Al llegar al edificio, ella se bajó del auto sin decir nada más. Cuando bajé del Audi, me entregó a Sol y tomó las bolsas de las compras. Yo no entendía absolutamente nada. Subimos en total silencio. Entramos a mi apartamento, notamos que no había nadie. Una nota en el comedor escrita por Paola me hizo saber que estaban en casa de Stefanía. Sol comenzaba a despertarse y se ponía fastidiosa de vez en cuando, sobre todo si tenía hambre. Busqué el biberón en la nevera, preparé el tetero y me lo llevé. Nos dirigimos al apartamento de ella. Cuando Marcelo la vio, corrió hacia ella gritando “¡Mamá, papá, llegaron!”. Ella solo sonrió. Les entregó los regalos a los niños y los abrazó con fuerza. Noté como lágrimas salieron de sus ojos. Algo ocurría, de eso estaba seguro. ¿Debía preguntarle? Me mat