—¿Cuándo me he negado a hacer un trabajo en pareja contigo? —Ambos sonreímos. Cuando miramos a un lado, nos percatamos de que estábamos completamente solos en el aula—. ¿En qué momento se fueron todos?
—No tengo idea. ¿Ya te vas a tu casa? —Me preguntó, asentí sonriendo—. ¿Podrías hacerme el favor de llevarme a la mía? No me siento muy bien para tomar el bus.
—¡Claro, tonta! —Ella me sonrió.
Una vez terminado el día en la universidad, nos dirigimos al estacionamiento. Mandy, al ver el auto, quedó sorprendida. Cuando le dije que era de Stefanía, ella asintió. Me agradaba hablar con ella. Compartíamos puntos de vista sobre temas interesantes. No como el resto, que solo hablaban de política y se quejaban por la situación del país. En el camino a casa de Mandy, ella me contó que varias much
