Eve
Mis ojos pesan. Intento abrirlos, pero es inútil. Mi cuerpo se siente denso, atrapado en un letargo del que no puedo escapar. La cabeza me martillea con fuerza, como si estuviera a punto de estallar, pero eso no es lo que me mantiene en este frágil equilibrio entre la consciencia y la inconsciencia.
Es el cuerpo firme y sólido que me sostiene. El calor que emana de él, atravesando la ropa, envolviéndome en un refugio cálido e inconfundible.
Aarón.
Lo sé sin necesidad de verlo. Lo reconozco en el aroma embriagador de su perfume, en la seguridad de sus brazos, en la forma en que su pecho se alza y desciende acompasadamente contra mi mejilla.
No se fue.
Vino hasta aquí. Y se quedó.
Mi corazón tamborilea en mi pecho, una reacción visceral, inevitable. Quisiera ignorarlo, pretender q
