José Miguel
Los crepúsculos hicieron su magnífica aparición por largos días hasta que el calendario marcó la fecha que yo tanto esperaba. Mi cumpleaños número 27 por fin había llegado. Ya era la vigésima séptima vuelta al sol, y no me cansaba de dar gracias a Dios por lo vivido, fuera bueno o malo. Sabía que todo lo que ocurría traía consigo una enseñanza a mi vida. Sí, es verdad que al principio no lo veía de esa manera, sin embargo, lo comprendí luego de conocerla a ella.
Me daba la impresión de que Stefanía planeaba algo especial para esa noche, aunque no la veía tan estresada como el año pasado. Pero si mis sospechas eran ciertas, juro que se lo agradecería por el resto de mi vida. Además de ella, nadie nunca se tomó el tiempo de organizar una fiesta sorpresa para mí. Eso fue un deta
