Stefanía
El motor de la moto rugió, así como mi estómago. Tenía hambre y no entendía por qué. Ya había desayunado. Él hizo parada en una panadería y compró pan, mortadela y un litro de jugo de durazno. Él emitió una carcajada al escuchar el rugido de mi estómago por segunda vez. José Miguel era un buen muchacho. Su amistad para mí era un regalo valioso que apreciaría siempre. Él insistía en que hacía unos meses ambos estuvimos juntos, que sus hijos eran míos también y que estábamos a un mes de la boda cuando yo perdí la memoria. Si llegaba a recuperarme y recordar todo, me gustaría que fuera verdad. Se notaba a leguas que el muchacho estaba enamorado de mí. Así como yo comenzaba a enamorarme de él.
José Miguel me acompañaba a todo lugar. Me llevaba al trabajo, me buscaba al salir. Me co
