Talvez estaría estudiando terminando el último año, no sé talvez, con su padre.
Y ahí estaba metida en agua helada, lo hacían para bajarme la fiebre y ayudar un poco a los golpes, me dejaban ahí por media hora si estaban de buenas, pero si estaban de malas me dejaban hasta que se aburrían.
Deje que lo helado se me penetrara asta en los huesos, a pesar del frío que tenía y de que temblaba, lo helado del agua me hacía sentir viva, en ese momento lo disfrutaba.
Era mi momento de descanso, no demonios, no clientes, solo el agua fría y yo.
Para a ellos era un castigo, para mí era la felicidad.
Sabía que mientras me encontrara aquí ellos no me tocarían.
Ya no quería luchar, me estaba rindiendo, quería buscar la manera de como terminar con todo esto.
“Paciencia”
“Serás feliz”
“Saldremos de esto”
“Confía en mí”
¿Cómo lo hacía?, ya no tenía fuerzas, ya no tenía esperanza, me quitaron todo lo que amaba, lo único que quedaba era un cuerpo vacío que utilizaban como desahogo de sus deseos perversos.